–No gusto de él. Ni lo conozco...
–De modo que sí gustas de él –insistió.
–¿Eres sordo? Pero si te dije que...
–Dije que si te impresionaba, pero tú saltaste con que no gustabas de él. Por eso sé que te gusta. –Me interrumpió.
Me reí. Me atrapó.
–Okey... tal vez me gusta un poco.
–Lo sabía eres tan básica como ellas –me respondió, negando con la cabeza y señalando al club de fans del de traje.
–Ey, no me insultes así tampoco.
–Lo siento. Creo que me pasé un poco –dijo, riendo, mientras reconocía su crueldad.
–¡Vayan a un hotel! –nos gritó el profesor, el cual, a pesar de aparentar unos 60 o 70 años, parecía más jovial que cualquiera en el salón. Todos, incluyéndome, comenzaron a reír a carcajadas. Todos salvo mi nuevo amigo, el cual se ruborizó al instante.
–¿Qué te pasa, eres tímido o algo? –le susurré, una vez que se calmó la clase.
–Me agarró desprevenido, eso es todo.
Una vez terminado el día, pude reunir algunos datos interesantes. Resulta que mi primera amiga se llamaba Laura, era de Tauro y tenía 18 al igual que yo, a pesar de que parecía ser mucho mayor (yo diría 21 como mínimo), mientras que mi segundo amigo se llamaba Benjamín, era de Leo y tenía la misma edad que nosotras dos. Los tres, a su vez, coincidíamos en otra cosa: terminamos estudiando esa carrera por descarte, pero, tras tan solo haber tenido una clase, nos habíamos dado cuenta de que habíamos tomado la decisión correcta.
Por otro lado, el chico elegante se llamaba Alex, tenía 22 y era de Aries. Desafortunadamente, no pude averiguar más sobre él, ya que solo sabíamos lo que le había preguntado Benjamín, con un agregado de especulaciones negativas ideadas por este para disuadirnos de querer averiguar más sobre Alex. Dichas mentiras, las cuales eran bastante creativas, nos habían unido bastante a los tres. Descubrimos que por medio de la risa nos conectábamos más, especialmente cuando Benjamín intentaba convencernos de que era gay y que nunca le interesaríamos.
Tal vez la parte de que jamás le interesaríamos podía parecer verdad, pero no lo de que fuera gay, ya que todas las chicas habían formado, ni bien salimos al pasillo, un círculo a su alrededor, y el chico parecía disfrutarlo demasiado.
–¿Pueden dejar de intentar cogérselo con la mirada? Me dan ganas de vomitar.
–Vamos, Benjamín, hasta a ti te gusta.
–No te haces una idea, me encanta su peinado de chico coqueto.
–¿Porque el tuyo es el de alguien que no cuida su apariencia, verdad? –le recordé sarcásticamente, señalando su melena perfectamente peinada–. Tú no eres más que un intento fallido de Alex.
–No soy un intento fallido de Alex. Alex es un intento fallido de mí.
Benjamín y Laura estallaron a carcajadas instantáneamente después de que Benjamín terminara la frase, pero yo realmente me quedé analizando lo que había dicho. Tampoco me pareció algo tan sarcástico, ya que, para empezar, Benjamín era bastante guapo. Tenía una belleza delicada, que era completamente opuesta a la de Alex, que parecía más bien un león (lo cual era muy irónico, porque Benjamín era de Leo), aunque igualmente seguía siendo atractivo, si bien no llamaba tanto la atención.
¿Y por qué no llamaba tanto la atención? No tenía ni idea. Era tan gracioso y carilindo como Alex, hasta olía bien. Tal vez no le gustaba llamar mucho la atención, y no tenía una personalidad tan avasallante ni un traje, pero aún así era competencia válida para el rubio, aunque las otras chicas parecían no haberlo siquiera notado.
Alex se había llevado todas las miradas y suspiros lujuriosos, y a Benjamín le habíamos quedado solo dos chicas demasiado sarcásticas para ser verdad. Un club de fans más patético no podría haber. Era casi injusto.
Igualmente, no era nuestra culpa. Tranquilamente y con un poco de esfuerzo, Benjamín podría fácilmente superar a Alex. Le faltaba un poquito más de iniciativa, eso era todo.
–Benjamín –me puse seria–. ¿Vas a dejar que se quede con todas las chicas?
–Sabes, no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes... –dijo Benjamín mientras se portaba la barbilla, pensativo– Pero, ¿saben qué? No me robará a los chicos. Seré el tipo más buena onda. Cuando las chicas vayan a preguntar por el más ultrabuenaonda y guapo de la clase, les hablarán de mí, y no de ese idiota. Hasta luego, chicas.
–¡Suerte! –le gritamos, al unísono, cuando se estaba yendo.
Nos volteamos, para seguir contemplando a Alex.
–Está bueno, ¿verdad? –susurró Laura.
–¿Quién, Alex?
–No, no, al diablo con Alex –Laura se mordió el labio. Al parecer le costaba admitir lo que que estaba por confesar–. Hablo de Benjamín.
–Ah, sí, claro –respondí–. Muy bien, Laura, apuntando a lo fácil.
–¿Crees que le gusto?
La miré, extrañada. Me sorprendió completamente que haya dicho eso. Era una chica preciosa, con nariz respingona y ojos verdes, y las tetas naturales más grandes que había visto. De seguro era increíblemente popular con los chicos.
–Es broma, ¿no?
Ella negó con la cabeza. Parecía no comprender a qué me refería.
–Sí, obvio que le gustaste –respondí inconscientemente.
¿Y por qué digo inconscientemente? Eso es algo fácil de responder. Resulta que, al decir esto, estaba subestimando enormemente a Benjamín, ya que lo había dicho basándome únicamente en la belleza física de Laura. Cualquiera que hubiese pensado un poco hubiese evitado responder algo así tan rápidamente, sobre todo considerando que estaba imaginando a Benjamín como alguien superficial.
Resulta que más tarde Benjamín resultó ser mucho menos superficial de lo que pensaba.
–Genial. ¿Es demasiado raro si me lo canto el primer día?
–Si realmente te gusta, supongo que no.
–Ni se te ocurra tocarlo entonces, zorra. –Bromeó ella.
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Dilema
RomanceEs muy fácil juzgar. Es muy fácil criticar. Es muy fácil burlarse. ¿Saben qué no es fácil? Decidir lo correcto. Nunca se puede. Así que mejor siéntense y escuchen con la mejor positividad la historia de una chica que ha arruinado su vida gracias a s...