~Un sueño extraño y un curioso regalo~

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La primavera estaba siendo borrada poco a poco pero sin detenerse por un sol abrazador ese lunes a mediados de junio.

Puedo recordar ese día perfectamente porque la noche anterior tuve ese extraño sueño.

Me encontraba dentro de lo que puedo suponer era un edificio abandonado. Paredes altas, pintura blanca gastada con el tiempo descascarándose de algunas de ellas. No había ventanas, sin embargo una tenue luz radiada por lámparas de neón iluminaba la habitación en la que recientemente había entrado.

Agitado, con la frente empapada de sudor y las piernas adoloridas de tanto andar intentaba salir de ahí. No entendía lo que ocurría, pero sabía que si no hallaba la salida algo horrible estaría a punto de pasarme. Aun así, me recargué por un momento en la pared tratando de normalizar la respiración. Pero no estaba solo. Me hallaba en ese estado pues huía de alguien o algo. Algo que desde hace un tiempo me seguía y que intuitivamente sabía que se hallaba cerca.

¿Cómo había llegado ahí? ¿Qué se supone que era ese lugar? ¿Durante cuánto tiempo había deambulado por pasillos y habitaciones? ¿Por qué un escalofrío me invadía cada vez que veía el suelo?

De pronto, un ligero sonido interrumpió el silenció asfixiante del lugar. Llevé mis manos a la boca intentando reprimir mi respiración violenta y mi mirada se centró en una de las cuatro puertas de la habitación.

El ruido provenía de la perilla de una puerta. Esta se movía de un lado hacia otro. Alguien intentaba abrirla lentamente.

Tenía que salir de ahí. Así que, cuidadosamente aun con las manos en la boca y pegado en la pared me desplacé ligeramente hacia otra puerta.

Al llegar tomé la perilla y lentamente la giré. La puerta de madera se abrió con un ligero chirrido. Esta daba acceso a un pasillo con pedazos de techo en el suelo, sillas y mesas dispersadas a lo largo. Se encontraría en penumbras si no fuera por la luz que provenía de de las ventanas en todo el pasillo. Al final del mismo, a lo lejos y hasta donde la luz me dejaba ver se hallaba una puerta.

Algo me decía que esa era la salida a esta horrible pesadilla. Con un poco de alivio di un paso fuera de la habitación.

De pronto un sonido ensordecedor seguido de pequeños pero duros pedazos de concreto disparados de abajo hacia arriba justo debajo de mi hicieron que tropezara. Caí al suelo de frente e inmediatamente una punzada proveniente de mi pierna derecha hiso que la sostuviera por un momento. Quería gritar, pero lo ahogué lo más que pude. Horrorizado vi una cortada en la parte de atrás del tobillo de tres centímetros de largo por dos de profundo aproximadamente. Inclusive podía ver parte del musculo expuesto. Un líquido rojizo comenzaba a emanar de esta. Y el dolor... bueno, no encuentro palabras suficientes para describirlo.

Una gran abertura se hallaba en el piso y el rugido de un gran motor provenía de bajo del mismo.

Sin pensarlo mucho me levanté como pude y comencé a avanzar por el pasillo cojeando.

Parte del piso frente a mi salió expulsado hacia arriba justo como anteriormente, pero esta vez acompañado de ese rugido. Pedazos de piso salieron volando con violencia hacia el piso y justo sobre la superficie de este traspasaba una especie de disco dentado de metal gigante. Era tan ridículamente grande que ni siquiera me detuve a pensar en que rayos lo estaba sosteniendo.

El disco se ocultó debajo del piso una vez más. Continué avanzando lo más rápido que pude evitando el hueco y otra vez el rugido me alertó pero continué. Pedazos de piso salían volando por los aires mientras recorría desesperadamente por el pasillo.

Mi pierna no respondía como yo quería, el dolor agudo era insoportable. La herida punzaba a cada paso que daba, sin olvidar que sentía cierta tibieza emanando de ella. Pero no importaba, mi cerebro me decía que si tenía energía para sentir ese tipo de dolor la utilizara para avanzar aún más rápido.

Dias de un verano lejanoWhere stories live. Discover now