Capítulo 3. "Cuando la fiesta acaba"

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Salgo del baño muy agitada, tanto que choco contra el torso de una persona muy alta que va a entrar.
Apenas me da tiempo a levantar la mirada para ver quién es y en cuestión de segundos la bebida que esta persona llevaba en sus manos se derrama por completo sobre mí. Genial. Miro mi camiseta y lo primero que veo es la enorme mancha de una especie de líquido rojo que se ha formado. Llegados a este punto ni siquiera me sorprendería si un meteorito cayera justo encima mío en este momento. -¿En serio? -Me digo a mí misma en voz alta, consciente de que es mi culpa y ante la agitación que todavía tengo, no me paro a ver quién es la persona, lo último que le faltaba a quién quiera que sea sería que una tía que sale con prisas del baño y te tire tu bebida prácticamente entera te eche un sermón así que simplemente resoplo, ruedo los ojos y me voy.
Trato de buscar otro baño caminando entre la gente, consciente de que quizá estoy dando algún que otro empujón pero no me detengo.
Encuentro otra puerta por fin entre tanta gente. Inteligente de mí, ni siquiera paro un segundo a pensar qué puede haber dentro y la abro de golpe. Sin una llamada, sin un aviso. Simplemente la abro, convencida de que al otro lado, sin ninguna duda, hay un baño.
Cuando se abre la puerta, lo primero que noto es que no me encuentro en un baño, oh, para nada. Estoy en una habitación, apenas hay iluminación en el cuarto y gracias a la luz de la luna que se cuela por la ventana. Hay una cama grande y enseguida le veo a él. Axel.
Por apenas dos segundos veo su espalda completamente desnuda, es fuerte y algo ancha, sin duda se tiene que matar durante horas haciendo ejercicio para tener ese cuerpo. Hasta donde mis ojos me permiten ver, una manta tapa el resto de su cuerpo así que comprendo que está encima de alguien, asumo que es Shelley (oh cielos cuánto agradezco ser miope en estos momentos y no ver más allá).
En cuanto Axel siente la puerta abrirse, se gira de golpe y me mira. Pero lo más inquietante no es eso, sino que detrás de Axel, o Shelley se ha teñido el pelo en menos de media hora o yo estoy definitivamente ciega, asoma una chica pelirroja y de pelo liso.
Mierda, no es Shelley.
Mis ojos se abren todavía más al mismo tiempo que mi boca. He visto mucho más de lo que mis pobres ojos miopes necesitaban ver. No me da tiempo a decir que lo siento por entrar sin llamar y cierro la puerta detrás de mí tan rápido como la he abierto.
-¡Joder! -Susurro en cuanto la puerta se ha cerrado. Atónita, apenas muevo un sólo músculo de mi cuerpo, mis manos tapan mi boca, mis ojos siguen igual de abiertos y mi espalda está contra la puerta.
Tan solo unos segundos más tarde se abre de repente detrás mío, estoy apunto de caerme pero consigo estabilizarme antes de hacerlo. Tendría que haberme alejado de aquí porque sabía lo que me va a tocar ahora.
Me giro y levanto la mirada para encontrarme con los ojos de Axel. Esta vez no me encuentro con su misteriosa mirada la cual nunca sabes cómo leer y su media sonrisa que dice tener el control de todo, no. Esta vez me encuentro con sus ojos llenos de ira, su rostro es completamente serio, sus mejillas están enrojecidas, quizá por el alcohol o quizá por el calor que hacía en esa habitación... Mi mente viaja a momentos antes cuando descubrí a Axel en medio de tener relaciones con quién yo creía que era mi amiga Shelley y resulta que no era ella, (joder cuánto desearía no haber visto nada de esto).
-¿De qué coño vas? -Dice Axel. Es una pregunta pero suena más bien a acusación. Su cara está a muy pocos centímetros de la mía, su aliento me golpea en la cara, sin duda ha estado bebiendo demasiado estos últimos minutos.
¿Cuánto tiempo he estado encerrada en el baño? Juraría que no he estado ni media hora y sin embargo le ha dado tiempo a Axel a deshacerse de Shelley y buscarse a otra tía.
-¡¿Perdón?! -Es todo lo que me sale decir en ese momento. -Eres asqueroso Axel. -Tú no has visto absolutamente nada, ¿entiendes? -Dice él. Su mirada cada vez es más penetrante e intimidante. Ya no veo al Axel que vacila y sonríe todo el tiempo, sólo veo a un Axel transformado, o quizá no transformado sino mostrando su verdadera cara, la que puede ser que nadie conozca bien, que ha perdido el control de la situación e incluso ¿agresivo? -¿No te enseñaron en casa a llamar antes de entrar? -No simplemente le acaba de engañar a mi amiga y ha sido lo suficientemente imbécil como para que alguien tan inútil como yo se de cuenta sino que además está siendo un capullo sobre esto.
-¿No te han enseñado a ti en tu casa a no engañar a la gente que te importa? ¿O la lealtad? ¿O a no ser tan puto estúpido como para ni siquiera cerrar con pestillo la puerta? ¿De verdad que apenas se te ha ocurrido que cualquiera podía entrar? -¿No entiendes nada verdad? -Dice Axel, acortando cada vez más los pocos centímetros que nos separan y volviendo a mostrar, esta vez de una forma diferente su estúpida sonrisa. Sus ojos clavados con dureza en los míos, mientras yo le miro a la boca porque es lo que más cerca tengo de mis ojos debido a lo alto que es. Probablemente menos de cinco centímetros nos separan ahora mismo y me encuentro paralizada porque no sé qué decirle, cuando todo lo que quiero es gritarle lo imbécil que es, ni tampoco se como actuar.
-¿Qué es lo que no entiendes, Joana? -Arqueo las cejas cuando me doy cuenta de que esas palabras no han salido de la boca de Axel y me separo de inmediato como

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