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Una niebla gris caía el día en que una bella flor se marchitó en aquellas partes del hospital "Konoha. Cia.".
Horas más tarde, una cabellera rosa iba de un lado al otro, haciendo resonar sus tacos por el pasillo, junto a un caballero de cabello negro.

- al final...vivió bien, ¿verdad?

El velorio fue más tarde, y Neji Hyuuga lloraba desconsoladamente en el féretro de su hermana, quien parecía un pequeño ángel metido en una caja de cristal, esperado a ser despertado.

- solo...ella...¡ella no!

Llanto, y gritos venían por parte de él y de las sirvientas de las casas, que prácticamente la criaron desde que nació. Las flores adornaban el lugar, y varias sillas resoban cuando familiares y  amigos llegaban.

Hasta su entrada.
Ojos carizbajos, pelo desaliñado, traje negro y pasos arrastrados era su forma de presentarse. Todos enmudecieron y Neji tan solo pudo verle para luego suspirar e indicar con la cabeza que pasara al pequeño altar.

Sus pasos eran lentos, y pisaron cada escalón con gran cuidado, como si se fueran a romper. Al llegar, tan solo lo observó.

- Hinata... - susurró - aquí está tú luna, pero, sin duda, tú como mí princesa, te has ido...

.
.
.

Al día siguiente, un hueco oscuro era ocupado en uno de los lugares. Sakura lloraba con pañuelo en mano, y Naruto tan solo observaba, serio ante toda la situación.

Un girasol con una cintilla blanca fue colocada en el féretro antes de cerrarlo por siempre.
Esa tarde del 14 de Octubre un sol y un cielo azul decoraba el panteón en donde una de las lápidas recitaba:

"Hyuuga Hinata.
Hermana, amiga y gran persona.
En su memoria:
Gracias por llenar de vida e iluminar
nuestros caminos.
14/10/2019

Cuidanos desde allá...
Te quiere: Hyuuga-Uzumaki."

Querido Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora