Ella tenía una mirada profunda con su cuerpo bañado de un rojo carmesí, mis ojos se llenaban de lágrimas al mirarla y en mi garganta contenía un gran nudo de llanto, quería que esto solo fuera un sueño y que al despertar pudiera encontrar a mi madre con una hermosa sonrisa en su rostro, mirándola detenidamente sin parar. La abrase con las fuerzas que aun me quedaban pero su tieso cuerpo ensangrentado ya no tenía el color rosado de su piel y sus extremidades ya no podían acogerme, como una madre que ama a su hija.
El ambiente se tornaba cada ves mas espeso y el aire, que antes era puro, ya no podía respirarse pues el humo provocado por la explosión me asfixiaba y mi cuerpo pedía a gritos el oxigeno. No quería dejar a mi madre sola entre los escombros, quería quedarme con ella pues ya no me importaba si moría ahogada entre el aire toxico que se acumulaba en mis pulmones, me llene de coraje y le dije al oído con voz dulce -Te veo del otro lado mamá.- una lágrima recorrió mi mejilla hasta llegar a caer en las ropas de mi madre, la mire de nuevo con ojos temblorosos y me acurruque a su lado sin importar que.
Hubo mucho rato de silencio y ya empezaba a creer que todo había acabado cuando de un momento a otro se escucho como azotaban la puerta y entraban con brusquedad, vi una silueta que se acercaba y gritaba mi nombre al mismo tiempo, el hombre era alto, como de unos dos metros, no logré ver su rostro pues el cansancio ganaba la batalla y me deje vencer. Muchas cosas pasaron por mi cabeza en ese momento sentía odio y tristeza a la ves, necesitaba a mi madre eso es lo que más quería, ahora ya no me quedaba nada.-Zahara, Zahara, despierta -. Reconocí la voz al instante y mis ojos se abrieron lentamente hasta lograr distinguir su rostro, era mi padre, me levanté al instante sin salir de la cama donde me encontraba y lo abrase como si hubieran pasado años de no haberlo visto, mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar como una niña pequeña.
- papá - le dije entre sollozos - papá, quiero a mi mamá de vuelta- mi padre me abrazó con más fuerza y soltó un grito ahogador, solo sentí como sus lágrimas eran derramadas sobre mi playera. Se separó de mi un momento y me miró por un instante.
-Zahara pensé que también te había perdido al igual que a tu madre, vine corriendo a casa en cuanto empezó el bombardeo, la casa estaba casi en ruinas cuando llegue y pensé lo peor. Solo te vi a ti y a tu...- no termino de completar la frase, puso sus manos sobre su cara y lloró como nunca antes, lo abrase con cariño para unirme a su tristeza, pasaron unos cuantos minutos para llenarse de coraje y limpiar sus lágrimas, luego limpiar las mías con delicadeza.
- Papá ¿ahora a donde iremos?, Tengo mucho miedo.- dije con voz temblorosa.
- No lo sé Zahara, no lo sé.- sé quedo pensando por un largo rato y luego se recostó a un lado de la cama, yo me uni a él pero no logré dormir, en mi cabeza pasaban vagos recuerdos y pensamientos que no me dejaban en paz.
Al parecer estábamos en una especie de refugio pues había muchas personas gritando y lamentándose, a mis costados se encontraban enfermos y heridos, muchos de ellos sin piernas y sin brazos a causa de las explosiones que se propagaron por toda la ciudad. Me quedé observando a las enfermeras que iban y venían de un lugar a otro sin parar, las demás personas solo se limitaban a quejarse y a hundirse en la tristeza por la perdida de sus familiares.Eran ya las 6:36 de la tarde cuando decidí levantarme de la cama, mi padre aún seguía durmiendo al parecer estaba muy agobiado por lo sucedido y necesitaba descansar, mientras, me di a la tarea de buscar por todo el refugio algo de comer pero no encontré migaja alguna, todo se había agotado a causa de tanta gente hambrienta que ya no tenía hogar a donde regresar y encontrar en su mesa un manjar de frutas y verduras. No me di por vencida mi padre tenía que comer al igual que yo, seguí buscando y buscando, camine por cada rincón del refugio hasta toparme con la puerta de salida, estaba entre abierta y de ella se asomaba un pequeño rayo de sol, sé que la curiosidad mató al gato pero no me resistí a ello. Abrí la puerta con cautela para que no me descubriese alguien y salí corriendo como liebre, cuando por fin estaba lejos mire detenidamente al rededor, toda la ciudad estaba en ruinas y muchas de las estructuras aún ardían en llamas. Camine por media ahora observando cadáveres que aún se encontraban tirados por las calles, algunos de esos cuerpos estaban apilados un sobre otro para luego ser quemados y que sólo sus cenizas quedarán como recuerdo , aquellas imágenes me llenaban de nostalgia haciéndome recordar a mi madre, que hace apenas unas horas, aún podía estar a su lado.
Seguí caminando dándome cuanta de lo lejos que me encontraba del refugio, estaba ya en las afueras del ciudad, en las últimas casas que daban hacia el bosque dorado y decidí subir a una colina muy alta hasta lograr ver por completo mi basto hogar derruido y quemado, hecho mierda por aquellas personas que mataron a mi madre, aquellas personas a las que tanto odiaba y aquellas personas que pagarían por lo que habían hecho. Observe la ciudad y logré hallar el edificio del refugio que se encontraba muy en el centro, me parecía increíble que aún siguiera intacto pues fue en esa zona en donde se había bombardeado aún mas, era casi como un milagro. Vi también la pequeña colonia donde antes vivía, estaba totalmente en llamas nada había quedado, solo cenizas y unas cuantas construcciones en pie. Ya no quería mirar más, me causaba un dolor profundo ver cómo se deshacía todo lo que antes fue mi vida y di vuelta para adentrarme en lo profundo del bosque, ahí nada había sido destruido, cada árbol, cada rama, cada flor, todo intacto. Camine por los senderos que me recordaban a mi niñez y el cariño que les tenía a esos hermosos árboles, en otoño sus hojas tornaban el bosque de colores brillantes y dorados, y el suelo, lo cubría un manto de hojas amarillezcas, era un mundo de colores sin fin, aunque en ese momento el invierto reinaba en aquel lugar y esos colores vivaces habían desaparecido por completo tornándolo de un verde profundo con tonalidades marrones deprimentes. Estuve merodeando un buen rato por aquellos altos arboles observando cada detalle y divagando en mi memoria infinidad de recuerdos que me llegaban al instante, no podía creer lo que estaba pasándome, el día había empezado tan bien con hermosos regalos de navidad y que al terminar la noche, iríamos a cenar con toda mi familia junta en una velada alegre, llena de risas.
La noche ya comenzaba a cubrir gran parte de la ciudad y el bosque era cada ves mas obscuro, mire hacia arriba, las estrellas, junto con la luna, ya podían distinguirse emitiendo una luz muy tenue mientras yo buscaba el camino para volver con mi padre, ¡es cierto mi padre!, no había pensado en él desde que salí del edificio tenia que llevar algo de comer, lo había olvidado por completo. Corrí hacia las afueras del bosque llegando de nuevo a la alta colina, se escucharon ruidos extraños como los que se habían escuchado justo hoy en la mañana antes del bombardeo, encima de mi pasaron con gran velocidad grandes avionetas con símbolo enemigo, pensé lo peor y estaba en lo correcto, empecé a correr pensado en mi padre, en todas las personas que aun vivan y se encontraban refugiadas. Mi ojos se humedecieron derramando lágrimas que nublaban mi vista tropezando con alguna especie de roca, no le di mucha importancia, me levante y seguí corriendo entre las calles escuchando de nuevo las explosiones, tenia mucho miedo, no quería perder a mi padre era lo único que me quedaba hasta ahora, era mi culpa, no debí haberlo dejado solo tenia que estar con él a toda costa, lo había abandonado y ahora el me abandonaría para siempre al igual que mi madre si no llegaba a tiempo, pero al parecer ya lo había hecho, estaba ya a dos cuadras del refugio justo cuando una avioneta cruzo el cielo, dejando caer un objeto grande desde lo alto y entonces mi padre se fue al igual que todas esas personas que aun tenían la esperanza de vivir y tener una vida por delante con la familia que aun les quedaba. Me tire de rodillas, no lo soportaba mas, todo este dolor me carcomía por dentro.
-¡NO!, ¡padre!, ¡madre!.-grite con amargura y agache la cabeza.- ¿por qué me han abandonado?-. No quería estar mas aquí, quería estar con ellos y ellos se había ido, ya no me quedaba nada.
La ciudad ardía en llamas alumbrando aquella noche y las cenizas volaba en lo mas alto del cielo nocturno como pequeñas estrellas que desaparecían al instante. Mire a mi alrededor decidida a levantarme, pero para qué, ¿a donde iría?, ¿a mi casa?, ¿cuál casa? podría ser cualquiera.
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La vida del pasado
Teen FictionZahara era una joven de 15 años que vivía con su padre y su madre. Solía caminar por los senderos de una gran arboleda, con inmensos arboles de oro, pero un día todo eso cambio. La guerra estaba encima de ellos y bombardearon la ciudad en done viv...