EXTRA III

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CAPÍTULO EXTRA 3: EL PUNTO DE VISTA DE JACE DE SU PRIMER BESO CON AMBER

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CAPÍTULO EXTRA 3: EL PUNTO DE VISTA DE JACE DE SU PRIMER BESO CON AMBER.

CUANDO LLEGA LA MEDIANOCHE.

La campana del Instituto comenzó a sonar, el fuerte latir del corazón, de la cúspide de la noche

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La campana del Instituto comenzó a sonar, el fuerte latir del corazón, de la cúspide de la noche. Jace bajó su cuchillo. Era una navaja pequeña y pulcra, con mango de hueso, que Alec le había dado cuando se convirtieron en parabatai. Lo había usado constantemente y el agarre estaba desgastado por la presión de sus dedos.

—Medianoche—. Podía sentir a Amber a su lado, sentada entre los restos de su picnic, su respiración suave en el aire fresco de olor a hojas de invernadero. No la miró de frente, sino que directamente, a los brillantes capullos cerrados de la planta medianox. No estaba seguro de por qué no quería mirarla.

Recordó la primera vez que había visto florecer la flor, en este mismo invernadero, sentado en un banco de piedra con Alec e Izzy uno a cada lado de él, y los dedos de Hodge en el tallo de la flor: el tutor los había despertado casi a la medianoche para mostrarles tal maravilla, una planta que normalmente sólo crecía en Idris –y recordó su respiración atrapada en el aire invernal de medianoche, al ver algo tan sorprendente y hermoso.

Alec e Isabelle no habían sido atrapados por la belleza de la flor como él. Isabelle se aburrió en cuanto descubrió que la flor sólo tenía propiedades medicinales, y no letales, Alec –una persona que nunca había sido nocturna– se había dormido con la cabeza en el hombro de su hermana. Jace estaba preocupado incluso mientras las campanas sonaban, que con Amber fuera igual: interesada o quizás incluso complacida, pero no encantada. Jace quería que ella se sintiera exactamente como él cuando vio la planta medianox por primera vez, aunque realmente no supiera decir por qué.

Un sonido se escapó de sus labios, un suave—. ¡Oh! —La flor estaba floreciendo: abriéndose como el nacimiento de una estrella, todo polen brillante y pétalos de oro blanco.

— ¿Florecen cada noche?

Una ola de alivio lo atravesó. Los ámbares ojos de Amber brillaban, fijos en la flor. Después lo miró a él. Y el mundo dejó de girar. Solo estaban ambos. El tiempo pareció alentarse, cada segundo se alarga ante Jace, tentándolo y torturándolo con cada respiración que ella tomaba. Esperó, deseando que se decidiera mientras sus ojos se oscurecieron en un dorado profundo. Su cara estaba irradiando felicidad, como si ella expulsará tanta luz. Algo en sus ojos lo hizo sentir muy inseguro.

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