"La Cura Perfecta". *( #VEGEXBY )* - #FBLA19 -

La Mariposa.

NARRA VEGETTA:

El cielo estaba despejado y soleado, todavía se levantaba alguna que otra brisa fría, pero el sol entibiaba lo suficiente como para disfrutar del día. A medida que la primavera avanzaba, el aire comenzaba a ser invadido con el olor a verde de los nuevos brotes y de las nuevas flores que dentro de poco invadirían los parques como en el que acababa de estacionar el coche. Suspiré profundamente para disfrutar de ese aroma, mientras me bajaba del auto y caminaba bordeando el parque que coronaba un grupo de edificios y aglomerados de apartamentos relativamente nuevos, a unos minutos del centro de Madrid. Rogué que ninguno de los niños y adolescentes que jugaban en el parque o que estaban con los skates me reconociera. Me ajusté la gorra, me subí el cuello de la chaqueta con disimulo y me encaminé hacia los departamentos al otro lado, en una de las esquinas del parque, caminando con largas y presurosas zancadas y, llegando hasta el portero eléctrico, toqué el timbre, que sonó como si hubiera matado una chicharra con el dedo, y esperé unos segundos. Al cabo de un momento, su cara apareció en la pantallita; Alex estaba tal cual lo había visto hacía dos meses, pálido y ojeroso como de costumbre, con ese rostro pequeño y delicado que pareciera ser lavado a diario con formol y no con agua.

-Sube. -dijo, sin más, en cuanto me vio. Una de las esquinas de su boca apenas si se había estirado hacia arriba. Vale que ya habíamos arreglado con semanas de antelación que yo me hiciera una escapada a su casa, aprovechando una reunión con la editorial, pero vaya tío más parco...

Durante estos meses habíamos hablado día por medio, estando en contacto con más frecuencia de la normal, eso sí, pero casi nunca mencionamos lo que teníamos. Nuestro trato fue el de siempre, tal vez apenitas más meloso que el de dos simples amigos, pero nunca nos comportamos como dos tontos enamorados, porque no sentíamos que estábamos en ese plan. Habíamos mencionado muy poco del tema y acordamos no dejar nada planteado, sólo lo disfrutábamos y ya. Pero luego de dos meses de sólo puras charlas por whatsapp o llamadas de Discord, intenté hacer un esfuerzo para verle porque ya no podía conmigo mismo. Necesitaba verle, tocarle, besarle, y esa necesidad de él era francamente irritante porque, además de ponerme molesto, se estaba volviendo una molestia por sí misma, y sabía muy bien que me estaba metiendo a un berenjenal. Pero en cuanto le mencioné la posibilidad de venir a verle, noté su entusiasmo, aunque bastante disimulado, y también esa incomodidad que siempre surgía entre ambos cuando se colaba el romance en una charla, pero que, de tenernos cara a cara, se esfumaba, suplantada por el deseo que nos teníamos. Eso también lo teníamos bien en claro.

Así que, luego de la reunión con la editorial que Willy y yo tuvimos a media tarde, me dirigí hacia su casa, y como no podía ser de otra manera, me di cuenta de que Willy algo sospechaba ya. No dijo nada, simplemente que le enviara sus saludos a Alex cuando le mencioné que venía a verle un rato y, con su mejor cara de circunstancia, se despidió. Si sabía algo, jamás lo diría a no ser que yo le suelte algo. Pero vamos, que era mi mejor amigo. Mi madre me conocía mejor que nadie y luego estaba Guille. Ya se habrá olido algo cuando Alex vino a mi casa y podría jurar que en el brillo de sus pequeños ojos yo pude leer la complicidad.

Me la estaba jugando, pero a unos niveles insospechados.

Al abrir la puerta me encontré con una señora que se estaba haciendo un embrollo con unas bolsas del supermercado, algunas naranjas se le habían ido rodando por el suelo, un par de tomates se habían abollado y estaban manchando la alfombra, e incluso una lechuga y un pomelo habían escapado de la bolsa, que se había roto por el peso, y por poco y no estaba a gatas tratando de recoger todo.

-¡Ay, disculpa! -dijo, viéndose en el medio del camino en el hall de entrada, apartándose el cabello rubio de la cara rápidamente y desesperándose en juntar todo.