HUYE © [COMPLETA]✔

01. Bacteria de la Soledad

BACTERIAS EN MI CORAZÓN

════════ ∘◦❁◦∘ ════════
(Huye de ti cuando lo creas oportuno)

   Esta es mi historia, así que antes de que empieces a leer quiero aclararte un par de cosas.

• Para mi, nuestro cuerpo es sólo algo que usamos para caminar y sostener a nuestros huesos y órganos.

• Para mi, nuestros corazones y mentes tienen vida propia y si prestas atención puedes escucharlos. (Procura hacerlo, a veces dan buenos conejos, y otras veces los necesitan)

• No soy virgen (Puede que parezca un dato innecesario, pero no lo es en una parte de la historia)

• Le pongo nombres a las cosas que son importantes para mi. Mi corazón, mi mente y mi cuerpo tienen nombres; Corazón Roto, Mente Obstinada y Cuerpo Débil. Tal vez te parezcan algo caóticos ahora, pero si continuas leyendo podrás entender por qué.

• Soy muy literal.

• Tengo diecisiete años y esta historia se trata de como superé mi depresión.

—Pelea tus batallas sola, en silencio. Y si quieres gritar hazlo alejada, no molestes a los demás. Ellos tienen sus propios problemas como para lidiar con los tuyos —Me dijeron una vez, aunque no recordaba quien con exactitud.

   Tuve que hacerle caso y acostumbrarme al dolor. Así que me callé, cuando lo que más quería era gritar. Una vez había leído que el silencio era el grito más fuerte.

   Tal vez lo había malinterpretado.

   Lo entendí cuando el dolor aumentó y quise hablar. Las palabras ya no querían salir, se habían instalado en mi garganta y me consumían como una bacteria.

   Yo la llamaba: Bateria de la Soledad.

   Ya era tarde.

   Esa noche le rogué a mi corazón que dejase de latir, que me liberase de este sufrimiento que parecía eterno.

   Estaba confundida.

   Había vivido tanto tiempo con este dolor que estaba segura de que me había acostumbrado. ¿Por qué dolia si me había acostumbrado?

   Me respondí:

   Uno no conoce la dimensiones del dolor. Yo lo había metido en el recoveco más oculto de mi Corazón Roto, el más alejado de la luz, para que así no me molestase. Pero el dolor había crecido. Ya no entraba en mi Corazón Roto, ya tenía el tamaño de todo mi cuerpo y continuaba creciendo.

   Recordé quien me había dicho esas palabras que me habían condenado; yo. Tal vez era hora de darme mejores consejos, si no quería acabar peor.

   Este fue el consejo que me di:

Suicídate de vez en cuando,
y huye de ti cuando sea necesario.
Piérdete entre gente impúdica,
y vuelve sin ningún beso de despedida.
Ponte zapatillas deportivas
y corre tu propia vida.
Compra flores todos los días
y toma notas de ellas.

   Al principio creí que aconsejarme el suicidio no era lo más adecuado, hasta que entendí a lo que yo misma me refería.

   Suicidarme para mi, era sinónimo de matar a mi yo anterior y de alguna manera volver a nacer.

   Así que me levanté de la cama luego de estar un largo tiempo en ella, e hice todo lo que jamás haría. Comenzando por lo más importante, huí de mi misma.

   "Piérdete entre gente impúdica, y vuelve sin ningún beso de despedida"