Espera

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Era el segundo día en que Bruno no aparecía, y Leone estaba desesperado.

Había sido enviado a una misión importante sin mayores detalles.

Estaba sentado en las escaleras del pórtico de la casa que compartía con su pequeña banda, mientras bebía whisky en un pequeño vaso. Mista y Narancia jugaban con un balón de fútbol, matando el tiempo, a su vez, Fugo leía un libro apoyado en una pared.

La noche antes de partir había tenido una pequeña discusión con el pelinegro por una soberana estupidez, según él.

Estaba asustado, temía por él, porque no volviera y nunca poder disculparse.

Cuarto día, Mista estaba paranoico, casi tanto como él.

Se había pasado las horas bebiendo en silencio, de aquí para allá, buscando soledad y tranquilidad. Estaba harto de que todos le preguntaran por Bucciarati, él sabía tanto como ellos.

Y era frustrante.

La última conversación con su amado resonó en su cabeza.

—... entiéndelo, Leone.

—No digas estupideces, no puedes terminarme por algo así.

—Si puedo, y lo estoy haciendo —le dió la espalda —.

Déja esto, por favor —lo sujetó de un brazo—. Los problemas no se solucionan de esta manera, conversémoslo apropiadamente.

—No... —abrió la puerta con su mano libre, y de un tirón liberó la otra— No mereces nada de esto, así que olvídate de mí, Leone.

Bueno, no había sido una pequeña y simple discusión. Bruno le pidió que se olvidara de él ¿A caso sabía que desaparecería? ¿Todo esto era a propósito?

Nada en la cabeza de Leone encajaba.

Quince días, y Bruno no daba señales de vida. Para estas alturas, Leone era un desastre total.

Estaba acostado sobre algo rígido y frío ¿Dónde estaba? Abrió los ojos y observó a su alrededor.

—Bruno...

Su garganta reprodujo su nombre por inercia. Ya lo recordaba, le había estado siguiendo el paso con Moody Blues la noche anterior, pero ¿qué hacía en esa vieja casa?

El olor a sal inundó su nariz. Se levantó y comenzó a observar el inmueble, al llegar a lo que parecía la entrada abrió la puerta y se topó con el mar

El sol le molestó a sus ojos y volvió a entrar, cerrando la puerta a sus espaldas.

El lugar parecía antiguo y sin uso desde hace mucho. No recordaba muy bien cómo llegó hasta ahí, sólo que había estado bebiendo y consumiendo otras cosas...

Mierda, Bruno se molestará con él cuando sepa sobre eso.

Llamó a su stand y lo hizo volver a convertirse en Bruno, fue en la rebobinación que lo descubrió escribiendo una nota, el papel seguía ahí.

"Leone:

Sabía que terminarías buscándome, así que decidí dejarte esta nota. Estoy bien, no podré comunicarme contigo o los chicos porque estaré en una misión fuera del país, no es algo grave, a Polpo le gusta que vaya por mercancías exóticas.

Yo... lamento nuestra discusión, y las cosas egoístas que te dije antes de irme, nunca ha sido mi intención herirte. Cuando regrese intentaré darte una explicación.

Con amor, Bruno Bucciarati"

Suficiente.

Leone abrazó el trozo de papel, como si estuviera abrazando al que lo escribió, lo necesitaba. De verdad lo necesitaba.

En su retorcida y deprimida imaginación creía que Bruno lo odiaba, y por eso había terminado con lo que sea que tenían y se había marchado. De verdad creía que nunca más lo volvería a ver. Se dejó caer de rodillas al suelo, liberando todas las lágrimas que había acumulado las ultimas semanas, gritando de frustración.

En verdad amaba a ese hombre, y le importaban una mierda las explicaciones, pues lo perdonaría de todas formas, fuera lo que fuese.

Leone Abbacchio estaba perdidamente enamorado de Bruno Bucciarati.

Without you I'm nothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora