Más fuerza. Necesito más fuerza. O me quedaré aquí dentro para siempre. Y no lo quiero, no. Necesito salir y conocer el origen de los ruidos que he oído desde siempre. Pero es difícil. La pared que me rodea es dura y no se rompe aunque la golpee con mis pequeñas zarpas. Es extraño, pero mi instinto me dice que no debería ser así. Que en realidad, yo no tendría que hacer todo este esfuerzo. Como si ese muro tuviese que explotar de un momento a otro. Pero no lo hace. Así que no puedo evitar pensar que algo va mal. Muy mal. Me estoy cansando y la pared no parece querer romperse. Las patas me duelen y cada vez me cuesta más respirar. De pronto, oigo un ruido. Como si algo se estuviese rompiendo. Y allí está: una grieta. Con las últimas fuerzas, consigo hacerla más grande hasta crear un agujero. Lo primero que noto es el aire salado acariciar mi hocico, junto con un olor amargo y caliente. Después, al sacar la cabeza, consigo ver miles de puntitos brillantes con una bola luminosa encima de mí. Alrededor, hay varios cráteres humeantes, y en el horizonte, una gran superficie negra que se mece suavemente al tiempo que susurra.
Y eso es todo.
Y no lo entiendo.
Cuando estuve dentro del huevo, pude oír gruñidos y ronroneos provenir del otro lado. Y gritos. Y temblores. Pero aquí no hay nadie. Veo trozos de roca quemados, zarpazos en el suelo y trozos de cascaras, pero ni un ser vivo. ¿Dónde están? ¿Por qué me han dejado aquí? ¿Que se supone que debo hacer ahora?
De repente percibo un nuevo olor. Pero lejos de relajarme, me asusta. No me gusta nada ese nuevo aroma. Es demasiado ácido y solo me indica peligro. Al girar la cabeza, veo un bosque. ¿Siempre ha estado ahí? Y entre las espesas ramas de los arboles veo unas escamas marrones brillantes. La cabeza, con la boca humeante de ácido, es verde con amarillo y los ojos grises. Sus continuos gruñidos roncos me avisan de sus malas intenciones por lo que, sin querer mostrar ni un ápice de miedo, me encorvo y gruño. Despliego mis alas lo máximo que puedo para hacerme más grande e intimidante. Aun así, el dragón rival no parece darse por eludido y sigue avanzando hacia mí. Podría enfrentarme a él, pero tengo las de perder ante su ácido y escamas venenosas. Lanzo una llamarada de plasma y salgo corriendo en dirección contraria, dispuesto a perderme de vista entre la vegetación del bosque. Pero, un momento, ¿no había mar delante de mí? ¿Por qué ahora estoy a la orilla de un lago y rodeado de bosque? De repente, el reflejo del agua me muestra una imagen de mí: grande y con enormes alas negras. ¿Es que acaso soy mayor? Si tengo que fiarme de las espinas de mi espalda, ya soy un dragón casi adulto. ¿Pero no acabo de salir del huevo? Una bola de ácido deshaciendo la hierba de mi derecha, me obliga a apartar esas preguntas y concentrarme en huir del enemigo. Esquivo varias bolas de ácido hasta que por fin, consigo entrar dentro del bosque. Sigo corriendo cuando oigo una voz gritando:
- ¡Es! ¡Less!
¿Quién será? Da igual, a juzgar por las pisadas que oigo a mi espalda, el dragón aun me persigue.
- ¡Tooth-!
La voz cada vez es más fuerte. ¿Por qué sonará tan desesperada? Pero ahora no es momento, huelo la peste a acido demasiado cerca para mi gusto. No quiero que me atrape. Unos metros más adelante, veo un acantilado. Preparo mis grandes alas para planear y estaba a punto de saltar cuando:
- ¡¡Toothless!!
Abro los ojos, viendo un rostro humano lleno de pecas. Desorientado, miro alrededor para identificar la habitación de Hiccup.
- Hey, amigo... ¿Estás bien?
La pregunta formulada con la suave voz de Hiccup, con los ojos verdes llenos de preocupación, me recuerda que ya no estoy solo. Atrás han quedado aquellos años de solitud y añoranza. Ahora, por fin, tengo algo parecido a una familia. Un tanto rara y peculiar, pero donde no importa si eres humano o dragón, hay un sitio para ti. Un lugar para cuidar y ser cuidado, para amar y ser amado.
Satisfecho por la reflexión, empiezo a lamer el rostro del humano que a su vez, empieza a reír.
- ¡Para! ¡Me haces cosquillas! Toothless, ¡estate quieto! ¡Espera, espera, que me voy a caer!
Y sin oponer más resistencia, tiro a Hiccup en mi lecho de madera, cubriéndolo parcialmente con un ala.
- ¡Oye! Estás muy raro... ¿Es que has tenido una pesadilla?
Al oír la palabra y recordar las noches donde mi compañero humano parece sufrir hasta que consigue levantarse con el pulso acelerado, sudado y con un grito ahogado, gimo por lo bajo.
- Oh. Ya veo... No sabía que los dragones tuvierais pesadillas... ¿Aunque por qué no deberíais?
Le golpeo la cabeza con el morro. Sé que cuando se pone a murmurar, no deja de darle vueltas al asunto. Y ahora, viendo que aún es negra noche, tenemos que dormir.
- Vale, perdón, ya me callo. ¿Me dejas al menos coger el cojín? ¿No? Vale, no pasa nada. Si mañana me levanto mareado, ya nos estrellaremos contra una pared. Qué más da un golpe más...
ESTÁS LEYENDO
Cómo entrenar a tu dragón week 2019
FanfictionRelatos en motivo de la semana temática #comoentrenaratudragon convocada por el grupo de MotinFanficker. #DÍA 1: Familia #DÍA 2: Reencuentro #DÍA 3: Nuevo entrenamiento #DÍA 5: Cicatrices #DÍA 6: Confesiones #DÍA 7: Capricho de dragón Los personaje...