Capítulo 1

1.4K 84 0
                                    

Miro a través de la pequeña mirilla de mi puerta para ver si por fin han llegado los nuevos vecinos al apartamento de al lado, pero nada. No se escucha ni un solo ruido en el rellano.
Llamadme cotilla, pero necesito saber quién será nuestro nuevo compañero de rellano, ya es una necesidad.
Echo de menos a Alicia, y eso que apenas hace un día desde que se mudó, pero es quien ha hecho mi verano más ameno. Hemos pasado prácticamente todos los días juntas, haciendo cualquier cosa para entretenernos y no pensar en el bochornoso calor que hacía en Madrid.
Por desgracia mi urbanización no tiene piscina.
También han estado acompañándome Paul, Leire, Paula y Cris, pero ellos han estado más tiempo fuera de la ciudad de vacaciones y apenas hemos coincidido en estos meses. A mis padres no les gusta viajar, por lo que he salido pocas veces de Madrid.
Vuelvo a mirar por la mirilla, sin encontrar nada. Es con lo único que puedo entretenerme, el misterio del nuevo vecino.
Mañana empezarán las clases de nuevo, y en parte si quiero ir, volvería a reunirme con todos, o bueno, con los que asistan el primer día, y se acabarán estos días eternos. Lo malo es que para que los días no se hagan eternos tendré que estudiar, y bastante. Según me han dicho, segundo de bachillerato es muy difícil, y si quiero estudiar derecho necesito sacar notas altas, así que intentaré sacar buenas notas ahora en primero de bachillerato para que en segundo no me baje mucho la media.
Escucho mi móvil en el escritorio, y, cuando veo el nombre de Cristina, lo cojo enseguida.
—¡Ya estoy en Madrid! —grita mi amiga, haciendo que tenga que alejar el aparato de mi oreja para no quedarme sorda.
—Vale, pero no me dejes sorda —contesto, soltando una pequeña carcajada.
—Es que te echaba de menos, bueno a todos.
—Los demás aún siguen de vacaciones, no creo ni que vengan esta semana a clase —me siento en la cama, apoyando mi espalda contra la pared.
—Solo tenemos dos días de clase esta semana, es normal, no se ni por qué voy yo.
—¿Por saber dónde está nuestra clase?
—Eso no hace falta, Paul se conoce todo el instituto. —y es cierto, se conoce cada rincón. Es más cotilla que yo, y eso es mucho decir.
—¿Podemos vernos esta tarde? Necesito salir —he sonado más desesperada de lo que quería.
—Aún no llegó el vecino nuevo, ¿Verdad?
—Odio que me conozcas tanto.
—Me amas —pongo los ojos en blanco—, ¿A las seis? ¿En mi casa?
—Perfecto.
—Hasta luego guapa —dicho esto, cuelga la llamada.
Vuelvo a pasar delante de la puerta por si escucho algún ruido, pero nada, así que decido que voy a molestar a mi hermano.
—Hermanito... ¿Dónde estás? —digo, asomándome a su habitación.
Lo bueno de llevarse un año con tu hermano mayor es que puedes hacer más cosas juntos, aún que él esté obsesionado con las chicas y yo... Yo no lo sé.
—¿Qué quieres Meg? —contesta, sin apartar la vista de la televisión, donde, al parecer, está jugando al FIFA.
—Me aburro —contesto, a lo que él me responde con un largo suspiro. Pone en pausa el juego, mirándome durante un momento.
—Toma —me cede el mando que él estaba utilizando para coger otro. Sonrío como una niña pequeña que ha conseguido su chuche favorita.
—Te voy a meter una paliza de las buenas.
—Siempre dices lo mismo y acabo ganándote como diez veces —se centra en la pantalla, poniendo el modo multijugador en el juego.
—Porque haces trampa —aparta de nuevo la vista del televisor para mirarme, alzando una ceja.
—Eres tú quien siempre hace faltas, mis jugadores acaban lesionados.
