Capítulo III

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Marinette fue la primera en cruzar la puerta del aseo seguida por Adrien, quien la abrazaba por la cintura caminando detrás de ella.

Éste mismo dejó un tierno beso en su mejilla, recibiendo una sonrisa por parte de la azabache.

Aprovechando el lapso de tiempo en que Adrien bajaba a la cocina para calentar los chocolates (los cuales por lógica ya se habían enfriado), Marinette se colocó un conjunto nuevo de ropa interior y uno de sus pijamas calentitos para dormir.

Acto seguido se sentó la cama disponiéndose a contestar varios mensajes en el grupo de Whatsapp que tenia con sus amigas, confirmando su asistencia en la juntada que tenían programada mañana por la tarde en casa de Alya. Mientras que, en un chat a parte, le escribía a su padre pidiéndole que le apartara una caja grande de galletas para compartir.

Tom no demoró ni cinco minutos en responderle, asegurándole que mañana, cuando se encontraran para almorzar, se la entregaría.

El sonido de la puerta cerrarse de golpe logró espantarla, llevando su vista a la entrada de la habitación, notando la precencia de su esposo a pocos pasos de esta con ambas tazas en mano y una mueca dibijada en sus labios a modo de disculpas por haber cerrado la puerta bruscamente.

Dejó el teléfono encima de la mesa de noche, sin quitar la mirada de él y a la par que le sonreía para dejarle claro que no debía disculparse.

Adrien se sentó junto a ella entregándole su bebida, recibiendo un dulce beso en la mejilla por parte de su esposa como agradecimiento.

- ¿Cómo está? - preguntó ella mirándolo por el rabillo del ojo.

- Delicioso... igual a todo lo que tu haces My Lady - le contestó éste con galantería, sacándole una risilla a ella.

Cuando terminaron, Adrien se levantó para dejar ambas tazas sobre la cómoda y luego volver junto con Marinette, quien se acurrucó contra él apoyando la mejilla sobre su pecho.

Ambos se quedaron en silencio por varios minutos, disfrutando de la compañía del otro.

- Mañana antes de ir a casa de tus padres tenemos que pasar por el mercado y hacer la compra. No hay nada en la alacena - dijo la azabache mientras hacia círculos con su dedo en el pecho de su marido.

- Hay que recordar pasar por el área de paquetería. Félix me mandó un mensaje hoy por la tarde, dijo que como no pudo ir a la boda lo menos que podía hacer era mandarnos un "pequeño detalle" a modo de disculpas - le dijo a la vez que acariciaba tiernamente su cabellos oscuros.

- Que considerado. Agradécele de mi parte cuando hables con él - murmuró luego de soltar un largo bostezo y sus ojos empezaban a cerrarse de apoco.

Adrien sonrió enternecido ante esa acción.

- Parece que alguien quedó algo cansada después de ese baño - incordió con picardía el rubio, sacándole una risita a la joven.

- Gatito bobo... - rieron los dos y compartieron un último beso antes de quedarse dormidos.

(...)

Al otro día, el celular del rubio sonó avisando que ya era hora de levantarse. Adrien no demoró mucho en abrir los ojos, dándose cuenta en seguida que se encontraba solo en la cama.

Extrañado, se levantó y se acercó al baño de la habitación como primera parada para buscarla, pero al ver que no había nadie decidió bajar a la primera planta del apartamento, dándose de cara con el delicioso aroma que provenía de la cocina del hogar.

Ceci Est Notre Début [Adrinette - MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora