Dorado

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Tado parecía volver a andar bien en el reino, ninguna disputa, ni guerra al acecho, salvo Morgana claro. Pero eso era algo que no parecía variar.

Todo se había solucionado sin batalla e incluso se había conseguido un tratado y una gran alianza. Algo que aseguraba la prosperidad de Camelot y de Arturo como rey.

Ágatha ya llevaba en el castillo más de tress semanas, ya había aprendido a moverse por el sin problema, aún que de vez en cuando, si podía le seguía pidiendo a Merlín que la acompañará, a él no parecía molestarle.

Su relación con Arturo había prosperado, se habían encontrado en más de una ocasión en el campo de entrenamiento, Ágata le había enseñado algunas cosas nuevas a Arturo, y este cada vez la tenía más en cuenta, con el paso de los días, Arturo se dio cuenta de que no solo era una gran guerrera, sino también una gran estratega.

Ese día en concreto Ágata había quedado con Gwen, tenía una idea en mente y estaba segura de que la podría ayudar. Cuando alguien llamó a la puerta de su habitación Agatha abrió sin dudar.

Gwen la esperaba al otro lado con un costurero y un un pequeño cuaderno para notas. Se hizo a un lado y la dejó pasar.

-¿Queréis porfin un vestido?

Ágatha se río.

-No. Quiero una armadura. Por cierto, ¿porque seguís haciendo esto? ¿No sois casi la reina?

Gwen dejo el costurero en la mesa y miró a Ágatha.

-Yo no diría casi, de todas formas, me gusta trabajar, ser útil. - Ágatha asintió, lo entendía y su mirada lo trasmitió - No me sorprende para nada que querais una armadura. Bien, puedo conseguirla. Morgana tenía una, así que podré encontrar alguna y arreglarla. Vos sois más alta, necesitaré todas vuestras medidas.

Gwen saco el metro del costuro y abrió la libreta. Ágatha no estaba segura de que hacer, a si que estiró los brazos a los lados y espero hasta que Gwen hubo terminado.

-Muy bien, puede que para esta noche, o manaña este lista vuestra armadura.

-¿Enserio, a si de fácil y rapido? Eres increíble Gwenivere.

- Gracias Ágatha, sois muy amable.

-¿Necesitais mi ayuda?

-No hace falta, pero tal vez, Merlín si la necesite.

Gwen le guiño un ojo y Ágatha bajo la mirada sonrojada.

-¿Y sabes dónde está?

-En la armería, limpiando la armadura de Arturo, él está entrenando.

Gwen salió de la habitación y Ágatha la siguió, cada una fue en una dirección opuesta. Todavía no había estado en la armería, puesto que ya tenía su propia espada. Pero sabía más o menos donde estaba.

Tras bajar varias escaleras y cruzar varios pasillos llegó a la zona de armamento. Había varias puertas entre abiertas, se asomó a la primera y la encontró vacía, cuando se fue a acercar a la segunda escucho una voz y se asomo con cuidado, quizá no fuera Merlín. Pero si lo era.

Por primera vez en su vida, Ágatha se desmayo de la impresión.

***

Cuando abrió los ojos, no reconoció donde se encontraba, desde luego ese no era su apartamento en Londres. Se fue a poner en pie cuando noto un dolor en la cabeza y se volvió a tumbar con un quejido, escucho una puerta abrirse y vio a Merlín entrar.

Merlín.

De pronto recordó todo lo que había pasado. Miró a Merlín y trago saliva, puso una mueca y el chico le tendió un vaso con agua. Ágatha lo bebió despacio, intentando poner en orden sus pensamientos y emociones.

La bruja del tiempo |Merlín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora