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Hoy, como cualquier 10 de Ocutbre o...¿no como cualquiera?

- felicidades, Naruto-kun.

Y es que nada era más satisfactorio que ver a el amor de tú vida con un pastel de chocolate en mano, en una silla de ruedas y con una hermosa sonrisa mientras su cabello brillaba con el sol.

- Hina... - susurró - gra-gracias, de verdad.

- pueda que no sea el mejor, ya que lo hice aquí en el hospital pero...espero q-que te gu-guste mucho...

Él asintió y lo tomó, mientras la bella ciudad de Tokio era divisada desde la terraza desde el hospital. Existía una leve corriente de aire, no tan fría como para congelarse, cálida...y muy perfecta.

Un solo soplo y las velas en donde se mostraba un "30" en números se apagaron. Miradas...cómplices, sensillas, mientras el pequeño pastel era roto en trozos y se servía con un poco de té de frutos rojos.

La eternidad siempre existió, solo faltaba buscarla en aquellos ojos perlas que brillaban con los rayos de sol. Naruto dudó si aquella chica era un ángel, o una simple ninfa que se cruzo por su vida aquel 3 de Octubre, cuando él aún estaba esperando pacientes.

La vida era efímera, y aquellos ojos azules no fueron más que un oasis en el desierto de su vida. Hinata tan solo podía agradecer al cielo por poder conocerlo, estar con él casi todos lo últimos días de su vida, por poder besarlo y...

- Hinata, ¿por qué tu nariz...sangra...?

- ¿e-eh?

- ¡Hinata!

Si.
La eternidad siempre existió pero...la vida de ella era efímera...
























Lectores...
Creen que estoy siendo muy cruel?
Han visto Resident Evil?
Les gusta el chocolate?
Ok no ya me desvié.
Pero bueno, me he vueto
Más poética con respecto al
Amor.
Voten y comenten!
Los veo pronto!

Querido Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora