Viernes.

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Luego de llegar a su casa Abril terminó sus deberes y fue a la cama, sin cenar siquiera, estaba realmente cansada.  En dos semanas se terminaban las clases y estaba feliz porque entraría a la universidad en Washington, estudiaría filosofía, le gustaba.

«Viernes»

Esa mañana como todas otras se dio una ducha, se puso sus pantalones negros, una simple camiseta y sus botas y se marchó a la escuela, en la parada de autobús sin querer, se volvió a encontrar con el mismo chico de ayer, pero esta vez una chica de cabello negro con reflejos azules le sujetaba la mano y le daba besos en la mejilla.

Era su novia.

Él la miró y sonrió.

Ella simplemente apartó la mirada y siguió su camino.

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—Abril... Se que no te gustan esto de las fiestas y todo eso...—Abby hizo una pausa y Abril se dignó a mirarla.— Enserio, le caes bien al curso y quieren que vayas hoy a la fiesta.

—Por Dios, esta bien, voy a ir, pero espero que hayan cigarrillos, si no me iré.—Contestó.

—Tienes diecisiete, debes dejar de fumar, es asqueroso. Eso produce cáncer.— Dijo Abby.

—Un día todos vamos a morir Abs, así sea de cáncer, enfermedades venéreas o como sea, vas a terminar en un hoyo a tres metros bajo tierra.—Sonrió, Abby quedo encantada, Abril nunca sonreía... Bueno, no a menudo.— ¿Lindo no?

—¡Oh si, por supuesto!—Se rió Abby.— Me tengo que ir, Dallas me llevará a casa, ¿Quieres que te llevemos?

—No, prefiero caminar.

—Esta bien, paso por ti a las nueve.

Abby corrió a los brazos de su novio y le dio un beso en los labios. Abril tomó su bolso y fue al sentido contrario que su mejor amiga, eran quince cuadras para llegar a su casa, pero a Abril no le molestaba en lo absoluto, le gustaba, aunque que prefería el campo que la ciudad estaba encantada con Manhattan.

—¡Llegué!—Gritó y supuso que sus padres seguían en la oficina.

Abril era hija única y eso le gustaba solo cuando era su cumpleaños y Navidad, el resto del año no tanto.

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Al llegar la noche Abril lucía una falda con unas pantimedias negras, tenían algunos huecos, pero a ella le parecían sexys, un croptop rojo y su chaqueta de cuero y sus botas, lucia un maquillaje sencillo, solo se notaba el color rojo en sus labios. A eso de las nueve Abby la paso a recoger con Dallas su novio.

Ella iba mirando como las luces desaparecían a medida que el auto sumaba velocidad. Abril cerro los ojos y respiró profundamente perdiéndose en sus pensamientos, en sus locuras y deseos, Abril tenía muchos, sentía que la vida estaba pasando muy rápido y que tenía muchas cosas por hacer, Abril quería ser un alma libre, quería recorrer el mundo entero, quería pasar el resto de su vida con alguien que la amase de verdad, que compartiera su amor por el café, que en los días lluviosos de echarán en la cama a escuchar a una de esas bandas de los 70 o de los 80, Abril quería correr por un campo de tulipanes, quería llorar por amor, por alegría... aunque casi todas las noches lloraba por tristeza. Abril quería escapar de casa y huir a un bar y luego ir en motocicleta a las Vegas, quería tantas cosas, quería insultar a la chica del piso de arriba y quería volver al chico de los lindos ojos del café una vez más.

—Abril...—Ella abrió los ojos y ya estaban en la fiesta.

— Lo siento.

Bajaron del auto y entraron a la casa, todos la saludaban y ella asentía, la música era ruidosa, pero le gustaba.

—Abril, voy por unas cervezas, ¿Quiere?— Le preguntó Dallas.

—Sí y por favor, consigueme un par de cigarrillos.

Dallas asintió y fue en busca de las cervezas, Abby y ella mantenían una conversación con otras personas de la clase, a Abby le parecieron personas agradables, muchos tenían objetivos claros en la vida, parecían personas maduras.

—Aquí tienes.— Dallas le dio dos cigarrillos y su cerveza.

—En un rato vuelvo.

Abril salió de la casa y se sentó en la acera, estaba todo oscuro y silencioso, a unos cuantos metros había un chico con un cigarrillo entre los labios, parecía tener problemas para encenderlo, el de Abril estaba encendido.

—Mierda...—Murmuró el chico.

Abril se levantó y se acercó a él con el encendedor en la mano.

—¿Necesitas ayuda?— Él se dio la vuelta y sonrió al ver a Abril.

—Gracias.

Abril lo miró una vez más y se dio cuenta de que era el chico de los ojos lindos.

—¿Estás... estás siguiendome, por casualidad?— El cigarrillo se movía de arriba abajo mientras que él articulaba las palabras y Abril se rió.

Matías dejo escapar el humo al igual que Abril.

—Ya quisieras.— Contestó Abril.

—Soy Matías.— Él le guiño un ojo y Abril arqueo una ceja.

—Abril.

—¿Abril? Nunca había conocido a alguien con ese nombre... Es especial.— Abril lo miró encantada.

—Matías es tan... Básico.— Matías fingió estar realmente ofendido pero ella no tenía la culpa, era cierto.

— Sí, la verdad es que sí.— Una vez más, Matías guiño un ojo y a Abril le molestó.

—¿Estás tratando de ligar conmigo? Porque te digo que no funciona conmigo.— El la miró y dejo de escapar una risa.

—No, no trato de ligar contigo. —Dijo—: Tú eres la que estás intentando ligar conmigo, eras la que me esta acosando.

Abril soltó una risa nerviosa.

—No te equivoques conmigo.

«Jueves»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora