Esa mujer

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Rosanta se levantó en contra de las indicaciones de Tomás, se acercó al rincón y tocó a la mujer que lloraba.
Está se removió y salto cuando Rosanta la tocó, la joven no entabló conversación con ella, simplemente le dio un beso en la cabeza y volvió a ver todo negro.

Despertó con los gritos de su amor
-"Doctora Leilswin"
- Tranquilo, ya pasó- salió susurrantes palabras de los labios de Rosanta.
- Pensé que te perdía, yo solo, duerme
- Shhh

Ahora eran los llantos de la mujer los que despertaron a Rosanta, esta vez estos estaban más cerca tanto que en su pie izquierdo sentía el peso de la mujer
- ¿Que te pasa?- dijo Rosanta
- El frío ha llegado a mis entrañas antes de lo previsto, yo tenía previsto hacerlo de otra manera, más elaborada, pero no lo pude evitar, no me dio tiempo a frenar. El primer golpe no fue nada, pero el fuego si que lo fue, el fuego ganó al frío, pero ahora el frío me posee.
- ¿Que es el frío?
- El no existir
- ¿Tu no existes?
- Depende
- ¿De qué depende?
- De cuánto tardes en dejar de sentir culpa por haberme matado
Al oír "matado" el cuerpo de Rosanta tambaleó un poco y se tumbó, empezando así a recordar lo sucedido con el coche.

SilenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora