Afuera hacía un día precioso, con un aire fresco y suave haciendo constante presencia. Los niños pequeños aprovechaban a salir a jugar sin la molestia de escuchar a sus madres llamándolos para ir a ponerse un suéter encima para evitar resfriados. Algunos jóvenes reían con sus amigos, encestando canastas y celebrando amistades. Incluso estaba aquella chica de cabello largo y despeinado, quien había salido a leer su libro en aquel ambiente puro. Pero en todo ese paisaje, aislado de toda preocupación, caminaba a paso rápido aquel viejo hombre extrovertido y amable, con un rostro sonrojado y perdido, extrañando a más de alguno.
Entró directo a su casa y sin titubear en un paso se dirigió a aquella habitación con un desorden que solo él comprendía. Una melodía suave y meliflua empezó a sonar dentro de las cuatro paredes, resonando ligeramente en el pasillo, llenando ese pequeño estudio que se sentía como el mundo entero para el Artista. Un dulce piano acompañado de campanitas que le daban una mágica sensación, haciendo más colorida y pacífica la imaginación. Este Artista se sentó en su silla, cantando levemente pequeñas frases que se le venían a la mente, combinándolas con la melodía. Abrió la gaveta junto al escritorio y sacó un cuadernillo media carta, de hojas color hueso. Luego un lápiz H y le saco la mejor punta para luego relajarse con el aroma a madera que este desprendía, dio un suave soplo para que las pequeñas partículas y polvo de mina que se impregnaban las paredes del material salieran volando para mezclarse con el aire. Acercó el croquis que descansaba en la esquina del escritorio y empezó a moldear la posición de ese cuerpo de madera y metal. Al final lo apoyó sobre su propia armazón en una pose tan natural y libre.
Ese día el viejo Artista había conocido a una linda señora, que le pareció tan dulce, tierna y hermosa. Después de haber conversado con ella un rato y sentirse avergonzado por muchas cosas que le dijo sin gran sentido y torpes cumplidos con la primera intención de llamar su atención, regresó casi corriendo a su pequeño gran mundo, esa habitación en el primer piso de su casa, la mas grande de su propiedad, la más cálida y por supuesto su favorita. Esta poseía unos cuantos caballetes, las paredes decoradas de murales y con retazos de papeles pegados sin patrón, regadas con ideas de nuevas piezas de arte. También con estanterías llenas de materiales de todo tipo, pinturas, crayones, bloques de hojas e incluso un libro consultor de colores Pantone.
Empezó a mover el lápiz sin tocar el papel aun, haciendo líneas flotantes para decidir con que trazo comenzar la vida de un nuevo dibujo. Suspiró para empezar a dibujar un círculo de tamaño medio pequeño, atravesarlo con una línea horizontal y una vertical y seguir con la construcción base de un rostro humano. Delineó primero la barbilla fuerte del personaje, sería un chico joven, uno como solía serlo él hace varios años. Luego en el centro del rostro hizo su nariz un poco grande, pero sin pasarse para que aun se lograra ver un poco de delicadeza en ella, los labios eran finos y dibujó un lindo lunar debajo de ellos. Sus ojos serían grandes y curiosos, que lo harían ver tierno, o muy serio y tentador. Sus cejas eran cubiertas por un cabello despeinado y divertido, algo despreocupado. Y para terminar su cabeza, unas orejas con varios aretes u argollas para decorarlos.
Esta vez observó la pose de su croquis y empezó a ilustrarla con líneas simples y círculos junto a lo anteriormente dibujado. Paso suavemente el borrador moldeable por la hoja, rodándolo sobre esta para alivianar la cantidad de grafito y hacer los trazos menos visibles. Usando estas líneas más transparentes de base creó el torso del chico, fuerte y que parecía ser parte del cuerpo de algún dios griego, cubierto con una camisa básica de manga corta hasta arriba de los codos. Los brazos serían de un ancho prudente, sin ser muy llamativos pero que se verían ejercitados y con músculos marcados de todas formas. La cintura era pequeña, luego bajaba a unas caderas lisas y concluir con las piernas marcadas y firmes. Un cuerpo muy varonil, con un rostro muy expresivo.
El artista sonrió, sintiéndose conforme con el sketch creado. Se sentía identificado con sus delineados y detalles; con la perfecta forma de expresar su personalidad exacta. Por lo tanto, había algo que le hacía falta, algo que esa dulce vecina lo había inspirado para encerrarse por alguna cantidad indefinida de tiempo en su preciado escondite. A su creación le hacía falta un alma que lo acompañara en ese mundo de laminas de pulpa celulosa. A un alma pura que lo cuidara de otros dibujos creados en momentos de ira y frustración, de otros demonios creados por el mismo Artista. Ya que los días de este creativo y carismático hombre no eran siempre felices, así que decidió crear a un compañero para su joven reflejo en papel.
Empezó a dibujar la base del rostro como anteriormente sin preocuparse mucho, pero luego se percató que tenía la firmeza de un ser masculino. Dibujo su mandíbula delicada, una que fuera un lindo paseo para los dedos del contrario de acariciar. Sus labios serian pomposos, para que su chico se deleitara con ellos. Dio resalte a sus tiernas mejillas, para darle unas facciones mas aniñadas. Sus ojos eran brillantes y pequeños, las cejas cortas y tiernas y a diferencia del personaje anterior, no tenía muchos adornos en sus orejas, solo un pequeño diamantito en el lóbulo derecho. Su cabello era liso, y aunque el dibujo fuera estático por reglas lógicas, se podía sentir lo liviano de este para que una pequeña brisa de aire sea capaz de moverlo delicadamente.
Volvió a cambiar la pose del muñeco de madera y sin rostro a una pose mas tímida. Después de tener los primeros trazos listos le dio forma a su delgado y más bajo cuerpo. Este no sería similar el de un dios como el chico anterior, sería más como una ninfa, un hada y guardián del bosque. La cintura sería pequeña y delgada. Su pecho, hombros, brazos y manos cubiertas por un suéter grande, mostrando apenas los dedos juguetones que este poseía. Sus piernas se miraban trabajadas, pero el que una de ellas se escondiera levemente detrás de la otra le daba un aspecto más delicado y reservado.
Sonrío al ver como sus dos nuevas creaciones se complementaban tan bien en todo. Hacían una perfecta armonía entre si, con las cualidades necesarias en cantidades específicas para que fueran tan diferentes a cualquier combinación que alguien más imaginara. Y por eso ese Artista amaba tanto lo que hacía y se amaba a si mismo, porque sabía de lo que sus manos, su mente y sus sentimientos podían hacer al ponerse de acuerdo. Pero el pensamiento de encontrar a alguien, a esta avanzada edad y que se complementara tanto a él como podían hacerlo estos dos chicos lo tenían muy pensativo.
Suspiró con melancolía y escribió sobre los sketches los nombres de ambas personas, "Jungkook y Jimin". Revisó la hora y se levantó de su silla, apagó la música, salió de su estudio sin cerrar el cuadernillo en el que había trabajado, dejándolo abierto donde había plasmado sus sueños. Subió a su habitación y se acostó en su cama. El sueño lo estaba carcomiendo y su mente al fin se sentía un poco más tranquila. Así que cerró sus ojos hasta quedarse dormido y empezar a soñar con sus dos nuevas creaciones cobrando vida y saliendo al mundo real para descubrirlo y vivirlo juntos. Lo que él no sabía es que eso no estaba tan alejado de la magia que estaba ocurriendo verdaderamente en ese cuarto que poseía el corazón del Artista.
Hola a todos, esta al fin sería la primera historia de nuestra cuenta, y sí, digo nuestra ya que somos dos chicas la que escribimos por aquí, Gem y Nis. Yo, presente aquí escribiendo, pueden llamarme Nis. Pero esta historia es una que hice como un regalo especial para mi compañera. Gem se encargó de hcer esa bella intro la cual de seguro leyeron cuando entraron a la historia.
Espero a que sea de su agrado y que le den mucho amor. Después de todo, aquí estaran expresándose lasmentes de dos personas llenas de colores diferentes las cuales se complementan es su totalidad.
『NIS』
ESTÁS LEYENDO
Real Colors ◈ Jikook
FanfictionAbre tus ojos, aprecia tu entorno y verás que todo a tu alrededor está irradiando color. Azul, amarillo, rosa, rojo, verde... La lista nunca acaba. Estamos hechos de color. Magia de diferentes tonalidades y matices que le dan energía y distinción a...