• Miradas •
Sus pupilas se volvían cada vez más profundas, su mirada saltaba de rincón en rincon, de esquina en esquina, en cada una de sus facciones.
Su cabello caía sobre sus mejillas y uno de aquellos dos largos mechones que tenía al frente se había pegado por la humedad en su hombro.
Su pecho subía y bajaba con calma y ansia; sus labios estaban ligeramente abiertos y sus mejillas se fundían en rojo cereza al ritmo de sus rápidas pulsaciones, las cuales se iban acelerando más conforme el aroma de piel quemada, caramelo y granos de café se mezclaban en la habitación.Ochako estaba recargada en la pared con el hombro izquierdo sangrando, la glicerina seguía desprendiendo su aroma de la enorme quemadura que tenía en el área. La castaña retomó la firmeza de su cuerpo cuando el dolor se esfumó, miró como Bakugou apretaba sus clavículas con un poco de desesperación para no manchar la bata blanca que adornaba su cuerpo.
Si, había enterrado sus dientes e incluso jaló con gran fuerza para intentar desprender algo de carne.
Tragó duramente cuando el calor de sus mejillas se iba esfumando, la sangre amarga como el caramelo quemado resbaló por su tráquea y miró su hombro con algo de miedo. Quería pedir disculpas pero la situación le aterraba aún más.
—Bakugou-kun —masculló mirando el suelo con evidente culpa. —Yo no quería, bueno, si, pero, no es que quisiera--
—Largo de aquí.
Las palabras cortaron todo y ella salió de inmediato de ahí.
Caminaba en silencio preguntándose el porqué había mordido el antebrazo y después las clavículas de quien menos debía. Mientras se perdía en sus miles de hipótesis logró captar un poco de realidad al escuchar algo que la sacó de contexto por completo. Risas, risas de niños. Levantó la mirada ante el fenómeno y caminó con cuidado al siguiente pasillo.
Entrenada como un perro de caza, avanzó en sigilo y centró su mirada en dos pequeños niños.
De ojos profundos y de cabellos húmedos, un niño y una niña.—Musgo —masculló curiosa, conforme el aroma se adentraba en sus fosas nasales, ella intentaba acercarse más hasta que sus pupilas se dilataron.
Jodido y podrido musgo, asquerosa humedad. Una descarga de adrenalina se soltó por su torrente sanguíneo al dar por hecho que esos niños eran hermanos de Asui Tsuyu.
El hedor la hizo sonreír de una forma enfermiza, se irguió con confianza y avanzó hacia los pequeños que jugaban con un par de carritos y canicas.
No pasó mucho para que la más pequeña levantara la mirada asustada.—¡¿Quién eres!? —chilló la niña. Ochako casi se quería preguntar el nombre de esos dos, pero sabría que no sería necesario.
—Hola, mucho gusto, soy gravedad —sonrió amable. El niño la miró un largo tiempo y decidió sonreír, la mujer se veía confiable, amable y tierna a diferencia de los demás.
La pequeña miró nerviosa el suelo, así que Uraraka tocó las canicas con delicadeza para romper esa barrera. Comenzaron a bailar en el aire y los dos pequeños sonrieron con energía.
Las canicas cada vez bailaban con más rapidez y os niños saltaban moviéndolas de lugar.
Un tacón tocó el suelo y Uraraka se esfumó de inmediato, los niños sólo lo notaron cuando las canicas cayeron al suelo.
Bakugou cubría con cuidado las heridas que había dejado la castaña, mientras disimuladamente entregaba el informe del avance de sus mascotas.
Todoroki era inteligente y dió una mirada rápida a la zona que Katsumi cubría con esmero.
Las puertas se abrieron y Mina Ashido portaba un elegante uniforme negro,de estar en las perreras a ser un depredador.
Era frustrante para todos, Ochako era la única que estaba estancada y por más que ella era sometida a cócteles y entrenamientos rigurosos, simplemente no alcanzaba las estadísticas.Todos estaban en fila, Uraraka con un bozal por órdenes de Mei, cualquiera que la viera optaría por darle la vuelta a la columna, su mirada irradiaba odio puro.
Hatsume no dejaba de dedicarle sonrisas burlonas y movimientos de labios despectivos.
Ashido acariciaba su cabello compareciendola.
—Es raro, el señor Bakugou no llega para la verificación —dijo en un puchero.Ochako miró ansiosa al suelo, moriría de vergüenza al verlo, de eso estaba segura.
El montón de perros comenzó a guardar silencio conforme la regidora avanzaba al pequeño escenario.
Mientras daba una charla de cuan miserables eran, Ochako sólo miraba a todos con atención. Era humillante tener un bozal vistoso y se sintió morir cuando entre los matices logró ver una sonrisa afilada.
Un latido la hizo sentir extrañamente feliz.
Mina miró la chispa en su mirada y buscó lo que la de Ochako ya había encontrado, estaba a punto de hablar cuando Bakugou se paró a su lado.
—¿Qué coño con sus delirios de grandeza? —gruñó refiriéndose a Mei.
Ochako y Mina se rieron por la ironía y el cenizo de una asesina mirada las hizo callar.
Entre miradas cómplices, Ashido logró captar lo que Uraraka. Su estómago dió un vuelco y no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.
Los mechones de Denki, Bakugou, Ashido y Ochako flotaban suavemente, la gravedad estaba disminuyendo un poco.¿Está feliz?
Pensó Katsuki mirando a Ochako.
Las dos miraban a un punto fijo, y Bakugou sólo chasqueo la lengua con orgullo.
ESTÁS LEYENDO
Gʀᴀᴠᴇᴅᴀᴅ ɪɪ
Fanfic[ᴘᵒʳᵗᵃᵈᵃ ʸ ˢᵉᵖᵃʳᵃᵈᵒʳᵉˢ ʰᵉʳᵐᵒˢᵃ ᵖᵒʳ ᵉˡ ᵃᵐᵒʳ ᵈᵉ ᵐⁱ ᵛⁱᵈᵃ @ᵃⁿʲʰᵉˡᵃ₉₇] 2do libro de Gravedad. Ochako Uraraka ha sido inculpada del atentado contra el enjambre y la regidora, por consecuencia fue arrastrada con Mina Ashido hacia las garras de Asui Tsuyu...