Pasaba un momento deprimente.
Mi corazón se encontraba roto por la explosión de emociones, que al huir me dejaron vacía.
No sentía nada, estaba por suicidarme.
Solo tuve dos cosas a mi disposición, unas maldiciones vestidas de ángeles.
Porque creía ser ayudada, pero solo me aislaban.
La música y los libros.
Mi lectura se basaba en historias que me retorcían, llenas de fantasías, de glorias que no viviría.
Hasta que encontré a un escritor.
Es decir, dos escritores, pero su libro fue el que me hizo conocerlos.
Y comencé a sentir, de nuevo.
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Un escritor Elocuente
Short StoryPara la persona más bonita y atenta, la que no deja de llamar mi atención, apodada como Akemi, la chica de la voz dulce.