Azul Cobalto

10 1 0
                                    

Tuve un déjà vu esta mañana, pero cuando miré a mi padre muerto por un disparo en la sien supe que el día solo se pondría peor.

-¡Sean! ¡La pala!, ¡La pala!

No podíamos creer que estaba muerto, mucho menos que se había quitado la vida de esa forma tan baja, mi padre sabía que estaba en las últimas pero mis hermanas y yo creíamos que iba morir de causas naturales, vaya manera de quitarnos el ánimo.
Sunny me gritaba excavar rápido la tumba, se podía ver una tormenta desde el horizonte, si no lo hacía pronto tendríamos que dormir con el cadáver de papá esa noche a nuestras espaldas.

-Tenía la pierna horrible, ¿La vieron?, cuando lo revise en la mañana tenía fiebre, me distraje y se pegó un tiro.

Sara limpio y cambio de ropa a papá en menos de 5 minutos, ella sabía que iba a morir por ello tenía ropa preparada para el momento, no parecía sentir lástima mientras arrastraba el cuerpo sin vida de nuestro padre hacia su tumba, mientras Sunny lloraba a mas no poder, entre gritos de dolor me decía cavar más rápido para no soportar más de eso.
Fue horrible que la tormenta nos alcanzara, enterramos a nuestro padre entre lodo, su cuerpo parecía que se deshacía con tanta lluvia. Me dolía su muerte, era mi padre después de todo, aun así le guarde rencor, uno que prometí callarme y supuestamente dejarlo ir cuando muriera, pero el momento llegó y no puedo derramar una sola lágrima, me hace sentir incluso peor viendo como Sara intentaba no llorar haciendo las manos puño mientras que Sunny se había estado ahogando con su propio llanto, no me sentía digno siquiera de llorar.
Decidió morir en el aniversario del día que llegamos a nuestra nueva casa, ese día habíamos preparado la comida que otros días no podríamos haber hecho, comeríamos pastel y carne. Celebramos con pastel y carne por que es lo que papá nos trato de dar como consuelo al llevarnos lejos de tierra firme, a un lugar que solo le beneficiaba a él, a una isla en medio de la nada solo con las cosas suficientes para vivir, lo odiaba, quería volver, pero era solo un niño que no podría haber sobrevivido lejos de un adulto, entendía que mi padre no quería ver todo aquello que mi madre dejó atrás junto con nosotros, que estaba enfermo, cansado y que no podía soportarlo más, así que tomó como prioridad su trabajo al punto de terminar muriendo en un lugar como este, muriendo por que en esta isla donde su trabajo se centraba, no tenemos hospitales o algo más allá de un kit médico. Mi padre tenía gangrena en el pie a causa de una herida profunda mal tratada, fue horrible verlo sufriendo durante un par de meses, no dijimos nada hasta que él acabó con todo por cuenta propia. Crecimos sin madre de igual forma, ahora somos huérfanos viviendo en medio de la nada.

-¿Nos iremos?

Sara rompió el silencio de la sala luego del entierro, estábamos empapados, pensando en lo que acababa de pasar.

-Estaría mal dejar la tumba de papá sola.

Sunny tenía el peor rostro de todos, era la más cercana a papá, no pude decirle nada, siquiera abrazarla para hacerle sentir mejor.

-Entonces yo sola me iré. Ya no tengo porqué quedarme aquí.

Sara se fue de la sala dejando esa sensación abandono de tras, si ella se iba y Sunny se quedaba, ¿Que se supone que haría yo?
Sunny tan solo tenía 16 años, no entendía por que tenía que aguantar el peso que papá dejó atrás para nosotros, no me sorprendería que quisiera quedarse a terminar su trabajo, pero no supe qué decir para explicarle por que estaría bien que se fuera. Al final Sunny entre llanto, cayó dormida en el sofá, la pintura de papá hacía sombra sobre ambos para recordarnos el lastre que dejó para nosotros sus hijos.

Cuando la tormenta terminó, tiramos todo lo de papá al mar, odiaba ver el cielo de ese color azul tan profundo, hacia que el pecho se me encogiera del miedo de ser absorbido. Las camisas de papá se atoraron en las rocas, mirarlas ondear en el viento hacían crecer en mí aún más esa sensación de intranquilidad por el porvenir.

-¿Viste el testamento?

Sara revisaba todo mientras lanzaba las cosas al mar, Sunny no quiso ayudar, a penas desayuno esa mañana.

-No lo vi, tampoco lo vi escribir uno.

No tenía esperanzas en mi padre, parecía que él tampoco las tenía en nosotros así que nos dejó sin nada a lo que aferrarnos. Sara revisó frunciendo el ceño para justificar mis palabras, cuando no encontró lo que quería tiro las cosas de una patada al mar.

-Ese hijo... No lo soporto, me voy, no puedo mas, haré una balsa, me iré remando.

Me quede solo a la orilla del mar, si Sara se iba no la detendría, en el mejor de los casos cambiaba de opinión por la culpa de dejar a su hermana gemela sola.
Por mi lado no tiraba las cosas por el rencor que sentía, sentía que al hacerlo lo dejaríamos ir de alguna forma, echando las cosas al mar quería sentir paz. Sara vivío bajo los cuidados que papá le daba, aún si lo odiaba no creí estar seguro que ella supiera lo que significaba irse sin nada a un mundo que no beneficia al que le han dejado solo carencias, mientras que Sunny seguro permanecerá por siempre atada a la culpa de no poder haber hecho nada más por papá.

Ese día caminé por la playa esperando que el cielo de ese azul me absorbiera a un lugar mejor, en un egoísta sentimiento de querer dejar todo atrás por mi bien.

Sus ojos color índigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora