Los primeros rayos de luz comenzaron a colarse por la habitación donde se encontraban.
Era temprano por la mañana, todo pintaba a que eran un poco más de las siete se la mañana. Sin embargo, el matrimonio que descansaba entre las sábanas, seguía sumergido en su sueño tras una larga noche de pasión y amor.
Se encontraban en las Maldivas, y en pocas horas tendrían que devolver las tarjetas de la habitación. Su avión hacia París salía a las cinco de la tarde, por lo tanto, el plan de hoy era disfrutar al máximo su último día en aquel paraíso.
Pronto, Adrien comenzó a abrir los ojos al sentir como el cuerpo femenino atrapado entre sus brazos se movía intentando encontrar una posición más cómoda para conseguir continuar con su sueño.
El rubio sonrió, y lentamente comenzó a quitar los escurridizos mechones que cubrían el rostro de la azabache.
Hoy hacían exactamente un mes de casados y aún seguía sin poder creerlo.
Esa chica de la que siempre estuvo enamorado, su primera amiga en la escuela... Esa que siempre estuvo ahí en sus momentos más difíciles, quien lo ayudó a levantarse en cada caída que tuvo, y que ahora orgullosamente podía llamar su esposa.
O como a él le gustaba llamarla, 'su compañera de vida'.
Volvió a sonreír.
Los próximos cinco minutos los pasó así, en silencio, acariciando con dulzura el rostro de la fémina frente a él. Admirando la belleza de esos rasgos asiáticos que se notaban con facilidad en la zona de sus ojos.
Al ver que ella ni se percataba de sus movimientos, decidió cambiar las caricias por besos, que iban desde el cabello hasta su mentón, pasando por sus mejillas, nariz y labios en el recorrido.
Sin embargo, nada de eso había funcionado, la chica aún seguía profundamente dormida.
Adrien rió por lo bajo y negó con la cabeza. Sabía perfectamente que su esposa y las madrugadas no congeniaban entre sí, y hasta donde él entendía, esto ocurría desde su niñez.
Por eso decidió dejarla descansar tranquila, total, todavía era muy temprano por la mañana y el desayuno cerraba cerca de las 11:30hs. Además, cabía aclarar que con lo tarde y exhaustos que se durmieron ayer, entendía perfectamente que ella necesitara descansar un par de horas más.
Así que, con el mayor de los cuidados para intentar no despertarla, se bajó de la cama y caminó hacia donde se encontraba la ducha.
Una vez que terminó, volvió a la habitación principal con una toalla enroscada sobre su cintura, soltando una pequeña risita al darse cuenta que Marinette seguía profundamente dormida.
Se acercó hasta su maleta y se colocó lo primero que encontró. Caminó hacia la cama y se sentó en ella, observando con admiración a la muchacha.
Tomó su teléfono, y lo primero que hizo fue sacarle una foto. Debía aprovechar la oportunidad y capturar un momento tan tierno como el que estaba viendo.
Luego de asegurarse de colocar esa foto como fondo de pantalla, le prestó atención a la hora.
Eran un poco más de las 8:30hs, sabía que todavía era bastante temprano para despertarla, pero no les quedaban muchas horas para irse, y sumando el hecho de que aún debían terminar de rehacer las maletas - sabiendo además que a Marinette le gustaría dar un último recorrido por la isla - no le quedaba de otra que interrumpir el sueño de su lady.
Pero no lo haría ahora, primero llamaría al servicio para que les trajeran el desayuno a la habitación, después de eso le dejaría preparada la tina para que ella pudiera disfrutar de esas sales aromáticas de las cuales se había enamorado desde que habían llegado, y luego, saldrían a dar un último paseo, donde muy seguramente terminarían almorzando en unos de los restaurantes que les ofrecía el hotel.

ESTÁS LEYENDO
Ceci Est Notre Début [Adrinette - MLB]
أدب الهواةTras 8 años de una hermosa relación como novios, Adrien y Marientte por fin habían dado ese paso tan importante en sus vidas: Se casaron. Ellos se aman, y todas las personas que los conocen sabían que, tarde o temprano, ellos terminarían de esta for...