Mala noticia: No había ningún carrito
Buena noticia: Se me había ocurrido otra forma de entrar
El observatorio Wilson no era tan grande en realidad. Hasta dónde podía ver, no sería más grande que una cancha de fútbol promedio, quizás un poco más. El observatorio estaba encima de una pequeña colina, y para subir habían...unas cuantas centenas de gradas.
Genial, ahora encima tenía que hacer ejercicio. Abajo había un parqueo, las taquillas, una cafetería, una tienda de recuerdos y una puerta, restringida al público, al parecer.
Bueno, pues por allí entraría.
Investigué un poco el perímetro. No parecía tan difícil entrar, apenas eran las siete, y en esta época del mes habían muchas nubes, así que no había prácticamente nada que observar y la gente apenas venía. Todo perfecto, pero había un pequeño problema. No tenía ni idea de que podría ser ese cuartito. ¿Y si tenía algo radioactivo? Era un observatorio después de todo, no me parecía tan descabellada esa teoría.
Pero debía entrar, así que respiré hondo y abrí un poco la puerta. En realidad se trataba sólo de un pequeño almacén. Supongo que aquí guardaban el equipo que usaban, habían telescopios rotos, maquetas de planetas, carteles, cúpulas de vidrio, y un montón de instrumentos de metal de todo tipo que jamás había visto en la vida. El resto era un montón de basura, posiblemente restos de exposiciones pasadas o de repente cosas que ya no querían, ni idea.
Sólo que no sabía cómo rayos entraría al observatorio con alguna de las cosas que estaban allí.
Genial, había perdido mi tiempo examinando una tonta bodega y aún no tenía idea de como entraría. Salí a tomar aire, un poco molesto de no haber hallado ni ejotes.
Hasta, que la divina inspiración me llegó, y tuve una brillante idea. Admito que a veces hasta me paso de brillante.
Había un perro amarrado a un poste. Era mediano, parecía un Hush Puppy o algo así. Igual, no es que sepa mucho de razas de perro. El caso es que el pobre debía llevar un buen tiempo allí, porque ya se había resignado a la idea y dormitaba un poco. Yo sólo esperaba que fuera capaz de armar un buen jaleo.
Todo lo que necesitaba era ganarme su confianza. Así que fui a ver si alguien había dejado algo de comida tirada en la cafetería. ¿Quién sabe?, la gente deja muchas cosas por ahí. Pero justo me saqué la lotería. A mi alcance, sin ninguna supervisión había una parilla con unas salchichas asándose. Así que sólo agarré una y me fui. Fácil.
A 100 metros del perro, él ya olía esa salchicha, así que se despertó, sacudió y supongo que se preparó mentalmente para recibir esa delicia, que ya me imaginaba yo que no veía muy seguido.
Hice que se acercara un poco a mí, lo más que daba la cuerda, tampoco le iba a dejar las cosas tan fáciles. Lo hizo, y una vez se la terminó ( por la forma en la que se la comió parecía que no hubiera comido en una semana, por cierto), pude leerle lo que llevaba en el collar. Decía "Ollie" Que originales los dueños, por dios.
-- Esta bien Ollie, tengo una misión para ti.-- le dije mientras lo acariciaba un poco-- Si lo logras...-- señale el puesto de salchichas y entendió el mensaje.
Y le conté mi plan, y tuve la certeza de que me había entendido cada palabra.
No tienen idea de lo que me costó subir todas esas gradas con un perro cargado. Terminé sudando como que hubiera corrido la maratón. Pero ahora, lo que importaba era que mi plan funcionara.
Me formé en la entrada con Ollie, con la mayor pinta de niño inocente que pude. Salvo que de inocente no tenía nada. De niño...bueno, eso tendría que discutirse.
-- Eh chico, no se pueden entrar animales al observatorio, lo siento-- me dijo pronto un guardia.
-- Señor, con todo respeto, tiene usted idea de cuanto me costó subir a Toby (hasta tenía nombre secreto y todo) hasta acá. No me hará repetir el camino otra vez, ¿verdad?
-- Chico, lo siento, pero reglas son reglas. A propósito, ¿dónde están tus padres?
-- Me esperan adentro, sólo tenía que amarrar a Toby y subir, pero el pobre no se quería quedar solo abajo, y no lo pude dejar abajo, mire lo nervioso que se pone.
Ollie ladró para apoyar mi causa.
-- ¿Y tu ticket de entrada?
-- Lo tienen ellos adentro, pero mire si quiere yo le dejo a Toby amarrado por aquí y entro...
-- Lo lamento, no puedes entrar a menos que tengas un ticket. ¿No tendrás un teléfono o algo para que tus padres vengan y te lo den?
-- No, mis padres consideran que soy muy pequeño para esas cosas. Pero yo no lo creo ¿sabe?.
Desventajas de verme mayor, es que no siempre me creen. Pero esta vez cayó.
-- Espera, llamaré a un compañero, y él te ayudará a localizar a tus padres, ¿de acuerdo?
No, pues la verdad es que yo no estaba de acuerdo, pero nunca le dejan a uno esa opción.
Lo bueno es que neuronas, tampoco es que tuviera muchas el guardia, pues tan sólo se fue me pude colar sin problemas en el museo. Ni siquiera tuve que usar el plan que había preparado.
Pero igual sabía que vendrían por mí pronto, así que tampoco podía confiarme. Envolví a Ollie con mi manta y lo metí en mi mochila, al menos cabía. No sé como había visto tan pequeño el observatorio, porque ahora que estaba adentro notaba que de pequeño no tenía nada, y que probablemente me iba a costar encontrar lo que estaba buscando.
Aunque honestamente no tenía ni idea de lo que buscaba, todo lo que había hecho hasta el momento había sido seguir mi instinto, y funcionaba, así que no tenía por qué no seguir ese método.
No llevaba ni cinco minutos adentro, cuando oí a los guardias. Así que corrí, con las pocas fuerzas que aún me quedaban. Por fortuna, encontré una sala vacía, obviamente restringida al público. No había nada, literalmente nada, sólo unas gruesas cortinas y una puerta, apoyada contra el muro.
Que raro, pensé, pero estaba demasiado cansado como para pensar en las rarezas de la vida.
Saqué a Ollie, el pobre se debía de estar muriendo de calor, y me apoyé contra un muro para recuperar el aliento, y pensar en que haría a continuación.
-- Mim, acércate, te estábamos todos esperando-- Escuché una voz atrás mío, femenina, por cierto.
Ay.
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idk
Roman pour AdolescentsMim es un chico de 15 años con una habilidad que no conoce. Sus hermanos tampoco. Hasta que un día, la abuela Lin se los revela. Si quieren tener alguna posibilidad de salvar el universo, Mim y sus hermanos deberán desarollar sus poderes, y rápido...