II

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Así pasaron los días, Rosalie se la pasaba más tiempo en mi casa, dormía ahí, para mí familia era una integrante más pero ellos no sabían de su situación, Rosalie temía que le dijeran a la policía y que no hicieran nada, su vida cambió, sonreía más, pero por desgracia cuando iba a su casa ese señor que no me atrevo a decir que era su padre aún abusaba de ella, yo le decía que ya no fuera, pero si no lo hacía la buscaría por cielo, mar y tierra y si nos descubren sería capaz de matarnos, ese era su miedo, siempre vivió con el miedo de ese tipo provocándole pesadillas y alucinaciones sobre él y sus abusos constantes.

Eran vacaciones de invierno a no sé donde, nunca me importó, era algo muy bueno, bueno para ella y para mí, podíamos descansar en paz por un tiempo sin la necesidad de saber cuál sería su próximo abuso.

El día de Navidad yo le di un collar con nuestras iniciales, siempre estaríamos juntos, sin importar que, yo le defendería de todo y de todos, yo estaría dispuesto a dar mi vida por ella, realmente la amaba, aún lo hago.

Aparte de ese obsequio le dije que cumpliendo los 16 podía conseguir trabajo e irnos de ese pueblo a la casa de mis bisabuelos que acaban de fallecer, esa noticia le alegro demasiado hasta el alma, me besó por todo el rostro y lloró, pero no de tristeza, no de impotencia, si no de felicidad, por fin la tormenta acabo, por fin el sufriendo terminó, las pesadillas y alucinaciones acabarían, seríamos felices ella y yo sin temor a ese señor.

Esa misma noche ella me dijo que quería sentir el amor y el deseo por primera ves y no por un abuso.

Se desnudó frente a mi

Su cuerpo era magnífico, un templo que tenía que ser tocado con mucho cuidado para no dañarlo.

Yo me acerque a ella con sutileza y con las llenas de mis dedos seguí la línea de su figura, acaricie su rostro y sus labios contemplando cada milímetro de ella.

La besé, con tanta pasión, con tanto amor, que los únicos en este mundo éramos ella y yo, todos desaparecieron de este mundo.

Poco a poco ella desprendía mi ropa hasta quedar ambos desnudos, cuando nos recostamos aún seguíamos con las caricias y los besos por todo el cuerpo, tome con mis manos sus senos y le di masajes hasta llegar a su vulva, había visto un libro erótico en el estudio de mi papá dónde si quieres estimular y llenar de placer a la mujer le tienes que dar caricias por su cuerpo, sobre todo en sus partes sensibles y así lo hice, jugué con sus labios mayores, los acaricie y le di masajes, después estimule su clítoris, sus gemidos era una melodía hecha por los ángeles, poco a poco iba subiendo la intensidad de mis dedos hasta que uno de ellos entro en su vagina, pegó un grito muy fuerte, lleno de placer y levantando su trasero, yo sonreía al verla así, me encantaba ver cómo su espalda de arqueaba y sonreía hasta liberar su elixir femenino mojando completamente mi mano.

Verla así no me pude resistir más y me puse en medio de sus piernas, su respiración era agitada, podía ver sus senos subir y bajar con mucha fuerza, estaba sudando lo cual la hacía lucir sexy, la punta de mi pene rozaba por sus labios vaginales, ella solo se arqueaba, aunque tenía unas inmensas ganas por adentrarme en ella me gustaba verla así.

Hasta que ella ni yo pudimos más.

Con voz ronca y temblorosa me dijo que lo hiciera, no lo tuvo que pedir dos veces para que lo hiciera por qué en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba dentro de ella, Rosalie se estremeció por completo mordiendo la almohada y sujetando la delicada sábana debajo de ella con sus manos, empecé con movimientos ligeros hasta ir subiendo la intensidad, ella movía sus caderas al compás, éramos unas perfecta sincronía, me acerque a ella para besarla, al sentir sus senos en mi pecho Gemí y ella igual, no sabría cómo explicarlo pero fue algo de otro mundo.

The name of love. (SkyDragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora