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Al principio estaba un poco reacia, no por conducta de rechazo hacia las personas del lgbt+, me encanta que todos se den amor y todos vivan su vida como quieran. Fue ese impacto, de que toda la vida has estado con chicos, y mueres por ellos, y hablas de ellos, y de repente, una chica torpe, adorable y extremadamente ardiente dentro de la timidez y la inocencia que aparenta, te tumba todos los esquemas. Aun así me da miedo intentarlo, Camila es la única mujer por la que he tenido segundos pensamientos, me he fijado en los más mínimos detalles. Creo que me gusta. Pero la idea de estar con una mujer no me convence del todo, tengo esa duda, que debe tener muchas personas consideradas heterosexuales cuando van a experimentar. Ya ni siquiera sé si debo llamarle a mi misma heterosexual, porque tengo sentimientos confusos hacia ella. Pero eso pronto va a ser solventado.

— Toda la clase la miraste. TODA— acompaña con las muecas bien producidas en la última palabra mi amiga Dinah Jane.

— No es cierto — no puedo defenderme cuando mi cuaderno está en blanco y en la pizarra hay un montón de letras que no copié.

— Métela en el baño del cuarto piso y quítate las ganas — distraje la mirada cuando la vi levantarse con una sonrisa a comentarle algo al profesor de turno que recogía sus cosas para irse. El cabello a rizos le caí por toda la espalda, tenía las piernas juntas y unos pantalones de una tela brillante que se amoldaba muy bien a ese trasero precioso y a la vez envidiable —¡Hey!— chasquea frente mi rostro—. Tienes que dar el paso y alimentar al jaguar que debes tener entre las piernas, lleva mucho esperando.

Dinah Jane siempre ha sido muy gráfica y sin filtros, por eso me agradó desde un principio, aunque a muchos les parezca muy grosera y mal hablada, en realidad ella es muy lista. Era mi empuje al momento de hacer cosas locas que me desinhiben de mi yo controlado. Aparte es muy buena dando consejos y tiene una lengua de bruja que valdría millones en medio de circunstancias políticas.

— No puedo ser tan directa, necesito un plan contingente — regresé a ella, para guardar mis cosas en mi bolsa —. Además me da nervios decir mentiras, lo sabes, ayúdame a planificar algo que sea real y que no sea decepcionante si no consigo meterla a la cama conmigo.

A veces sonaba irreal el pensamiento que tengo de llevarme a una mujer a la cama, como dije, nunca estuvo en mi consideración aquello, a pesar de haber compartido besos con chicas antes que por supuesto eran besos de borrachas, pura diversión fiestera. Pero me dije a mi misma desde hace unas semanas que debía dejar los prejuicios de lado de una vez y si me quiero comer a ese caramelo lo voy a hacer si ella me deja, porque el consentimiento es importante más allá de que me excitan los besos juguetones y aparentemente inocentes que da a mi cuello.

Así que con precisión fui ideando un plan, que me respaldara en caso de fallar, y además de que fuera atractivo para ella. Una vez la oí decir que no sale mucho, que prefiere quedarse en casa viendo sus novelas y series, además de hacer karaoke. Precisamente algo relacionado haré, después de rogarle a Alexa, una de mis mejores amigas, de que convenciese a sus tíos de prestarnos su casa el sábado completo y parte del domingo, me encargué durante toda la semana de asegurarme de que Camila asistiera.

Master Game | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora