Capitulo 1: Ojos grises

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Tic, tac, tic, tac..... El ruido que hace reloj que hay al lado de mi cama es lo único que me distrae de no escuchar los gritos que proviene del salón. Todos los viernes papi llega oliendo mal y mami me encierra en mi habitación durante horas mientras que escuchos sus gritos, después de eso hay un portazo y mami viene a mi habitación con muchas pupas para cantarme una canción mientras llora. No me gusta que llore y se lo digo pero ella me hace callar mientras me susurra: Mi querida Atenea, algún día dejaré de llorar y nos iremos las dos a vivir a un lugar donde ya nada nos haga daño. Te lo prometo, vamos a ser muy felices.

Ojala esa promesa se hubiera cumplido. Me despierto de golpe cuando escucho un portazo, no hay casi luz en la habitación, debo haber dormido toda la tarde, me levanto y me acerco al baño que la habitación y pego la oreja a la puerta escuchando el llanto de una chica, de repente la puerta se abre y caigo encima de la llorona,debo deciros que sí amigos, soy torpe y me vais a ver liándola muchas veces.

Me levanto de la chica y por fin puedo verla, tiene el pelo rubio muy largo y rizado, su piel es más blanca que la nieve, bueno tanto no, cuando miró sus ojos azules los veo rojos y con lágrimas aún.

-Ehm, soy Atenea, tu nueva compañera de cuarto- Digo incomoda, la rubia solo me mira desde el suelo y no dice nada.

-Yo soy Cloe- Dice finalmente después de levantarse, sin mirarme a los ojos se dirige a la cama que di por supuesto que era suya cuando entré.

-Veo que no eres muy habladora........ Vale, no me hables sino quieres pero el director me dijo que me ibas a explicar las normas del centro, así que...

-Las normas son muy simples, toque de queda a las 23, los fines desemana no hay, si faltas a clase serás castigada, no respetas el toque de queda, castigada, no respetas a tus superiores, castigada,no usas el uniforme, castigada, llegas tarde, castigada y un sin fin más de castigada- Cuando acaba coge aire, ya que había dicho todo lo anterior sin parar ni coger aire.

-Es decir que estaré castigada la mitad del año.

-Se podría decir que sí- Finalmente me miró y vi un poco de diversión en sus ojos.

-¿Por qué estabas llorando?- Digo sin poder callarme y al segundo me arrepiento tras ver como la diversión de sus ojos pasaba otra vez a la tristeza.

-Si quieres sobrevivir aquí tienes que saber que aquí hay una jerarquía, arriba del todo están los que hacen llamar la élite, seguido de ellos están sus zorritas personales, luego están la gente mundana que siga las normas creadas por la élite y luego estoy yo que soy objeto de burla de la élite o como les gusta llamarme, la mascota. Me caes bien, te recomiendo que te mantengas lo más alejada de mí sino quieres forma parte del escuadrón más bajo de la jerarquía, ya es suficiente malo que te hayan puesto en mi misma habitación.

-Bueno Cloe, te voy a decir una cosa, tal y como me lo pintas no sé si estoy interesada en estar ningún lado de esa jerarquía, pero si tengo que elegir creo que te haré compañía, total, he formado parte del escuadrón más bajo de la jerarquía toda mi vida por unos años más no va a pasar nada.

Cloe me mira casi llorando de nuevo y sin más se levanta y me abraza susurrándome al oído un débil "gracias". Hace dos meses que nadie me abrazaba , casi se me olvidaba de lo bien que se sentía. Después de una pequeña charla sobre más cosas que debía saber del instituto, nos dormimos, yo con incertidumbre por saber lo que me espera y Cloe creo que con alivio por saber que mañana no se va atener que enfrentar sola a lo que sea que le estén haciendo. No pude salvar a mi madre, pero tal vez pueda salvar a Cloe.