—Excusas, excusas… —pone los ojos en blanco e inicia el juego.
Después de cinco partidas seguidas jugando, a la sexta vuelvo a perder. Este maldito mando está trucado, algo ha hecho para que yo no pueda ganar, lo sé. Tiro el mando a la cama, frunciendo el ceño y cruzándome de brazos.
—Te dije que perderías —dice entre risas, burlándose de mí.
—Al menos esta vez gané una —añado, sacando la lengua.
—¡Chicos a comer! —escuchamos a nuestra madre gritar desde la cocina.
Después de comer, decido leer el libro que tengo a medias hasta que sea la hora de arreglarme para ir a la casa de Cris. Pero no duro mucho leyendo porque ahora es mi hermano quien viene a molestarme.
—Mi novia me dejó tirado —dice, tirándose en la cama, y encima de mí.
—Normal, hay chicos más guapos que tú —contesto, por lo que él me mira con el ceño fruncido para luego dejar caer su cabeza en mi vientre.
—Está blandito, has engordado —le doy un golpe en la cabeza—. Ay...
—Estoy leyendo —levanto el libro, enseñándoselo.
—¿Y? Me aburro.
—Luego he quedado con Cris, te quedarás solito.
—¿Cris la buenorra?
—Sólo conozco a una Cris, así que sí —suelta un largo suspiro.
—Sus ojos me vuelven loco —le doy de nuevo en la cabeza—. ¿Por qué eres así?
—Es mi amiga, y con mis amigas no.
—Aburrida.
Un par de horas después estoy lista para salir de casa. Miro mi reflejo en el espejo, comprobando que mi pelo está perfectamente peinado y el conjunto de ropa que he elegido me queda bien. No me convence del todo la camiseta, tiene unos colores un poco apagados para lo que suelo llevar, pero aun así es tarde para cambiarme.
Salgo de casa, dirigiéndome al ascensor, donde se encuentra una chica joven a la que no había visto antes.
La vecina nueva.
Pongo mi mejor sonrisa, pero ella mantiene su mirada fija en las puertas del ascensor.
—Hola —saludo, con el tono más amable que pueda poner, y tampoco me responde.
Las puertas del ascensor se abren y las dos pasamos a la vez. La chica nueva mantiene su cabeza agachada, mirando el suelo o quizá otra cosa, pero en ningún momento me dirige la mirada.
Lo que más me llama la atención es su pelo. El lado derecho de su cabeza está rapado, y luego peinado hacia el lado izquierdo, cayéndole hasta por debajo del pecho y formando pequeñas ondulaciones. Su color es negro intenso, tan intenso que hasta parece que se lo ha teñido.
En su oreja descubierta se pueden ver varios pendientes, y en su nariz, y en su boca…
Me detengo en ella, fijándome en sus carnosos labios, el inferior decorado con un aro plateado. Destacan sobre su blanca piel, tan rosados…
Aparto enseguida la mirada cuando veo que gira su cabeza en mi dirección. Pillada.
—Hola —su voz es tan suave que ha sonado como música en mis oídos.
Vuelvo a mirarla, algo sorprendida porque al fin me ha contestado al saludo, y sus intensos ojos grises me penetran hasta lo más profundo de mi alma, tanto, que me pierdo en ellos. Distingo como alrededor de la pupila tiene pequeñas motitas de color amarillo, que los hacen ver más claros de lo que ya son.
El aire vuelve a mis pulmones cuando recuerdo que tengo que respirar, y, justo en ese momento, las puertas del ascensor se abren y ella aparta enseguida la mirada de mí para salir rápidamente del ascensor, desapareciendo de mi vista.
Mi cuerpo reacciona y salgo del ascensor antes de que se cierren de nuevo las puertas.
¿Qué acaba de pasar?

_________________________________________

Alguien se ha puesto nerviosa...

¡Primer capítulo del libro!

¡Vota y comenta! 💜

Instagram: @Kwatile_21

Sangre, Sudor Y LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora