Academia Pharisse [Saga Reyes Vampiros] #PGP2019

Capitulo XXXIX

—Debemos volver de inmediato a la academia—dije mirando a Noah.

—Envié a Goliad hacia allá antes de venir aquí —respondió él a las preguntas en mi cabeza.

Asentí, después ambos nos acercamos a la pared cristalina y  justo cuando la atravesamos, un chico se desmayó.

Él era quien mantenía aquella barrera en funcionamiento y era obvio que estaba agotado.

—Será mejor que vengan con nosotros—dije mirándo a todos los estudiantes y levantando al chico en mis brazos.

Aquél lugar ya no era seguro y menos si allí existía un portal directo al inframundo. Todos comenzamos a caminar pero varios gritos y sollozos se escuchaban a medida que pasábamos sobre los cadáveres de nuestros compañeros.

Ninguno estaba acostumbrado a ver herido a alguien de nuestra raza, ya que por lo general eramos los más fuertes pero eso nunca había sido cierto.

Con rapidez salimos del panteón hacia la academia pero en ese momento un enorme círculo negro apareció frente a mí.

Otro portal, de éste comenzaron a salir otra clase de demonios. Sus cuerpos eran similares a los de una araña gigante de color rojo y sus ojos seguían siendo vacíos.

Varios se lanzaron para atacarme pero no podía soltar al chico que traía en mis brazos para defenderme y lo único que me fue posible hacer era ponerme de espaldas para recibir el golpe.

Pero éste no llegó, un sonido peculiar invadió el lugar y tan pronto volteé pude comprender lo que era.

Katia se encontraba montada sobre Goliad mientras éste incineraba a esos horribles seres y ella les daba varios golpes.

—Gracias — grité sonriendo.

Detrás de ellos venían varios guardias quienes se acercaron de inmediato.

—Resguardenlos en la academia y llevenlo a él a descansar —dije pasándoles al chico.

Los demonios comenzaron a salir nuevamente, pero ésta vez tomé mi espada y los corté en varios pedazos. La lluvia seguía cayendo, pero a medida que pasaba el tiempo ella disminuia.

Noah se quedó quieto durante varios minutos, su mente parecía estar en otro lado y era un poco preocupante. Los demonios seguían atacando y él ni se movía así que tomé una daga, luego se la lancé y ésta cayó en su brazo.

—Ouch—pronunció él parpadeando varias veces.

—Necesito tu ayuda—grité mientras atravesaba el pecho de un demonio.

—No quería hacerlo pero creo que será necesario—dijo él, pero yo no entendía a que se refería.

De pronto su cuerpo se volvió más pálido de lo normal, sus orejas ahora eran puntiagudas, además de que sus ojos eran celestes y su cabello se tornó de un azul oscuro.