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—¿Esperas a alguien? —. La pregunta de Daniel Brown me llega por encima de la voz de Lana del Rey en su Summer time Sadness.
Estamos apoyados en la barra que han improvisado en el centro del gimnasio, rodeado de estudiantes dámaros. La escuela sabe que si no nos ofrecen entretenimiento haremos lo posible por escabullirnos del campus.
Doy un trago a mi Gintonic, ignorándolo, y eso no hace más que acrecentar su curiosidad.
—Como no paras de mirar hacia la puerta... —explica al ver que no respondo.
Niego con la cabeza, y tomo otro trago largo. ¿Cuánto tarda esto en hacer efecto?
Por mucho que quiera engañarme a mí mismo, Daniel está en lo cierto. No paro de mirar hacia la puerta a la espera de que llegue Tori Baker.
En circunstancias normales, esperar verla en una fiestas es una pérdida de tiempo, pero esta noche tengo razones para creer que vendrá; y esas razones soy yo mismo. Le he pedido a Drake López que invite a su hermana Cassandra, quién, a su vez, es la mejor amiga de Tori. Se lo he pedido para evitar que Tori salga de Dámara con la intención de acercarse a Tim Lewis otra vez.
Se me hiela la sangre al imaginar que uno de esos desgraciados le haga daño. Al recordar las marcas en su cuello, aprieto mi vaso de tubo tanto que se me ponen los nudillos blancos. ¿Cómo ha podido ser tan insensata?
Durante ese año que he estado fuera de Dámara, no creí que tuviera que preocuparme por ella. Siempre pensé que debido a su poder, estaría completamente a salvo. Pero me equivoqué. Tori tiene sus propias ideas y no va a quedarse en casa a ver pasar los años. En parte la admiro por ello, pero por otro lado me llena de ansiedad pensar que no tengo la situación tan controlada como yo creía.
Definitivamente no ahora que alguien ha atacado la escuela. Si no hubiera sido por la predicción de Ozrrat, hubiera muerto mucha más gente. Entre ellos, podría haber estado Tori.
Vacío mi cubata de un trago.
—Alguien está de mal humor esta noche —me dice Daniel, contemplando mi perfil.
Me doy la vuelta y le pido a la camarera otra copa, mientras uso mis dedos de pinza para sacar el billete del bolsillo delantero de mis vaqueros.
—Borra ese ceño, hay una chica guapísima que no te quita ojo...como siempre —añade eso último aburrido, mientras me giro de nuevo hacia la pista con mi copa en la mano.
Veo a quien se refiere, en parte porque conozco sus gustos, y en parte porque la veo echarme miradas interesadas de soslayo. Tiene un pelo rubio oscuro largo y de aspecto sedoso. Es tan delgada y alta como una modelo. Con labios carnosos. El tipo de chica con la quieres acostarte, pero aun más quieres que todos te vean con ella antes.
