EXTRA IV

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CAPÍTULO EXTRA 4: BESADO

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CAPÍTULO EXTRA 4: BESADO

La historia del primer beso de Malec y cómo Alec invitó a salir a Magnus.

Estaba impreso en papel fino, casi pergamino, con una letra delgada, elegante y arácnida. Anunció una reunión en la humilde casa de Magnus the Magnificent Warlock, y prometió a los asistentes "una velada entusiasta de delicias más allá de sus imaginaciones más salvajes—Ciudad de Hueso.

 Anunció una reunión en la humilde casa de Magnus the Magnificent Warlock, y prometió a los asistentes "una velada entusiasta de delicias más allá de sus imaginaciones más salvajes—Ciudad de Hueso

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Parado en el hueco de la escalera del hogar de Magnus, Alec observó el nombre debajo del timbre de la pared. BANE. El nombre realmente no parecía encajar con Magnus, reflexionó, al menos, no ahora que lo conocía. Si es que tú realmente pudieras decir que conoces a alguien cuando asistes a una de sus fiestas, una vez, y después ellos salvan tu vida, pero no estás consciente para agradecerle. Pero el nombre de Magnus Bane le hizo pensar en una especie de figura imponente, con grandes hombros y una túnica morada formal de brujo, invocando al fuego y al relámpago. No a ese Magnus, quién era más bien una mezcla entre pantera y un elfo loco.

Alec respiró hondo y dejó salir el aire. Bueno, había llegado tan lejos, que tal vez podría seguir adelante. En lo alto, la bombilla descubierta colgaba como sombras barridas, mientras se aproximaba hacia delante y presionaba el timbre.

Un momento después una voz hizo eco a través del hueco de la escalera—. ¿QUIÉN INVOCA AL GRAN BRUJO?

Emmdijo Alec—. Soy yo. Digo, Alec. Alec Lightwood.

Hubo una clase de silencio, como si incluso el mismo pasillo se hubiera sorprendido. Después un sonido metálico, y la segunda puerta se abrió, dejándolo dentro de la escalera. Se dirigió hacia las tambaleantes escaleras dentro de la oscuridad, las cuáles olían como a pizza y polvo. El ascenso al segundo piso era brillante, la puerta al otro extremo, abierta. Magnus Bane estaba apoyado en la entrada.

Comparado con la primera vez que Alec lo vió, lucía bastante normal. Su cabello negro todavía estaba en picos, y parecía adormilado; su cara, incluso con esos ojos de gato, muy juvenil. Usaba una camiseta negra con las palabras UN MILLON DE DOLARES colocada a través del pecho en lentejuelas, y vaqueros que colgaban bajos en sus caderas, tan bajos que Alec apartó la mirada, mirando hacia sus propios zapatos. Los cuáles eran aburridos.

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