Wanderlust. | Mike.exe × Trollino

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—Trolli ¿No crees que deberíamos desatarlo ya?— Pregunto el rubio mientras ambos desayunaban con una clara preocupación.

—No.— Contestó dándole un sorbo a su café.

—Pero Trolli, se morirá de hambre.— Volvio a hablar el más bajo. —No deja que yo le de, además a estado durmiendo ahí dos noches seguidas.

—Dije que no.— Volvio a contestar ignorandolo.

—Lo voy a desatar.— Hablo Mike, levantándose de la mesa ya caminando hacia la salida de la cocina. —No me importa que me digas.

—Mike, el puede atacarnos como la última vez ¿Recuerdas?— Dijo levantándose de la mesa y sujetando del brazo al rubio. —Si algo pasa...

—No les haré nada si eso es lo que les preocupa.— Se escuchó una voz ajena a la de ambos. Los dos se miraron y caminaron hacia donde estaba el exe quien suspiro con frustración. —No tengo mi poder, en mi mundo me lo quitaron.

—¿Quién?— Pregunto Mike.

—¿Por qué?— Pregunto el azabache.

—Mi mundo es cruel y despiadado, si ven que alguien es débil lo matan, ellos creyeron que yo lo era y bueno... escape antes de que pudieran terminarlo.— Explicó.

—¿Y saben que estas aquí?— Pregunto Trolli nuevamente, el ojirubi negó con la cabeza.

—Pero... ¿no tienes como atacarnos cierto?— Pregunto Mike.

—No, yo no tengo nada de fuerza, cuando me la quitaron no podía ni levantarme... Solo pude abrir un portal hacia acá y ya.

Mike miro a Trolli, el azabache suspiro y tras pensárselo unos segundos asintió asiendo sonreír al rubio quien se agachó a la altura del .exe para desatarlo.

—Espera.— Hablo Trolli, ambos rubios lo miraron. —Te juro que si haces algo... La mínima cosa que sea extraña te voy a matar.— Hablo dirigiéndose al rubio más oscuro quien solo asintió. El ojiazul rodó los ojos y se volvió a la cocina para terminar su café.

El ojigris le miro y le sonrió para reconfortarlo, nuevamente su sonrisa le dio asco pero no podía decirlo en voz alta, después de todo le estaba ayudando.

—Gracias.— Murmuro, Mike asintió terminando con el nudo que mantenía sus piernas inmóviles.

—¿Puedes levantarte?— Pregunto el más bajo.

—Supongo que si.— Contestó arrodilladose para poder hacerlo, Mike lo tomo del brazo ayudándolo a hacerlo y para impedir que cayera si no resistía su propio peso. —No se si me duelen las piernas por mi pelea o por que las mantuve atadas dos días.

—Probablemente sea por ambos motivos.— Contestó con una pequeña sonrisa Mike. —¿Quieres comer algo?

—No.— Contestó sin embargo su estómago rugió fuertemente, tanto que su contraparte lo escucho haciendo que su sonrisa creciera. —Bueno s-si.— Volvio a contestar un poco avergonzado.

—Ven, te prepararé un cereal.

—¿Qué es un cereal?— Pregunto siguiéndolo a la cocina.

Había muchas cosas que debía aprender.

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