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• Pulsaciones •


Había algo que comenzaba a hacerla sentir cómoda, y era estar detrás de Katsuki y Denki al lado de Mina;
seguirlos y hacer lo que ellos decían:
Cómo destruir perros de los enjambres, para Ochako era fácil romper huesos sin participar mucho más que su Quirck, Mina era quien hacia fluir tanto ácido que en ocasiones tenían que suspender el lugar donde lo hacían por reparaciones.

Felicitaciones y un entorno nada hostil era lo que se hacía costumbre, mientras ellas jodieran nadie las joderia.

Bakugou siempre les lanzaba medicamentos encima cuando terminaban más jodidas de lo normal, las alimentaba bien a pesar de negarlo, era curioso que las tratara como mierda pero a la vez no, era cruel pero justo.

Agradablemente atemorizante.

Comenzaba a agradarle Bakugou desde aquél día en el que Ochako lloraba de ansiedad, pero aún en ese estado, continuaba luchando contra Himiko por órdenes de Katsuki, sí no, dormiría en las perreras en el frío concreto. Terminó arrancando una oreja a Toga con los dientes, ya que sus manos y muslos de las piernas estaban perforadas y debilitados por los rápidos cuchillos de la ceniza, aunque Toga gimió un largo rato en el suelo por el placer de ser violentada, Ochako miraba asustada y nerviosa, hasta que escuchó un:

—Buena chica, duchate con agua caliente y desinfectaremos las heridas con los demás.

Miró algo asustada a Katsuki quien enotaba en el portapapeles con normalidad. Su corazón dió un latido fuerte y dejó de mirar al cenizo.

—Si, señor Bakugou.

Le gustaba que Bakugou y Denki fueran sus "tutores".

Se estaba, adaptando a dañar para no ser dañada.
Y lo menos que tenía que hacer era adaptarse a ese lugar.

Y lo menos que tenía que hacer era adaptarse a ese lugar

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La ducha había relajado su cuerpo.
Entró a su pequeña e improvisada habitación que compartía con Mina, con la mente pérdida en todo lo que ha pasado desde que fue coronada, lo que Tsuyu les había hecho a ella y Mina, en todo.

Hasta que recordó:

Mamá no está

Papá no está

Izuku no está

Su familia; todo, no estaba.

Mamá fue devorada, papá seguro fue asesinado al igual que Izuku.

—Cara redonda, lo que sigue.

Sólo faltaba el último entrenamiento de la tarde;

Estaba junto con Mina, no tenía nada de haber recibido el último cóctel de colores, pero sin embargo, ahí estaba Eri junto a Kai con agujas.

Ardió más que las veces anteriores.

Ochako sentía que dentro de su estómago había lava hirviendo. Odia los cocteles. Las horas pasaban y añoraba con fuerza que el día finalizara.

Entrenó, esquivó, levitó, palpó y rompió todo lo que Katsuki le ponía al frente junto con Denki.
Estaba cansada, demasiado, pero las líneas en las gráficas aún no llegaban a dónde Bakugou quería, ni al lado de las de Ashido que siempre terminaba recargada en la pared sudando a chorros y sin poder respirar, se veía que se esforzaba.

Debía llegar rápido, quería descansar. Intentó, intentó, intentó, intentó, intentó, intentó, intentó, intentó y;

el estrés la hizo llevar sus manos entre sus cabellos castaños.

Su realidad se rompió,

corrió lejos hacia la habitación de nuevo el intentó calmar sus nauseas.

Estaba gritando, al punto de hacer arder su garganta, apretaba fuerte su carne con sus propios dedos, las uñas se hundían y sentía que algo de algún origen aterrador se acercaba a devorarla. Estaba sola, completamente sola, no había nada ni nadie. Apretó los dientes hasta adormilar su mandivula. 

Aún seguía teniendo miedo, a decir verdad, no había dejarlo de tenerlo desde que había pisado el Limbo.

Quería gritar por ayuda, y el primer nombre que perforó su mente fue;

—¡Bakugou! —rompió el aire, desgarró el silencio.


El rojo invadía su rostro, respiraba rápido y sudaba en exceso. Levantó su cuerpo y hundió sus dientes en el brazo de Katsuki: la carne sabía curiosamente dulce.

Sus pupilas se dilataron, se sentía fuera de sí.
Mordió más fuerte y empotró contra la pared a Bakugou, seguro que la estaba insultando, pero todo era tan lejano que las palabras se distorsionaban antes de llegar a sus oídos.

Estaban tan cerca, ella estaba tan aferrada a él que sin ningún tipo de escrúpulos lo miró directo a la cara, aún con los dientes bien encajados en su antebrazo miró directamente a sus ojos; podía escuchar sus palpitaciones.

Pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones, pulsaciones;

La Dopamina se disparó por todo su torrente sanguíneo, la oxitocina jodió su cabeza y sintió arder sus mejillas.
Podía ganarle a Bakugou, podía ganarle si usaba su Quirck sobre él para hacerlo estar quieto, quizá y le gustaba duro, su mente aturdida le decía eso.
Lo tumbó al suelo y soltó el antebrazo sin derramar sangre de sus labios.

Quería probar su carne.

Gʀᴀᴠᴇᴅᴀᴅ ɪɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora