Capítulo 33 Alanna

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Mi cuerpo ardía un poco, pero ya estaba acostumbrada por el tiempo que llevaba en esta posición; y el no tener suficiente espacio de más para estar más cómoda. Mis brazos dolían al estar flexionados debajo de mi cabeza. El ardor cada vez se hacia mas intenso; comenzaba a recorrer toda mi parte expuesta, pero mis ojos se negaban a abrirse, me sentia debil; ya habían pasado cuatro semanas desde que migracion me había sacado a la frontera de mi país. Desde entonces; casi no he dormido nada, eso está haciendo que me encuentre más debilitada y bajar otro bendito kilogramo más.

Siento una leve caricia desde mi tobillo, subiendo por mi pantorrilla, mis piernas; hasta mis nalgas. Me remuevo incómoda bajo aquella caricia; mi cuerpo está más sensible y cada mínimo rose, me acelera el ritmo cardiaco. Pero extraño tanto a mi sabroso que siento volverme loca, es una especie de sentimientos encontrados que se; en poco tiempo me llevaran a la locura.

- Si sigues asi por mas tiempo, quedarás como un "negrito bimbo"-- sonreí por esa teoría -- bronceadita por el pan y negrita por el glaseado -- ¡dios de donde saca tanta ocurrencia!

- Pues si sigues acariciandome con esa pajilla, olvidate que me mueba de esta tumbona -- si, mi piel ya comenzaba a quejarse con el ardor por estar mucho tiempo bronceando mi trasero -- anda sigue con tu recorrido.

- Eres una golosa -- sonreí -- creo que el estar alejada de ese sabroso mango podrido del Ferretti; te tiene las hormonas más locas que yo -- no, eso era imposible.

- ¿Mango podrido? -- preguntó con curiosidad mi hermano, quien estaba a mi derecha también disfrutando del sol en esta preciosa playa, que me nos obsequia la hermosa bahía de Acapulco.

- No preguntes -- hable entre dientes, en el momento que me giraba para estar boca arriba intentando no caerme en el proceso; como siempre.

- Si, el tal Ferretti ese, esta mas bueno, que el chisme que nos contó la vecina esta mañana -- levanté las manos al cielo en busca de piedad -- ¡Dios como creas hombres así, y no me nadas ninguno! -- mi cuñado la miro queriéndose comer -- no te ofendas amor; ya me conforme contigo -- soltamos una risita mientras mi cuñado volteaba sus ojos en blanco.

- No me has contestado, ¿Porque mango podrido?... iluminame por favor -- insistió mi hermano; dándole cuerda a la lujurienta de Vanessa, quien sonrió abiertamente.

- Si, mango podrido... por que se paso de bueno -- Alan soltó una fuerte risa, junto a mi cuñado.

- Tu cada dia te superas mas -- si, eso es verdad; cada dia esta peor.

- Es que de verdad hermano, esos hombres Ferretti estan Uff, y la tonta de mi hermanita ¡¡se estuvo comiendo al sabroso mayor!! -- habló emocionada -- y no solo eso, segun lei en una nota, ¡mide casi dos metros!! ¡imaginate! -- sonrió maliciosa -- ¿como tendra su trompa de elefante colgada entre las piernas?

-Maldición Vanesa ¿Te podrías callar? -- hablo exasperado mi hermano -- no me traumes con imaginar a mi hermanita con un hombre asi -- eso basto para darle más cuerda.

- De verdad enana ¿Aguantas unas cogidas con ese dios musculoso? -- asi lo abrebiaba; puro musculo y un culo sabroso -- imagino que te debe de dejar sin poder cerrar las piernas en una buenas horas -- levantó las cejas repetidas veces con picardía.

- ¡Con un carajo Vanessa! -- mi hermano se puso de pie, alejándose de nosotras. Lo que nos causó mucha gracia -- Mamá, tal vez te agrade escuchar lo que Van le está preguntando a la enana -- Grito, parando de golpe la risa de mi hermana.

- ¡¿Ahora que tonterias dices mujer?! -- grito exasperada mi señora madre.

- Nada mami, este Alan es un exagerado, se asusta nada mas por que le pregunte a Aly, si aguantaba al sabroso Ferretti mayor -- puso, su mejor cara de niña buena. Que en realidad nadie se la creía.

Pequeña Gran Debilidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora