Héctor era el más alto de los tres amigos como de un metro ochenta, vestía pantalones negros, camisa blanca y zapatos marrones de vestir. Tenía ojos negros y pelo castaño. Nada fuera de lo común.
Pedro estaba a la altura de Franck. Tenía una vestimenta similar a la de Héctor, lo único que cambiaba era que no llevaba camisa, tenía en sima una camiseta blanca que los hombres usan dentro de sus prendas. Sus ojos verdes me llamaban la atención eran bastante grandes y su pelo era como de fuego, de un rojo intenso.
Franck me presento a sus dos amigos, se portaron bastante educados a decir verdad, después me cargo al baño de visitas, para poder quitarme yo las medias y que él pudiera poner bien el vendaje. El baño estaba del lado izquierdo de la puerta de entrada. De hecho el baño no lo había notado para nada y en ese trayecto, de la cocina hasta ahí, logré notar que el librero, hubicado en la sala, era como un pasadizo secreto que daba a un cuarto un poco grande en donde ellos se habían protegido de los bombardeos, el día anterior.
Ya estando en el baño, me senté en el retrete para quitar mis medias amarillas, cuidando que no tocaran mucho la herida. Me puse de nuevo los zapatos, se sentía un poco raro no tener calcetas en los pies, pero me agradó la idea. Di unos dos pasos para llegar al lava manos y verme en el espejo. Mi melena risada color marrón estaba hecha un desastre. Tuve que tomar un poco de agua e intentar peinarla, bueno ya estaba algo decente por así decirlo. Salí de ese baño que la verdad era bastante grande y, como todo en esta casa, era totalmente blanco.
Fuera estaba Franck esperándome junto a la gran ventana y miraba a la calle, después volteo a verme.-¿Lista para limpiar esa herida en su rodilla señorita Zahara?.-
-Supongo que si.- le dije no tan convencida.
-¿Te vuelvo a cargar o ya estás un poco mejor después de quitarte esas medias raras que tenías?-
-Para tu información mis medias no son raras y si, si puedo caminar un poco mejor.- le dije con un intento de enojo fallido.
-Muy bien niña de medias raras, ve y siéntate en el sofá grande.- al parecer también Franck intento imitar mi enojo fallido pero no le salió del todo. Más bien dio risa.
Ya estando en el sillón grande Franck comenzó a desinfectar la rodilla. Dolió mucho esa parte del proceso. Después empezó a poner un pomada verde, no supe que era exactamente, pero olía a hierbas como de menta o algo así. Finalmente hizo un pequeño vendaje.No me había percatado de que sus otros dos amigos ya no estaban. Entonces se escucharon unas cuantas carcajadas y frases en el cuarto que estaba de tras de nosotros aunque no les presté atención a lo que decían.
-Bueno Zahara ya tienes una herida limpia, solo no dejes que se vuelva a infectar. Tendremos que renovar el vendaje cada dos días.-
-Si esta bien. ¿Cómo sabes tanto de esto?.-
-¿De qué?.-
-De poner vendas y pomadas que huelen feo.-
-Bueno no es gran cosa poner vendas, me enseñó mi madre, ella era enfermera en el hospital municipal y cada que yo me cortaba o me hacía un raspón, de niño, lo bendaba, al final se cansó de que siempre me pasaba algo y decidió que tenía que aprender, para curarme yo solo.-
- Valla que eras travieso.-
-Sí que lo era.- Le dio un poco de risa y me uní a él.- Oye Zahara, perdón por no preguntar antes, pero ¿tienes hambre?.-
- Tengo mucha hambre.- Dije intentando parecerlo, porque realmente mi hambre era muy grande y podría comer cinco platos enteros.
- Esta bien señorita, sígueme por aquí.- Nos levantamos del sofá y yo lo seguí, aunque aún me dolía mi rodilla, intenté ir cojeando.- de hecho iba por panes para la comida cuando te encontré.
-¿Panes? En la cocina? Yo busque por todos lados y no encontré nada.-
-Pues se ve que no eres una niña muy lista Zahara.-
-Ja ja muy gracioso.- Su comentario no me causo nada de gracia. Yo había recorrido de arriba a abajo los cajones y no note nada sospechoso, y al menos yo me consideraba una buena detective de la comida.
Llegamos a la cocina y Frack se dirigió a un pequeño cajón que se encontraba cerca del piso, lo abrió por completo y por dentro estaba basio ni rastro de alguna miga de pan.
-Lo ves Franck, "BASIO".- Le recalque - no hay nada o tu pan desapareció por arte de magia.-Y crees que mi pan lo dejaria ahí, al alcance de una niña que husmea mi refugio, no, no, no señorita. Observa y veras.- Abrió la superficie del cajón como si fuera la caja de un mago y ahí dentro se encontraban varios panes envueltos en un bolsa de papel-cartón.
-Hum nada que no haya visto antes.- dije intentando parecer como si ya lo supiera y Frack rio ante mis palabras tontas.- Hey! ¿De qué te ries?.- pregunte molesta.
- De nada Zahara. Ven, vamos a comer.-La comida fue muy abundante: queso, el pan de Frank, mermelada de fresa casera, pepinillos y un poco de jamon, todo en un perfecto equilibrio de sabores. Todos al rededor de la mesa rectangular, ubicada en el centro del cuarto.
-¿Y bien, Zahara verdad?.- rompió el silencio Héctor y asentí con la cabeza ante su pregunta.- ¿Como has dado con nuestro refugio?-
-supongo que pura casualidad. Entre aqui por las bombas que se desplegaron al último, vi esta casa y entre.- No diría lo que en verdad había sucedido el día anterior y como había llegado hasta aqui. Me parecía algo que no deberían saber todos los desconocidos con quien me topase.
-¿Y porque tan sola eeh? Donde estan tus padres?.-
-Ellos...- mis ojos se nublaron y no pude terminar la frase.-Muy bien chicos se termino el interrogatorio.- soltó Frack dándose cuenta de lo que me pasaba, me abrazo y tomo de mi mano para ir fuera del cuarto.- vamos. Tal ves te haga bien tomar un poco de aire fresco.- Asentí con la cabeza.
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La vida del pasado
Teen FictionZahara era una joven de 15 años que vivía con su padre y su madre. Solía caminar por los senderos de una gran arboleda, con inmensos arboles de oro, pero un día todo eso cambio. La guerra estaba encima de ellos y bombardearon la ciudad en done viv...