Suicidio.
Eso fue lo que pensó al verle de tal manera.
Su corazón se dispara cual ráfaga de adrenalina. Su inhalación cortada le impedía resollar correctamente el aire a su organismo. Sentía sus pulmones marchitarse a falta de aire.
Dororo se angustia con tan sólo imaginar lo peor; una tragedia, y ella sin haber podido impedirlo. Estaba asustada, ¿cómo es que debería actuar una niña de tan sólo doce años ante una situación como ésa? Una pequeña contemplando un atroz atentado contra la naturalidad del ciclo de vida de uno mismo. No lo sabía. Únicamente su subconsciente le indicaba que corriera a él lo antes posible. Sus pequeños pies llegaron al punto de fatiga. Siente sus muslos arder, y sus piernas comienzan a hormiguear. Subir escalones en carrera era lo peor, el puente tenía una altura aproximada de 10 metros de altura y estaba avecindándose cada vez más, pero ella sentía como si entre más se acercara, más se alejara Hyakkimaru, casi creando una ilusión psicodélica en la que había quedado atrapada y de la cual no había forma de salir.
—¡ANIKI! — Vuelve a gritar esperando que le vea. —¡ESPERA, ANIKI! — Dejó de sentir el frío, el estar corriendo frenéticamente logra hacerla entrar en calor.
Su garganta y sus delgados labios se secan, y dentro de la primera se forma un nudo que resulta insoportable para ella. Aún así, la helada brisa nocturna logra golpear exitosamente a lo largo de toda su cara, y en consecuencia, sus pómulos se vuelven rojizos y todo aquel color recae en su nariz que se había vuelto similar a una pequeña cereza.
El monstruo.
Estaba el joven de pie al borde del puente, con monotonía en su mirar, dirige sus ocelos a Dororo quien se acerca debilitada por la carrera en el ascenso de la maldita infinidad de escalones. Ella está cada vez más y más cerca. Siente que va a desfallecer, pero no va a ceder. No se rendirá y jura sobre de sí misma que impedirá que cometa una estupidez.
Finalmente, Dororo, se detiene hasta llegar a Hyakkimaru. Agradecía profundamente en sus adentros que aquel laberinto tortuoso de escalones hayase finalizado. Dororo mantiene distancia con él, y se dispone a negociar o intentar hablar para evitar una tragedia. Los luceros de los postes de alumbrado y los anuncios, dejan al descubierto la escena, y ambos pueden verse perfectamente las caras. Los ojos del mayor se ven cansados e hinchados, como si... Hubiese estado llorando.
—Aniki...— Pronuncia la niña con su voz hecha un hilo. Traga saliva, para humedecer su garganta, y así mismo se relame ambas comisuras de sus delgados labios, que el despiadado frío terminó por secar.
Observa detenidamente el rostro de Hyakkimaru; su cabello revolotea con ayuda del viento, y su rostro queda al descubierto, pues la corriente de aire despeja su rostro del rebelde flequillo que bailoteaba al ritmo de la brisa. —Tú... — Es lo único que sale de sus labios.
Los ojos de Dororo, se abren tan sólo un poco y parpadea un par de veces, esperando a que diga algo más.
¿Qué debía hacer? Lo correcto seria llamar a emergencias pero... No era posible en aquel momento, ahora solamente constaba de Dororo y la voluntad del ajeno por vivir.
—E-Escucha... — Se le oye asustada. —No sé por lo que estés pasando. Tampoco sé qué tipo de vida tengas, pero... Por favor escúchame.
Hyakkimaru no comprende. ¿Por qué lo hacía? ¿No podía simplemente marcharse? O pudo haber hecho como si no hubiese visto nada, y continuar como si nada en su bicicleta rumbo a no sé dónde. Le cuesta trabajo procesar el motivo por el cuál una niña había llegado justo en el momento preciso donde tenía planeado quitarse la vida después de tanto tiempo de haberlo pensado. Se hallaba confundido, no era capaz de llegar a una conclusión exacta. ¿Por qué a él? Había urdido que su vida se terminaría ahí mismo, en ése mismo momento y llega una niña a inmiscuirse en su acto. Frunce el entre cejo y la ve directo a sus ojos, clavando profundamente su visión en ella. Se llena de ira y disgusto por tenerla ahí. —No interfieras. — Sentenció proyectando frigidez.
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иαcεя ραяα мσяιя. 〘 нчαккιмαяυ χ dσяσяσ 〙 百鬼丸 ↻どろろ
Fanfiction"Ambos sabían que amar significaba morir". La delicadeza de la vida suele pasar desaparecida a menudo ante los ojos de las personas; el significado del amor, llega tempranamente a la pequeña Dororo: quien a sus doce años, conoce a Hyakkimaru; un est...