Admiro mi reflejo en el espejo del baño mientras me pongo el uniforme que consta de una falda negra de cuadros de cintura alta que me llega por un poca más de la mitad del muslo y un jersey gris con el escudo del instituto. Me fijo en mis ojos dispares, mi tez blanca con varias pecas y mi anodino pelo castaño, aún sigo teniendo cara de niña pequeña a pesar de todo lo vivido, suspiró. 

Cloe y yo somos las primeras en llegar al salón de clase, en el camino me encontrado con todo tipo de miradas, desde la curiosidad hasta el desagrado total, todos mis pensamientos se van de mi cabeza cuando suena el timbre y todos empiezan a entrar en el aula, incluido el profesor.

No sé como lo he conseguido pero he llegado a la hora del almuerzo, Cloe durante las clases permaneció en un estado de ánimo hablador y contento pero ahora es todo lo contrario.

-Atenea no crees que es mejor ir a nuestra habitación, seguro que la cafetería estará llena- Noto nerviosismo en su tono.

-Tengo hambre, si quieres cogemos la comida y nos vamos a otra parte- Al oírme se le iluminan los ojos y me coge de la mano arrastrándome a lo que supongo es la cafetería.

La rubia tenía razón, la cafetería estaba llena de gente, no pensaba que hubiera tanta gente en este internado. Nos ponemos en la fila para coger nuestras comidas cuando de repente todo el mundo se queda callado, notó como mi amiga casi se le ponen los pelos de punta cuando escucho una voz gritando su nombre desde el fondo de la cafetería y al girarme para ver de quien provenía el sonido mis ojos se quedan fijos en unos ojos grises que me miran fijamente, sin poder apartar la mirada veo como empieza a sonreír de una manera irónica y yo como tonta que soy me empiezo a sonrojar,Dios, Atenea, sé lista por primera vez en tu vida y aparta la mirada, pero antes de que yo lo haga él lo hace dejándome confundida.

Aprovecho que ya no me mira para fijarme en él, pelo negro alborotado, tez blanca como la leche, nariz recta, labios llenos con piercing incluido, y lo más importante un cartel invisible de peligro inminente. Salgo de mi ensoñación cuando escucho un gemido de sorpresa a mi lado, cuando voy a ver me doy cuenta que una chica acababa de tirar su comida encima de Cloe, esta empieza a llorar y sale corriendo, quería decirle cuatro cosas a esa chica pero me di cuenta de que todo lo que me dijo ayer Cloe era cierto y seguramente si hiciera aquello sólo empeoraría la situación de Cloe, así que salí corriendo para alcanzar a mi amiga, quería que supiese que ahora tenía un apoyo y un hombro donde llorar.

Cuando estoy llegando a la puerta de la cafetería,oigo una voz ronca.

-Eh ojos raros ¿Dónde vas tan rápido?

Al girarme veo el origen de esa voz, ojos grices. Me mira esperando a que hable pero no encuentro mi voz, ¿Pero que me pasa hoy?

-¿Te ha comido la lengua el gato, verdad?

- Primero, no me llames "ojos raros", segundo, como puedes ver no me ha comido la lengua nadie y tercero voy a consolar a mi amiga porque una gilipollas no tiene vida propia y tiene que meterse en la vida de otras personas- Hay un silencio sepulcral, puedo ver la sorpresa en ojos grices durante unos segundos, pero enseguida esa sorpresa pasa a ser ira.

-Al parecer la mascota no te enseño como va este colegio, aquí yo soy Dios y a Dios se le respeta y sino lo haces, bueno, será divertido ver como hago que me respetes. Pero te perdonaré esta vez, claro, si me pides perdón, hazlo- Lo último lo dijo casi gritando, como quien ordena a su perro sentarse.

-Dios,.....¡Qué te den por culo gilipollas!- Con eso me doy la vuelta y salgo de la cafetería con el corazón apunto de explotar.

Creo que me acabo de unir oficialmente al escuadrón más bajo de la jerarquía.

Presunta inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora