Capítulo VI: Las huellas de mi historia en pañales

6.2K 195 68
                                    

Paul, Santiago y Kaleb se encontraban en el vestidor mientras este último les cambiaba los pañales. Todos estaban muy nerviosos; encontrarse con Karlos en ese lugar era lo último que esperaban, especialmente sabiendo que él había estado al tanto de su plan.

Santiago expresó su impresión: Karlos sí que da miedo. Con unas pocas palabras, me dejó pálido, y eso que en realidad yo soy mayor que él.

Kaleb: Es imponente en muchos sentidos. Incluso en el trabajo, todos lo ven hacia arriba con mucho respeto. Aunque alguna vez mencionó que ustedes se conocían desde pequeños, ¿siempre ha sido así?

Paul reflexionó sobre el pasado y respondió: "Bueno, fuimos compañeros por un tiempo en la escuela primaria. Era un bully en toda regla, aunque recuerdo que no siempre fue así".

Recuerdos de su infancia empezaron a llegar a la mente de Paul, recordando aquel tiempo cuando tuvo que asistir por primera vez a su nueva escuela primaria.

Hace mucho tiempo, en la escuela primaria de Paul...

Al llegar, el pequeño Paul se sentía muy nervioso; no conocía a nadie y solo quería estar en casa con sus juguetes. En ese momento, un niño regordete se le acercó y le habló.

Niño regordete: Hola, niño. ¿Eres nuevo aquí?

Paul: Sí, es mi primer día.

Niño regordete: Vaya, qué pena me das. Dejaste todo atrás y ahora no tienes nada, qué triste.

Aquellas palabras hicieron que Paul estuviera a punto de llorar.

Niño regordete: Pero no seas llorón. La verdad es que yo tampoco tengo muchos amigos. Además, veo que trajiste una de esas consolas de videojuegos que están de moda. Si tú me la prestas, yo seré tu amigo.

Paul emocionado aceptó: ¡¿En serio?! ¡Trato hecho! Me llamo Paul.

Niño regordete: ¡Pues vamos a jugar, Paul! Por cierto, mi nombre es Karlos.

Así pasaron los días en esa escuela primaria, y Paul y Karlos se hicieron cada vez más cercanos. Sin embargo, lo que Paul no notaba era que Karlos empezaba a desarrollar sentimientos más profundos hacia él, más que una simple amistad. Paul era el primer amigo real que Karlos tenía, y tenerlo a su lado significaba el mundo para él.

Todo iba bien hasta que un día, mientras jugaban en el recreo, Paul se cayó de uno de los columpios y se hizo una pequeña herida. Preocupado, Karlos lo cargó y llevó a la enfermería. Mientras lo hacía, sintió algo suave debajo de los pantalones de Paul que no parecía ser ropa interior normal. Efectivamente, eran pañales, aunque en ese momento no dijo nada.

Más tarde, cuando la enfermera había terminado de curar a Paul y ambos se quedaron solos...

Karlos: Paul, ¿puedo preguntarte algo?

Paul respondió amablemente, "Sí, Karlos, dime."

Karlos: ¿Estás usando pañales?

La pregunta de Karlos hizo que la cara de Paul se sonrojara. Karlos no estaba al tanto de la razón por la cual Paul había cambiado de escuela; sus antiguos compañeros lo habían molestado al descubrir que aún utilizaba pañales. Después de escuchar la pregunta, Paul no pudo contener las lágrimas.

"No llores, no lo dije para molestarte", consoló Karlos.

Paul expresó su preocupación, temiendo que ahora todos supieran sobre su situación y lo molestaran nuevamente.

Paul P. Silverwolf y la cláusula "pañales" del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora