Capítulo 3

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Helena todavía podía recordar la primera vez que vio los ojos de aquel ser al que se vería obligada a llamar papá. Tenía 7 años cuando su madre le dijo que le iba a presentar a alguien muy especial, y ahí estaba él; un hombre alto, fornido, de piel un poco más oscura que la suya, de cabello negro y mirada fría; portaba un uniforme militar y aunque su tono de voz era amable, la rudeza de sus gestos le indicaban lo contrario; en ese momento solo tuvo ganas de escapar, pero Claire la detuvo.

- Mi pequeña, él es Hans y es tu padre; tenía muchas ganas de conocerte y te va a llevar a vivir un tiempo con él y con su familia.

El mundo se le vino abajo a Lena en ese momento, ella no quería alejarse de su mamá, ni de su pequeño hermanito, pero por más que se rehusó, al final pasó lo inevitable, se tuvo que ir a vivir con aquel hombre que acababa de conocer.

Una vez en la casa, del que recién se enteraba era su papá, este llamó a alguien para que saliera a saludar.

- Hermosa, ven que te voy a presentar a alguien!

Entonces una niña de su edad, pero un poco más alta, bajo por las escaleras corriendo.

- Hola, mucho gusto soy Michaela - le dijo a la vez que le daba un fuerte abrazo.

Confusa, Helena se había quedado inmóvil, al parecer tenía otra hermana, tal vez las cosas no iban a ser tan malas como las pensaba, que equivocada estaba.

Al momento, una mujer de contextura gruesa, cabello negro y ojos rasgados, salió de la cocina, se quedó mirándola de pies a cabeza y esbozó una sonrisa.

- Así que tú eres la famosa hija de Claire, eres más bonita de lo que pensaba; de ahora en adelante yo seré tu mamá.

«¿Nueva mamá?, eso nunca! » pensó Lena, a la vez que dirigía su mirada al suelo y sentía una fuerte opresión en el pecho, pero no dijo nada.

Los primeros tres meses todo parecía marchar muy bien, Victoria, Hans y Michaela eran amables con ella, y su mamá la visitaba cada fin de semana; para Claire no era fácil ir a verla, pues Hans vivía a las afueras de la ciudad y reunir lo del transporte se volvía cada vez más complicado.

- Mi pequeña, las cosas han estado difíciles en casa, este mes apenas logre reunir lo de la renta y no creo que pueda venir hasta dentro de un buen tiempo - le dijo Claire arrodillándose frente a ella - necesito que seas fuerte y estés aquí por más tiempo, ellos te pueden brindar muchas cosas que yo no puedo.

Helena sintió como si se le desgarrara el corazón, no era fácil para una niña de 7 años separarse de su madre y la incertidumbre de no saber cuándo la volvería a ver, hacía que todo fuera más doloroso; simplemente no pudo parar de llorar, hasta que vio a su mamá alejarse hacia la calle, despidiéndose con la mano y con la promesa de que volvería por ella apenas pudiera.

- Se sabía que esto iba a pasar, todo lo que te dijo es mentira, ella no te quiere, nadie te quiere pequeña bastarda! - escupió Victoria a la vez que le enterraba las uñas en el hombro, y una vez que Claire se perdió en la distancia, empujó con fuerza a Helena tirándola al suelo, haciendo que se raspara las manos - Ahora si mocosa, las cosas van a volver a su lugar.

La niña de piel canela se levantó y simplemente dio la vuelta y entro a la casa, en donde Michaela veía tranquilamente televisión, cuando se fue a sentar a su lado como de costumbre, está la miro con repulsión.

- Que asco tus manos, así no te puedes sentar en mi silla y ver mi televisor - Una vez dichas estas palabras volvió a fijar su mirada en la pantalla e ignoro a su medio hermana.

Helena se fue a lavar las manos y luego se encerró en su habitación a llorar hasta que se quedó dormida.

Un punzazo en el estómago la despertó, al parecer se había quedado dormida por mucho tiempo y la oscuridad de la habitación daba prueba de esto.

La pequeña niña se dirigió a la cocina, pero una vez término de bajar el último escalón, la voz de Victoria la sorprendió.

- A donde crees que vas? -

- eh a la cocina a buscar algo de comer - dijo tímidamente.

- Pues ni creas que alguien te guardo algo, en esta casa comemos a las 7:00pm y no eres nadie para pasar por encima de esa regla.

- Si señora, solo voy a buscar al...

- A buscar nada - Victoria se paró del sillón en el que estaba y tomo a Helena por el brazo - Ya te dije que no eres nada y no vales nada maldita mocosa!

- Auch! - Exclamo la niña, tratando de zafarse del agarre.

- Te duele? - le dijo apretándola aún más fuerte - pues eso no es nada comparado con lo que te espera! - Victoria soltó a la pequeña y le dio una bofetada - y donde le digas a alguien de esto, te va a ir mucho peor!

Helena se fue corriendo a su cuarto, aquel que sería el refugio del infierno que apenas comenzaba para ella.

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