Soñando

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Abrió sus ojos, rápidamente, como si hubiera parpadeado, pero no, estaba despertando de una gratificante noche de sueño.

Hasta que una punzada atacó su cabeza, ya lo recordaba, la noche anterior había bebido de más, aquel dolor ha de ser por la resaca. Se levantó de la cama y caminó hasta la pared junto a su cama, sólo dos pasos, para verse en el gran espejo de cuerpo completo que colgaba; contempló su rostro demacrado, esparcido con restos de maquillaje fuera de lugar.

La noche anterior se había ido a beber luego de terminar una misión importante que le había encomendado su capo, quien recalcó la importancia de la misma en reiteradas ocasiones frente a sus compañeros.

Oh, si. Cada resaca de su vida valdría la pena si es por celebrar los favores cumplidos para aquel hombre. Lo aceptaba y lo disfrutaba.

Cada día que pasaba a su lado eran mejores que el anterior. El ocio y el trabajo los habían llevado a vivir aventuras extrañas y de todo tipo; bizarras, muchas veces; y aquello sólo llenaba la mente de Abbacchio con ilusiones y fantasías. Sobre todo cuando se hacía con sus audífonos y apartaba su mente del lugar donde estaba su cuerpo.

Pensando.

Soñando despierto con un futuro junto a su capo.

Y, pese a la dura y fría realidad, lo aceptaba. Lo asumía junto a él.

Los días no dejaban de pasar, el tiempo hacía todo más ameno y agradable, cada día que termina es aquel hombre adorandolo cada vez más. Porque hacer algo instantáneo apestaba, nada se comparaba al apreciar con detalle cada acción, palabra o gesto, como también los mimos camuflados que solía darle de vez en vez.

Adoraba todo aquello.

Pero dolía amarlo tanto y no poder expresarlo de la forma en que quería. No obstante, lo asumía, y permanecía junto a él.

Los roces contra su piel quemaban y a veces las palabras sobraban.

¿De verdad podía amarlo tanto? Claro que si. Eso y mucho más.

El tiempo pasa. Y sigue pasando.

Los excesos le pasan la cuenta, ya le cuesta trabajo discernir entre su fantasía y la realidad, en cualquier momento iba a explotar. Pero no ha sido él.

El ángel ha explotado, y le ha dicho que nota lo melancólico y triste de su rostro, que le preocupa. Y es entonces que los ojos ámbar se alzan para encontrar los celestes.

¿Cómo no haberlo visto antes?

El plan cambia. Se siente como una caída.

—Yo… -intentó hablar- Bruno… -las palabras se acumulaban en su boca, provocándole náuseas; no sabía cómo ni de qué manera decirlo- Y-yo…

—Vamos, habla, no puede ser tan malo.

El peligris lo observó acongojado, intentando encontrar las palabras indicadas para describir lo que sentía por aquel maravilloso ser.

—Yo… sin ti no soy nada...

Without you I'm nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora