Ha pasado ya tiempo, desde la última vez que lo ví, pese a todo yo aún sigo amando aquella persona que nunca notó lo que sentía.
El tiempo hizo que me diera cuenta, de que esa extraña sensación era algo más que una respiración acelerada, algo más que un palpitar sin capitán, una mira que emerge en sonrisa, y un gesto amable y gentil, en un "talvez". Ese talvez que se convierte en un "puede ser", pasan los días, para volverse meses, que terminan siendo años.
La soledad no es un enemigo, es un aliado, que iluminó, mi nublada verdad, es ahí cuando te das cuenta, lo que empezó como cariño, aprecio, admiración y esa inexplicable felicidad que brinda su compañía, termina siendo AMOR, solo queda aceptar, lo que ya no se puede negar.
Sentir fe y esperanza, es normal, anhelar es algo humano, desear felicidad no es malo, y amar no es un ningún pecado, sin embargo porque en ocasiones se siente que es algo incorrecto o indebido, no comprendo la aparente complejidad de confensar tus sentimientos a esa persona tan especial.
El ser humano no es paciente, y también actúa por impulso, entonces, porque no dejo de esperar, porque cuando tuve la oportunidad no la aproveché, porque no dejo de buscar escusas, porque no dejo de decir porque. Al final de pasar noches días pensando en esa persona te das cuenta de que tus deseos de querer ser algo los dos, es más grande que tu inseguridad.
Ser egoísta es algo bueno, ya que si lo fuera intentaría conquistar su corazón, pero solo queda una idea de consuelo, si el talvez termina una vez más en mi corazón todo roto, es que al menos será feliz con alguien más, aunque no sea yo, esa es mi carta de consuelo. Finalmente creo estar listo, para confensar lo que siento, en esta apuesta donde se juega mi felicidad.
Dónde está mi valor...