Parte II
Un barco llego desde el horizonte, mientras el sol salía dando la nueva mañana. La sonrisa de Sara desprendía emoción, con los pies muy dentro de la fría arena esperaría en ese lugar hasta que el barco tocará tierra.
–Sean, ¿Qué vas a hacer?, vi por la ventana.- Jugando con sus manos, Sunny miraba hacia la manta de color blanco que le cubría desde los pies hasta arriba del torso, su voz se apagaba cada que la escuchaba.- He estado pensando bastante, sobre mi, no creo ser capaz de salir de esta cama, lo notaste ¿no?, hay algo mal conmigo. Hace rato que no siento mucha hambre, aun si llevo todas estas mantas tengo tanto frío. Yo... No quiero morir aún.
–No lo harás, estas exagerando un poco, solo estas estresada, aun te duele la muerte de papá, Sunny, no morirás. Mientras puedas comer estarás bien, confía en mi, estaré aquí hasta que te sientas mejor.
-Papá también dijo lo mismo, dijo que estaba bien, pero tenía mucha fiebre. Aquí no hay doctores, o medicinas, si llega a pasarme algo, dime que no pensarás hacer un hoyo en la tierra. Repetiremos lo mismo, al menos yo moriré aquí, es el deseo de papá.
Sunny rompió con sus despiadadas palabras la paz que tenía en mi, haciendo que me diera cuenta de otro gran peso que tenía; "Todos moriremos aquí y uno por uno cavaremos nuestras tumbas". No lo había pensando, pero era así, cuando el último de nosotros caiga, morirá sin tierra encima. No pude continuar con la charla, nos hundimos en el silencio de la melancolía hasta que la tarde cayó.
El barco que encallo en la arena, como la ballena de Herman Melville, lleno de alegría a Sara, la cual parecía ansiosa por ver quien bajaba primero, podía mirarla desde la habitación de Sunny dando vueltas con los pies secos por haber pasado tanto tiempo a merced de la sal marina. Sunny dormía con un rostro de preocupación, tomaba su mano con el temor de que su calor se apagara al soltarla, en cuanto despertará le traería la cena repitiendo el silencio que nació antes de que cayera ante el cansancio.
Borrosa era la figura de aquel extranjero, cuando me acerque un poco más a la ventana pude ver que era un hombre alto de cabello color rubio como un diente de león desteñido por una rareza, no estaba seguro si era rubio o blanco, pero mi lógica me decía que en absoluto podía una persona joven tener el cabello blanco. Sara realizaba una danza de felicidad al lado del nuevo individuo que se unía de mala gana a nuestra vida, aunque viera esa oportunidad de irnos con él, en mi mente aumentaban las dudas.
Llegando la noche, prendí la vela que daba luz a la cama de Sunny, no quería que la luz artificial de la bombilla le causará un dolor mayor, la mantuve en esa luz color naranja que la iluminaba tenuememte en su tristeza. No había hablado con Sara desde que el barco encallo en la playa, podía escuchar sus pasos acelerados junto a esa voz, la dicción de Sara era como un trozo de miel , aunque era tan clara, la voz del chico que bajo del barco no hacía nada más que llenar de un sonido invasor a nuestra casi deshecha casa. No, seguro lo estaba sobre pensando, tenía un mal prejuicio.
Si la cena hubiera sido a las 10 y no a las 9 quizá me hubiera omitido la parte de tener que bajar mientras mi hermana lucía contenta apegada a una persona que acababa de conocer, incómodamente trate de llegar a la cocina sin que me notaran.
–Oh, Sean, por fin bajas. Ven, ven, déjame presentarte.
Sara estaba sonriendo como nunca antes lo había hecho, siquiera el pastel de zanahoria la ponía así de feliz, un chico reemplazaba ahora al pastel de zanahoria con solo haberse parado en la playa horas atrás.
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Sus ojos color índigo
FanfictionEn el punto mas azul el ángel encontró un hogar, en ese lugar guardo en una caja de vidrio su esperanza.