¿No tardaron mucho en darse cuenta de que soy una idiota, verdad? ¿De que he demorado tanto el comienzo del relato que tan pocas ganas tengo de compartir? ¿El que tanto denigra mi imagen?
Bueno, es tiempo de abandonar el orgullo. Aquí voy.
Supongo que todo se debe a que decidí comenzar a estudiar Derecho en la universidad. No pienso explicar por qué he elegido esa carrera, pero sí puedo decirles que mis padres han contribuido bastante en la toma de dicha decisión. ¿Ya comenté que soy perezosa e indecisa? Podré ser media corta de creatividad también a veces, pero he podido darme cuenta de que eso es una muy mala combinación. Como mi suerte.
Sí, también tengo mucha mala suerte.
¿Notaron que apenas comencé a relatar mi historia y he enumerado al menos cinco problemas serios que tengo? Por Dios, realmente necesito ayuda.
Bueno, supongo que mi primer día en la universidad será el punto de partida. Sin más preámbulos, comenzaré a contarles todo, sin omitir detalles. Y créanme que ustedes tampoco quieren que los omita.
–Hola –me dijo una chica rubia que se sentó a mi lado–. Creo que era necesario saludar. Sino sería incómodo, ¿no lo crees? Nadie sabría cómo empezar a hablar y sería raro. Qué extraña es la gente.
No había pasado ni un minuto y ya me caía bien.
–Por fin alguien valiente –le contesté, entre risas–. Pero supongo que esto es esperable de alguien que va a ser una futura abogada, ¿verdad?
–Obvio que sí. –Al parecer, yo también le caí bien o al menos le pareció interesante lo que dije, puesto que empezó a analizar al resto de la gente, intentando descifrar si tal vez había una abeja negra entre nosotros–. Igualmente, yo no sé si estaría tan segura. Mira a ese tipo que está entrando.
Indudablemente, había elegido a la persona no abogada con más pinta de abogado que pudiera existir. ¿Y por qué digo esto? Pues, iba de traje. Es lo único que tengo para decir.
–Ese debe de ser tímido –continué con la conversación sarcástica, la cual, por cierto, se me da muy bien–. Camina así todo erguido para ocultarlo.
–Claro. Considerando además lo guapo que es, no tengo duda alguna de que tiene unos serios problemas de confianza.
Seguimos observándolo, mientras él elegía con una expresión seria el lugar en donde iba a sentarse. Me pregunté si era uno de los míos.
En vista de que tardó solamente unos segundos en caminar hasta un asiento cinco filas adelante de nosotras, deduje que no. ¿Acaso era perfecto este tipo?
–Parece que es de esos que no participan en clase. Mira lo lejos que se ha sentado del profesor. Está claro que se intentará ocultarse si le pregunta algo. –Logré comentar antes de que un hombre mayor, vestido con una camisa blanca sin corbata y un pantalón de vestir, se incorporara al salón.
–Oye, amigo, no vengas vestido así, que me haces quedar mal –le dijo al tipo del traje. Todos reímos.
–Se lo intercambio por su título, si quiere. –Le contestó al profesor, entre risas. Noté como un par de chicas sentadas a mi izquierda se ruborizaron al notar a tan bello individuo destacarse así en clase.
Pues claro, si era un gran partido. Alto, de unos veinte o veintiún años, pelo rubio oscuro, con un corte quiff (obviamente, esa parte tuve que buscarla en Internet), piel rosada, ojos avellana y una sonrisa que podía derretir a cualquiera sin esfuerzo.
–Tranquilo, que con esa pinta lo conseguirás rápido.
–Si usted lo dice.
Encima era humilde. ¿Le faltaba algo?
Chequeé a mis costados si las fans del chico seguían suspirando por él, lo cual todavía seguía pasando.
Mas no fue lo más interesante que pude notar.
El chico que estaba a dos asientos de distancia de mí (lo cual, a decir verdad, era algo vergonzoso de admitir, ya que esos asientos estaban vacíos, por lo que a propósito no se había sentado al lado mío), que aparentaba ser incluso más alto que el chico elegante, aunque sí un poco más joven, de pelo marrón oscuro peinado a lo Zac Efron en "17 Otra vez", piel clara cual vampiro y ojos claros como un río, lo observaba. Y no de una manera muy bonita. Por poco explotaba de la envidia.
–Ey, por más que lo mires con esa expresión enojada, no desaparecerá. Ese chico tan perfecto seguirá aquí. Tendrás que acostumbrarte, lo siento. O superarlo, sino –le dije, acercándomele, incapaz de contenerme. La situación me hacía demasiada gracia.
–¿En serio? Te impresiona un tipo así de idiota? Eres bastante básica.
Ese chico era todavía más osado que yo. Y eso era algo difícil.
Me agradó en un instante. ¿Acaso podían ser más interesantes los estudiantes de Derecho?
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Dilema
RomanceEs muy fácil juzgar. Es muy fácil criticar. Es muy fácil burlarse. ¿Saben qué no es fácil? Decidir lo correcto. Nunca se puede. Así que mejor siéntense y escuchen con la mejor positividad la historia de una chica que ha arruinado su vida gracias a s...