C H A P T E R II

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El viejo artista bajó nuevamente a su estudio antes de salir a comprar el desayuno de cada mañana: unos panecillos en la panadería del pueblito, un poco de queso y mantequilla de aquel camión que venía una vez a la semana y por un pequeño pichel de jugo de naranja que vendía la señora de segunda edad con un huerto en su jardín; todo un lujo para empezar el día. Fue a buscar sus crayones de madera en la estantería más baja del trinchante junto a la puerta de la habitación, regresó a su mesa de trabajo y puso esa caja llena de colores y marcas distintas con crayones que encontraba perdidos y otros cuantos que había comprado en librerías mientras estaba en ofertas con el tiempo. Corrió las cortinas blancas y abrió las ventanas. Era un día igual de fresco que el anterior.

Tomó un crayón verde que estaba encima del resto y se le ocurrió una idea. Cerró el cuaderno que dejó abierto el día anterior y sacó uno más grande tamaño oficio, de un papel más liso y de un blanco más puro. Seleccionó diferentes tonalidades de verdes que encontró dentro de la misma caja y los empezó a apartar del resto, colocándolos en un pequeño montículo sobre la mesa. Habían tonos esmeralda, pistacho, lima, hoja, marinos, trébol y menta. Volvió a dibujar a Jungkook de cuerpo completo, con tonos fuertes y puros -dándole fuerza a su personalidad-, haciendo sombreados con Los verdes hoja y marinos. Tomó un verde quetzal para escribir su nombre sobre el dibujo y recalcar algunos detalles como los ojos y zonas del cuerpo donde llegaba la menor iluminación.

Sentado junto a él, empezó a recrear a Jimin con sus piernas cruzadas y sus codos apoyados en sus rodillas, sus manos sostenían su cabeza y poseía una dulce sonrisa de labios cerrados pero que fácilmente hacían sus ojos más pequeños. Para él uso tonos más claros, pasteles o mesclados con un poco de amarillo para hacerlos más iluminados, ya que combinaban y recreaban idealmente a Jimin. Entre ellos predominaba mucho el verde lima, junto con el menta para darle más frescura y el pistacho para hacer profundidad. En pocas ocasiones utilizó verdes más oscuros que estos, pero pasándolos de forma suave sobre el papel para que no fueran tan intensos. Con el verde esmeralda finalizó su dibujo poniendo el nombre de Jimin sobre él, acompañando al que había escrito anteriormente.

Guardó los crayones de regreso en su caja y la puso sobre el estante correspondiente. Dejó el cuaderno abierto después de usarlo. No es como si alguien fuera a ensuciarlo para tener que verse obligado a guardarlo de regreso, ya que en su casa no rondaba nadie más que él, y lo más que suelen acercarse terceros a su estudio son personas como el cartero que apenas llega a tocar la puerta de su casa. Además le gustaba mantener sus creaciones expuestas en su lugar seguro ya que sentía que su arte podía sentirse tranquilo y seguro estando allí, sin sentirse encerrado entre las mismas hojas, o escondido para no ser criticado por cualquiera que quisiera imponer sus pensamientos sobre lo que considera más cuerdo, más hermoso o más valioso. No quería decir que le tenía poco cuidado a sus trabajos Ese era solo un símbolo de las ataduras que dejaba atrás al entrar en su estudio, sintiendo que su arte podía cobrar vida al ser acariciado por el aire del exterior.

El Artista salió de su casa a realizar sus compras y allí fue cuando la magia de estos colores verdosos empezó a actuar. Fue la mejor idea usar esos colores y tonos para dar el primer coloreado a sus nuevas creaciones. El verde es el color de vida, de nuevo comienzo. Es capaz de darle vida a los desiertos, de nutrir los árboles, alimentar animales, decorar jardines y purificar el aire. Esta lleno de abundancia, prosperidad y energía. Rebasa la salud y el bienestar. Transmite frescura, vitalidad y tranquilidad. Y si es capaz de revivir las esperanzas del mundo exterior, ¿por qué no también en la misma pieza de arte creada a base de estos honestos sentimientos de un humilde mozo?

Jimin levantó la cabeza de sus manos, se estiró un poco, haciendo unas tiernas muecas. Luego separó sus piernas y bostezo, chasqueando un par de veces la lengua. Curioso por estar en un nuevo mundo, y el primero donde había estado, miro hacia arriba, donde estaba su nombre escrito en una letra pulcra.

—Ji... min —pronunció con cuidado y sonrió. Le gustaba su nombre. También le gustó la voz suave que salió de sus labios

Luego bajó la vista hacia su cuerpo. Lo examino por varios segundos. Movió sus deditos y sus tobillos. También intentó mover los dedos de los pies, pero solo notaba los minis bultos moviéndose debajo del material de sus tenis. Llevó sus manos a su suéter y se concentró en la suave textura de la tela, hizo una expresión divertida al darse cuenta que esta no era parte de su cuerpo así que estiró la tela de su cuello y asomó la cabeza por el hueco. Se quedó un corto tiempo analizando la forma en la que sus músculos abdominales se plegaban gracias a su posición y dos circulitos más arriba de un tono más oscuro al resto de su piel. Como un niño pequeño, que quería tocar todo lo que veía para saciar su curiosidad, metió una de sus manos debajo del borde de su prenda para tocar su piel, pero antes de poder llegar a hacer contacto a esas dos manchitas sintió algo que lo tocaba en la cabeza.

Rápidamente sacó su mano de allí y protegió la parte vital de su cuerpo, detrás de sus rodillas, haciéndose una bolita aun más chiquita. Temeroso subió la mirada para ver de que se trataba. Pero su corazón, el cual latía a mil por hora, se calmó de inmediato al ver el atractivo y carismático rostro de un chico, de apariencia igual de joven que la suya. Dejó caer de nuevo sus piernas al suelo, mostrándose más vulnerable ante aquel ser tan varonil. Notó como este lo examinaba descaradamente, sin pizca de rudeza o de alguna emoción que pudiera causarle miedo o incomodidad al más bajito. Jimin analizaba también su cuerpo, su ropa y sus movimientos. Jungkook que hincó para quedar más a la altura del otro y analizar su rostro. Jimin también se centró en sus facciones y sonrió al ser consiente de la mirada de admiración y dulzura del contrario hacia él.

Jungkook intentó acercar su mano al rostro que lo tenía tan maravillado por su adorable belleza, pero cuando este se alejó de él con un poco de miedo, solo pudo sonreírle de la manera más sincera.

—Soy Jungkook —Dijo señalando las palabras sobre sus cabezas—. Y allí también dice que tu nombre es Jimin, suena muy lindo. Especial para ti.

Esta vez Jimin sonrió y se acercó la distancia que se había alejado anteriormente. Esta vez fue él quien acercó su mano hacia Jungkook, este solo cerró sus ojos y se inclinó más hacia adelante para facilitar el contacto. La pequeña mano se poso sobre uno de los pómulos del más alto y Jimin abrió sus ojitos aun más al sentir la suave piel que poseía. Acarició suavemente su mejilla y miró intensamente al contrario como pidiendo permiso para seguir estudiando su faz, a lo que este solo asintió. Sus dedos empezaron moverse sobre su tez facial, subiendo primero a su frente, bajar luego por el puente de su nariz, alisando sus cejas con su otra manita y luego tocar muy precavido los párpados de quien solo se dejaba hacer, sonriendo ante ese contacto que se sentía tan bien. Pasó a acariciar su nariz y oprimir cual botón la punta de esta, bajó a sus labios y con una mano sostuvo su mentón para sostenerlo y acortar la distancia para ver más de cerca ese lunar muy pequeñito.

—Jimin... —no podía dejar de pronunciar su nombre, aun dentro de su mente este resonaba como su palabra favorita—. Pensé que eras más tímido —solo se encogió de hombros—, déjame escuchar tu voz.

La mirada de Jimin que se mantenía en sus labios, viendo como estos músculos se movían creando esos dulces sonidos, pero al dejarlos de escuchar alzó la vista a sus ojos y le sonrió.

—Tu voz es tan dulce, eres muy bonito.

Jungkook creyó haber escuchado la voz más hermosa del mundo, aun cuando era la única que había escuchado. Pero mostró la sonrisa más grande que había hecho.

—Pequeño, ¿me dejarías abrazarte?

Jimin asintió con entusiasmo que hacían sus ojos brillar.

—Quiero que te quedes conmigo por siempre —agregó el chico de mejillas más regordetas, acercándose más a su nuevo compañero y dejarse rodear por esos brazos que serían su nuevo lugar favorito.

Eran un par de almas demasiado inocentes, sin haber tenido más contacto con el cruel y diferente mundo exterior que abarcaba todo fuera de esas cuatro paredes, como para saber exactamente lo que significaba un "para siempre". Apenas habían llegado a la vida como para tener alguna percepción de aquello. Ambos querían conocerse, conocer sus nuevos cuerpos y corazones. Estaban tan llenos de curiosidad al aparecer de la nada en un pequeño universo blanco, a diferencia de ellos. Pero ambos estaban convencidos de que de una u otra forma lo lograrían. Su mundo de todas formas no podría llamarse menos real que el que asechaba allá afuera, ya que los sentimientos de un artista serian siempre tan auténticos, sin importar cualquier cosa que ocurra en la realidad externa que compartían con más personas que no sabían crear sus propias galaxias.

Real Colors ◈ JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora