Capítulo V

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente.

Su madre al ver la escena donde su hijo, uno de los menores y enfermo se encuentra tirado en el duro y frío piso, a simple vista se parece que fuese fallecido, de inmediatamente se pone como histérica y, comienza a llorar y gritar desconsoladamente por su hermoso bebé mientras lentamente y con miedo se acerca a su cuerpo a ver si aún tiene signos vitales pero al tocarlo solo se percata que está totalmente frío.

Por obra y gracias el hijo mayor de dicha mujer que se encuentra desesperada con su hijo en los brazos sin signos vitales para ella, ha regresado de su larga jornada laboral y al ver a su madre en la situación presente, se dispone a llamar a emergencias y a tranquilizar a su hermano pequeño, del cual ha había estado presenciado la escena y había entrado en un colapso de nervios; al terminar de tranquilizar al niño de solo cinco años, le pide que vaya a jugar en su habitación hasta que él mismo le llame.

Mientras la madre lloraba desconsoladamente y su hijo mayor intentaba apartarla para tranquilizarla; el joven que se encontraba en los brazos de su madre comienza a despertar al ver en la situación que se encuentra se asusta tanto al punto de comenzar a transpirar.

—Mamá ¿qué sucede? —pregunta el joven un poco adormecido y con cierta dificultad, al ver la angustia, tristeza y desesperación en el rostro de su madre conjuntamente con las lágrimas que corren por sus mejillas.

Todos los que se encontraban en la habitación se paralizan al escuchar la voz del joven que hasta un segundo creían lo peor de cualquier situación que se presente; todos sorprendidos y aliviados, más aún la madre que de inmediatamente lo acurruca entre sus brazos, le da uno que otro beso mientras me le dice cuando le ama. Finalmente esta vez sí se cerciora de que todo en él se encuentre en perfectas condiciones; el hijo mayor corre a llamar a emergencias y disculparse, sin embargo ya se encontraban esperando afuera del lugar.

— ¡Oh, hijo! —Exclama la madre— Me has pegado un susto —comienza a acariciar su mejilla con ternura—, pensé que tu corazón te había dado una muerte súbita ¡Gracias a Dios, todo está bien! —continúa llorando pero esta vez es de alivio mezclada con felicidad plena.

—Mami, no... —Wilson comienza hablar para disculparse y explicarle porque lo ha encontrado de esa forma pero fue interrumpido por Leonardo, su hermano mayor.

—Mamá, ya han llegado los paramédicos ¿qué hago con ellos? —pregunta apenado ya que la peor situación que se imaginaron solo fue una falsa alarma gracias a la paranoia que jugó con ellos.

—Creo que no debieron llamarlos, ya que no los necesitaremos —anuncia Wilson y le regala una pequeña sonrisa torcida a ambos.

— ¡Claro que lo vamos a necesitar! —Exclama la madre— Tenemos que ir al hospital a chequear todo lo que sea necesario ¡Así que vamos! —su hermano lo lleva en los brazos hasta la ambulancia, ya que le había explicado a los paramédicos la situación.

Han pasado más de cuatro horas, donde le han hecho todo tipo de exámenes a Wilson, inclusive los que no les corresponde hacer por rutina, ya que no tiene que ver con su cardiopatía pero todo se debe gracias a la exageración de su madre ¿pero quién no exageraría con semejante susto?

—Todo está en perfecta condiciones —dice el doctor Hurtado, el cual lleva el caso desde el primer momento y le regala una pequeña sonrisa—, pero ya sabes con el problema que hay en tu corazón debes tener cuidado, si continuas con tu tratamiento y tus asistencias frecuente a la consulta, tendrás una vida entera, campeón, para hacer casi todo lo que seas.

Wilson rodea los ojos porque se encuentra cansado del mismo discurso ya que desde el diagnóstico de su cardiopatía le han dicho lo mismo una y otra vez sin parar y al final siempre recae, está vivo de milagro; lo cual es curioso ahora es que lleva tres meses sin una recaída, así que casi cumplía el récord de no ir a emergencia y estar internado por varios días.

— ¿Me quedaré aquí? —pregunta Wilson, de inmediato, él realmente no le apetecía quedarse ahí, sabía perfectamente que ella se encontraba en el mismo sitio, tal vez a unas puertas o piso de separación, pero estaba cerca, odiaba ser cobarde, sin embargo el sentimiento de cobardía no se lo producía ella sino su madre, le producía más de una emoción negativa.

—No, no —niega rápidamente el doctor Hurtado, él sonríe de alivio—. Ya firmaré los papeles para así puedas retirarte, Wilson. ¡Cuídate, espero no tenerte pronto por aquí! —le regala una sonrisa, no le indica nada a la madre ya que ella sabe la rutina de memoria, ayudar a cambiar a Wilson, acomodar todo y dejarlo en su lugar, finalmente dirigirse a buscar en recepción donde la espera el doctor Hurtado, le hace entrega de los papeles para que ella los archive y finalmente salen del hospital.

El doctor Hurtado sale de la habitación para darles espacio, su madre se dispone en ayudarlo, sabiendo que él puede solo, a cambiarse y a guardar todas las cosas de su pertenencia en su maleta; él se siente muy feliz de no estar nuevamente internado por muchos días, solo fue algo literalmente de rutina, ya odia el sitio por las tantas veces que ha estado, sin embargo lo considera su segundo hogar. Al dejar todo en orden, como siempre le ha gustado a su madre, se disponen a salir de la habitación, durante el camino Wilson se detiene al verla...

 Al dejar todo en orden, como siempre le ha gustado a su madre, se disponen a salir de la habitación, durante el camino Wilson se detiene al verla

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2019 ⏰

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