i choose to believe.

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Los tonos cobrizos del otoño envolvían a ambos detectives, quienes habían decidido salir a tomar aire y a realizar una recopilación mental acerca de lo averiguado en los últimos días. Habían pasado horas y horas leyendo archivos y tomando notas, era la parte favorita de Joshua al momento de investigar.

Plantear los datos con los que contaban para tenerlos organizados y a la vista le generaban una increíble paz interna. En el pequeño departamento contaban con una pared forrada en corcho, por lo que se les había facilitado el trabajo y allí habían clavado nombres, direcciones y fechas.

De cualquier manera, Dun sentía que volvía a estar en una clase de física de la escuela, teniendo lo necesario frente a él para resolver el ejercicio, pero sin tener en claro cómo hacerlo. Repasó una vez más lo que habían conseguido y tomó otro sorbo de su café antes de interrumpir el silencio que los rodeaba.

- Deberíamos descartar varios casos.

Urie volteó a verlo alzando una ceja, se detuvo a su lado y espero que continuara hablando.

- La desaparición del bolso con cincuenta mil dólares fue en Cánada, ¿por qué lo tenemos entre los casos? Ni siquiera nos corresponde -habló sacudiendo su cabello.

Un par de personas caminaban por ahí, ambos las miraban con precaución al hablar, les alteraba el hecho de no tener un rostro para su objetivo. Necesitaban más que un nombre y una manera de llevar crimenes adelante, les hacía falta color de cabello, altura, facciones, edad, contextura, color de ojos y cicatrices, tal vez.

- Fue cerca de la frontera, a solo un par de kilometros, por eso no lo habían descartado -explicó el azabache tirando su vaso vacío en un cesto.

- De todas maneras, ese caso, el del lamborghini, los doce intentos de robo a Tiffany's, el del sabueso del alcalde y el de la entradera a aquella discoteca en Los Angeles... Todos esos deberíamos descartarlos.

- Si es por la desestructuración de los hechos, estoy de acuerdo. También deberíamos dejar de lado el del bolso de la hija del presidente, y la caja de celulares en California -agregó el mayor, soltó un suspiro frustrado -. Aún así, solo son dieciocho de unos ciento veinte, y nos falta revisar la mitad.

- Hay una conexión entre los cuarenta casos que ya vimos, por ahora, o al menos es la única que noté, mi cerebro está quemandose -murmuró viendo como unos niños los obervaban con curiosidad -. Todos los robos se dieron en periodos de tiempo en que las cosas estaban sin supervisión, no fueron al azar, Brendon.

- Pensé que era obvio, Josh, estamos tratando con un profesional y te lo he dicho.

- Claro, pero me refiero a que, según los testimonios, hay siempre cinco días de diferencia entre la última vez que estuvieron con los objetos hasta que se enteran de su desaparición -elaboró con duda, no estaba muy seguro de eso-. Cosa que me parece completamente ridícula e innecesaria, puede ser una gran casualidad, ¿por qué demonios pensaría eso?

- No lo sé, pero me aferraré a todo lo que parezca una pista, aunque no sirva de nada -admitió el otro entre risas -. Vamos, después de todo, si no lo descubrimos, tal vez podemos escribir un interesante libro acerca de sus métodos de robo.

Dun rió y empujó a su compañero debilmente, agradecía poder trabajar con él.

Desde que lo había conocido en el primer año de la academía habían sido inseparables, realmente. Los logros de Brendon alegraban a Joshua y viceversa, compartían tiempo en la oficina y luego del trabajo en el bar, solían hacer viajes en las vacaciones. El hecho de que ambos estuvieran solos hacía que la gente, al verlos tanto juntos, creyera que iban a morir unicamente con la compañía del otro.

A Dun a esa altura no le disgustaría, no creía necesitar nada más que a su amigo lloriqueando a un lado de su ataúd. Reía a menudo con esa escena imaginaria, porque cuando lo decía en voz alta Boyd solía actuar de forma exagerada el momento. Estaban en las buenas y en las malas, y el bienestar del otro solía ser su prioridad.

De esas amistades que a veces solo encuentras una vez en la vida y aseguras que pase lo que pase te acompañará siempre.

-¿No te apetece una pizza? -cuestionó Urie sacandolo de sus pensamientos-. Necesito los carbohidratos, el café no me hizo mucho efecto.

- Si no te conociera, creería que solo haces tiempo para no volver al departamento -lo acusó divertido, el otro colocó una mano en su hombro.

- ¿Yo? ¿Haciendo tiempo para no volver a trabajar como un esclavo? -su tono de voz y sus movimientos de falsa molestia lo hicieron reír-. ¿Quién me crees? ¿Joshua Dun?

- Eres un idiota, Boyd.

(...)

Mientras su compañero masticaba un bocado de la pizza con piña que habían pedido, Joshua seguía con su recopilación mental, incluso había tomado su celular, buscando en internet acerca de Tyler Joseph. Pensó que quizás las investigaciones de algunos aficionados podrían ayudarlos a encontrar al hombre.

Buscaba un patrón antes que nada, algo que les dijera acerca de su siguiente movimiento, pero al parecer no podían siquiera terminar de organizar todos los casos.

Habían analizado los casos desde el 2012, cuando encontraron esa primera nota firmada con las iniciales TJ. Luego los del 2013, incluyendo aquel que no era un robo, sino la explosión de un pequeño orfanato a las afueras de Los Angeles. En aquella oportunidad murieron 34 personas, incluyendo niños y adolescentes, y se destruyeron los archivos y toda la información del lugar, el pedazo de una carpeta que mostraba el nombre Tyler Joseph apareció a un lado de la famosa firma TJ.

Así, uniendo puntos, obtuvieron un nombre, alguien para culpar. Pero nada más que eso.

Una de las notas de un blog llamó su atención mientras investigaba, era un hombre que decía haber visto a Joseph y juraba lealtad a él, le juraba que nunca diría ni una palabra. El texto repetía una y otra vez que no lo contactaran, que no hablaran con la policia, para su suerte, al parecer pocas personas lo habían visto.

La publicación era de hacía dos días y la ubicación era Columbus, Ohio.

- Necesitamos volver al departamento, rápido -soltó Dun poniendose de pie, su amigo lo miró con confusión -. Dije rápido, Urie.

- Ya, bien, de acuerdo -también se puso de pie, tomando su abrigo y sus cosas, llamó a la mesera y le entregó cincuenta dólares -. El cambio es propina, señorita.

Ambos salieron de prisa del lugar, subiendose al auto de Brendon, quien lo puso en marcha obedeciendo las ordenes de su compañero.

- ¿Me dirás qué ocurre? ¿Acaso descubriste algo? -cuestionó sin quitar la vista del camino y acelerando.

- No realmente, pero tal vez sí, necesitamos rastrear una dirección IP - explicó sin dar muchas vueltas-, alguien dice haber visto a Joseph, y no perdemos nada interrogandolo.

- ¿Estás seguro? Quizás deberíamos esperar a tener algo más -murmuró Urie, no muy seguro de su plan-. Puede que sea una pérdida de tiempo.

- O puede que nos salve, si no lo hacemos él puede irse de Ohio y volveremos al comienzo -suspiró y sacudió su cabello-, elijo creer esta vez.

- De acuerdo, yo te sigo, Dun -le sonrió su compañero, él le devolvió el gesto.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2020 ⏰

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[Morph to someone else.] tyshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora