Parte única

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Llovía.

Llovía y la gente de a pie se dispersaba en dirección a sus casas o hacía cualquier lugar donde pudieran aislarse del agua que, en veloces gotas, caía en las calles de Japón.

Un rubio de ojos verdes caminaba bajo la lluvia sin temor a que su ropa quedé empapada. No es como si ese hubiera sido el peor de los problemas que tuvo que sobrellevar alguna vez.

Una pequeña risa se le escapó suavemente por entre sus labios. Unos amargos recuerdos sobre su pasado lo asaltaron por un instante. Pensar en eso lo mareaba.

Entre esas malas experiencias que lo atormentaban una imagen llena de calidez le hizo palpitar rápidamente el corazón.

La sonrisa de un joven de cabellos oscuros y rasgos asiáticos le hizo sonreír con felicidad. De los recuerdos que en su mente guardaba, ese, era el mejor.

Sonrió aún más cuando recordó que la última vez que vio al dueño de ese hermoso rostro fue por la mañana, después del almuerzo, en el que había abrazado al hombre japonés y recibido de su parte un beso en la mejilla. Luego de eso había tomado su abrigo, saludado al japonés y salido de casa.

Y ahí se encontraba, mojado bajo la lluvia, con frío, feliz como un estúpido pensando en esa persona tan especial para él. Decidió apurar el paso y dirigirse a su casa para volver a abrazar a ese hombre otra vez.

-Eiji...

Susurro para si mismo, saboreando cada letra de ese precioso nombre.

(🌧️)

Llegó a la casa y se acercó a la puerta para abrirla. Entró y mientras cerraba la puerta escuchó unos pasos rápidos acercarse a el. Antes de que logrará voltearse en dirección a esos pasos, unos brazos lo abrazaron por la espalda.

- ¡Ash, regresaste!

Hablo emocionada una voz cerca del hombro de Ash. La persona lo estrechó más contra él y le plantó un beso en una mejilla.

El rubio se rió feliz ante esa acción.

- Si, Eiji, regresé.

Dijo Ash para luego voltear y abrazar a el hombre de cabellos largos.

Y ahí abrazados, Ash, dejó que su mente surcara por mares de recuerdos hasta que llegara a aquel del día que lo conoció. El día en el que lo llamó, por primera vez por su nombre, el día que por primera vez escuchó su propio nombre escurrirse suavemente entre los labios de Eiji. Los días en los que se encariño rápidamente con el japonés, los días en el que sufrió el miedo a perderlo. Los días en que supo que estaba enamorado, los días que planeo como confesarse. Los día de euforia sabiendo que sus sentimientos eran correspondidos.

Los maravillosos días junto a él.

Los cálidos días, donde abatido por sombras del pasado, lo abrazaba desesperado.

Los inolvidables días de risas, besos y juegos.

Días de felicidad.

Días de tristeza.

Días que siempre llevaría consigo hasta la muerte.
Hasta que lo volviera a encontrar.

Que llevaría grabados en su alma...

Por siempre...

(🌧️)

Siempre |Banana Fish|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora