Bosque

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Ágatha lo tenía todo preparado para el viaje. Llevaba alguna medicina básica moderna para ella, los papeles que la identificaban como de la realeza, una espada de hierro forjada en la época y una bolsa con 50 monedas de oro. Se había puesto ropa muy simple, que pasará desapercibida, pero sabía que debía cambiarse una vez llegará.

Había ubicado la fecha y lugar aproximado al que viajaría. Miró a su alrededor, su apartamento estaba limpio y ordenado. Dejó escapar un pequeño suspiro y cerró los ojos.

-tempo vita movit ardentoru, pasatbi anui Camelot mag andisarte

Noto una vibración a su arrededor que se iba acercando hasta que la notó dentro de ella. Apretó las manos, una en la empuñadura de la espada y la otra en la bolsa de tela donde guardaba sus escasas pertenencias.

Su pelo se revolvió, un viento la azotó, a través de sus párpados cerrados noto el cambio de iluminación. Durante un segundo, Ágatha se sintió sin gravedad. Al segundo siguiente, cayó al suelo de golpe sobre su tobillo izquierdo. Ahogó un gemido de dolor y miró a su alrededor.

Bosque.

No estaba cien por cien segura de donde y cuando estaba, pero no podía detenerse a nada.

"cura, repara, arreglada"

Recitó en su mente y empezó a notar como su tobillo se iba curando. Cogió una rama larga del suelo y empezó a andar usándola de apoyo. El hechizo tardaría en hacer efecto un poco de tiempo, pero no tenía nada más efectivo.

Escuchaba el ruido de gente a lo lejos y paso a paso con cuidado de no ser vista se fue acercando. Cuanto más cerca estaba más palabras y voces se entendían. En el linde del bosque Ágatha se paró, y mirando desde la distancia se topó de cara con un pequeño pueblo de gente pobre. Cerca de donde ella se encontraba, había un poco de ropa de hombre y una capa tendidas que no dudo en robar para si misma.

Aunque su ropa intentaba pasar por la de esa época, no lo era. Se lamento por el pobre hombre al que le robaba y le dejó una moneda de oro.

Podía hacer ropa con magia, pero era extremadamente difícil hacer aparecer algo de la nada, la dejaba agotada, y eso ahora no era una opción.

Mientras se alejaba del pequeño pueblo escucho a dos hombres hablando de algo que le llamó la atención. Se detuvo a escuchar tras un árbol

-Todo va a mejorar. Arturo será buen rey.

-Solo espero que la magia siga prohibida.

-Al parecer sigue los pasos de su padre. Así que es lo lógico.

Ágatha sonrió, había ido a parar donde ella había calculado, más o menos. Uther Pendragón, el padre de Arturo estaba muerto, había fallado por un par de días, pero desde luego no era nada malo. Se alejo completamente del pueblo mientras el sol se ponía y la noche empezaba a caer.

Decidió parar a descansar y después de hacer un pequeño fuego, se cambió de ropa y quemó la de su epoca en la hoguera, sería mejor que nadie la encontrará. Uso su magia para arreglar la ropa a su medida y se puso la capa sobre los hombros, era calentita, y suave. Y gracias a su magia, todo olía a limpio. Su plan iba bien, ya tenía todo lo que necesitaba para cruzarse con un caballero por accidente, tan solo tenía que dirigirse a Camelot por los grandes caminos.

Por lo que había investigado en el museo de Londres, los caballeros hacían muchas salidas de Camelot para patrullar. Por lo que no sería difícil dar con uno o varios de ellos.

Ágatha dudo en poner un hechizo a su alrrededor para protegerse mientras dormía, pero si alguien veía su magia, acabaría muerta, por lo que decidió no hacerlo.
De ahora en adelante, tenía que tener mucho más cuidado con la magia de lo que lo había tenido nunca. Por que su vida y la de Merlín dependían de ello.

La bruja del tiempo |Merlín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora