DAY 7: CAPRICHO DE DRAGÓN

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Hiccup sabe que en general los dragones son seres racionales y dóciles. Al menos los que viven en su aldea. Pero eso no quita que en algunos días, los dragones de sus amigos necesitan un trato especial. Como si quisieran un capricho. Y claro, quién es el vikingo que les niega eso cuando se pasan todos los días aguantando los cambios de humor o terquedad vikinga. O locura en algunos casos, y para nada está pensando en ciertos mellizos. Por ejemplo, cuando Stormfly rechaza el barril de pescado, Astrid entiende que en realidad quiere decir que le apetece pollo -cuando está enferma y no quiere comer simplemente ataca el barril con las púas de su cola-. Hookfang es complicado de entender porque frecuentemente hace lo que quiere e ignora las órdenes de Snotlout, pero en ocasiones, sobre todo cuando es muy obediente, lo que quiere es que le froten la cabeza durante horas. Barf y Belch tienen su propio jinete pero a veces, enroscan su cuello de manera que son comandados por el otro gemelo. En realidad, Hiccup sabe que los gemelos lo saben, más que nada porque un día los escuchó preguntándose el motivo y al no llegar a ninguna conclusión, decidieron seguirles la corriente. Otro caso complicado es el de Meatlug. O bien tiene cientos de caprichos o bien, es Fishlegs el que se la pasa colmándola de mimos. Pero a pesar de eso, Hiccup cree que ahora es capaz de diferenciar cuando se trata de simples mimos y cuando de una verdadera necesidad de la dragona. Los cuentos de la princesa Meatlug es un mimo de Fishlegs. Cuando ella se friega contra Fishlegs y este le masajea las patas, es un capricho.

Es por todos estos pequeños detalles que Hiccup cree fervientemente que los dragones tienen sus momentos de caprichos. Igual que los humanos. Y eso no le molesta en absoluto, al contrario, le alegra que sus amigos se lleven tan bien con sus dragones. Lo que sí le molesta y no para de darle vueltas a la cabeza es que no encuentra ningún capricho de Toothless. Se ha pasado noches en vela intentando encontrar algún comportamiento fuera de lo normal, pero nada. Y le aterra pensar que cuando Toothless necesitaba alguna atención especial, él no se ha dado cuenta. ¿Cómo puede pensar en enseñar a tratar con un dragón cuando él no sabe hacerlo con el suyo propio? Al final, después de muchos dolores de cabeza, ha decidido empezar la misión "Encuentra caprichos".

La misión parecía ser prometedora pero ha quedado reducida a un mero formalismo. Al contrario, lo único que ha conseguido es que Toothless se lo quede viendo como si hubieran salido dos cabezas de golpe. Y no solo él, los demás del grupo pensaron que había cogido la varicela. ¿Cómo iba a saber que era alérgico a aquella planta? Lo único que quería era probar si a Toothless le gustaba... Que por cierto, la debe odiar porque cuando la vio en sus manos, salió corriendo. Y esa misma escena, sustituyendo la planta por otros objetos, se ha repetido a lo largo de la semana. Y ya se estaba quedando sin ideas, creyendo que era el peor jinete de Berk, cuando al regresar de la Sala del Consejo ve a Toothless subido al tejado de su casa, viendo la luna. Curioso, Hiccup sube al tejado y sentándose a su lado, le empieza a acariciar la cabeza.

- Hey campeón, ¿Te pasa algo?

Solo recibe un gemido como respuesta. Hiccup sigue acariciándole mientras alterna la mirada entre la luna y el dragón. Esa noche la luna era más grande de lo habitual y su luz iluminaba todo casi como si fuese de día.

- ¿Quieres volar?

Alzando sus apéndices auditivos, Toothless empieza a saltar emocionado, apresurándolo a montarlo. Alertado por todo el ruido, Stoick saca la cabeza por una ventana cuando ve a su hijo encima de Toothless que ha emprendido el vuelo.

- ¿¡A dónde vais ahora!?

- ¡No tengo ni idea! ¡No me esperes despierto! –grita Hiccup, pensando que este tipo de conversación hubiese sido imposible unos años atrás.

Desconociendo el destino, Hiccup pone la palanca en modo planeador de manera que Toothless puede maniobrar con total libertad.

Y tanta libertad.

En ninguno de los vuelos que han hecho hasta ahora, han realizado tantas piruletas como esa noche. Y seguidas. Toothless parece eufórico y no da señales de detenerse. Por su parte, Hiccup lo encuentra divertido y, aunque nota la cena en la boca del estómago, le deja hacer.

No es hasta mucho rato después que Toothless decide aterrar en un trozo de roca perdido en medio del mar. Y cuando sus patas tocan el suelo, se sienta mirando fijamente a Hiccup.

- ¿Q-qué? –pregunta el castaño confundido.

Toothless se moja los labios con la lengua.

- Oh, ¿tienes hambre? No he traído pescado... Supongo que podemos pescar algo. Aunque no sé cómo... Quizá con...

Rodando los ojos, reconociendo que Hiccup está perdido en su mente, Toothless se le acerca y lo tira al suelo.

- ¡Oye! ¿Y ahora por qué me tiras?

Pero su queja queda en el olvido cuando ve que el dragón se estira a su lado con la vista fija en el cielo. Es en ese momento cuando ve como miles de estrellas caen del cielo.

- Oh... Ya veo. Querías ver esto a solas... Claro, en casa estarán gritando preguntas a los dioses.

Si todos los caprichos de su dragón consisten en perderse en una isla lejana y ver espectáculos como ese, bienvenidos sean. Y los que no también. Al fin y al cabo, Toothless se los merece todos. 

Cómo entrenar a tu dragón week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora