Silencios

15 1 0
                                    

Violet dejó de hablar, se refugió en el silencio para poder soportar en algo la pena. Su padre trató en vano de encontrarla, permanecía intangible durante el día, pocas veces en la noche cambiaba a su cuerpo físico. Se sentía delgada, a veces incluso creía que nunca volvería a poder materializarse, en esos momentos se desplazaba al ático y jugaba un poco con Beau, quien siempre la recibía con una sonrisa.

El tiempo, ¿para qué calcularlo? Después de pasada la segunda semana Violet pudo ver que no sólo su padre la traicionó, sino que otros también pensaron en Tate.

Pensaba...eso era lo único que hacía, tenía ganas de que todos pagaran, de hacerlos sufrir, de lastimarlos, pero sabía que no podría, jamás reuniría a la suficiente cantidad de personas para hacerlo, y lo más probable era que la consideraran una amenaza y ella misma terminara un tiempo lejos.

Resentimiento, ira, rencor y sobre todo miedo eran los sentimientos que la acompañaban, un miedo tan grande de no volver a verlo que la hacía empequeñecerse; siempre que se sentía así se acercaba a su familia, su madre parecía sentirla cuando se acercaba a ver como estaba el pequeño Jeffrey, ella siempre miraba en la dirección en que se encontraba, tenía ganas de abrazarla, de llorar con ella, pero la sola idea de encontrarse con su padre en ese momento le daba asco.

Ahí, mientras permanecía invisible para el resto comenzó a escuchar cosas, otras voces que no conocía, otros lamentos, otras marchitas ilusiones que vagaban por la casa igual que ella. Las añoranzas de Moira de su juventud arrebatada, el dolor de Lorraine y sus hijas, quienes aún sentían las llamas en carne viva. Esas cosas la entristecían más, pero de pronto comenzó a ver esos sentimientos de otra manera, estaba con cada emoción y de a poco comenzó a sentirse parte de ellas, compartía las ganas de Moira de vivir su lozanía y la débil esperanza que tenía Lorraine de empezar de nuevo junto a Travis, no todos los pensamientos de los habitantes de la casa de los asesinatos eran lúgubres y eso de a poco la animaba.

Volvió a su forma física y se fue a la cocina, allí encontró a Moira, a quien por primera vez pudo ver en su estado de juventud.

- ¿Vienes por un café? –Moira se contoneó por la cocina – Estuviste en el otro estado mucho tiempo, deberías elegir algo más fuerte – La mujer le apuntó un gabinete antes de salir en donde encontró un poco de vino.

Se sirvió un vaso y saboreó el licor, era suave, del que tomaba su madre en las cenas, pero eso no le importó, sentir que algo ingresaba a su cuerpo la hizo sentir bien, sintió pasos a su espalda, era su padre

-Al fin te veo, te he estado buscando – levantó su mano para tocarla pero ella se alejó.

-No volveré a hablarte – las palabras de Violet salieron frías y afiladas de su boca.

-Tienes que entender, soy tu padre y quiero lo mejor para ti – Violet lo miró a los ojos de manera tan intensa que lo hizo bajar la mirada.

-Escucha bien, porque es la última vez que te hablaré, o te mantienes alejado de mi o cada vez que te vea te diré lo mismo que le dijiste a Tate, así que es mejor que te vayas a la mierda pronto – La muchacha le lanzó una penetrante mirada.

-No puedes hablarme así, soy tu padre, debes respetarme – Su padre estaba furioso, lo podía ver en su mirada.

Alertada por Moira llegó su madre, quien trató de calmar la situación.

-Ben, déjame hablar con ella, estás muy alterado – Vivien le tomó el hombro con cariño – ve, estaremos bien – La cálida sonrisa de su esposa lo hizo alejarse de ellas, siempre en una actitud de enojo, cuando salió azotó la puerta.

Violet se mantuvo serena sin volver a prestarle atención.

-Me tenías preocupada cariño, muchas veces sentía que entrabas a la habitación, pero cuando miraba no te encontraba – Su madre se le acercó y la abrazó con fuerza.

-Lo lamento, necesitaba pensar, alejarme un poco de todo, no quería preocuparte, pero no vi otro modo – Violet bajó la mirada, de pronto recordó la ausencia de Tate.

-Has estado tan sola Vi, eso no es bueno – La chica la interrumpió.

-Pero mamá, la única persona que la que quiero estar ha desaparecido, y todo gracias a ese...- Esta vez fue su madre quien la interrumpió.

-Entiendo que estés enojada, yo también lo estoy, pero sigue siendo tu padre – la voz de Vivien, que siempre suena como un arrullo, se puso más seria. – ¿Por qué no cambiamos de tema mejor?

-La verdad, ya me cansé de hablar, es mejor que me vaya a descansar, tal vez mañana –La rubia le besó la frente a su mamá y se fue a su dormitorio.

Llegaba la mitad de noviembre y aún no volvían, al menos no regresaba a quien esperaba. El tiempo avanzaba y con él las temperaturas iban descendiendo. A pesar de que el invierno no llegaba aún, el frío se hacía sentir de manera intensa, la chica miraba por la ventana y sorprendida vio como comenzaba a nevar, de inmediato una sonrisa se dibujó en su rostro.

-No pensé que a una chica tan ruda como tú le gustara la nieve – La voz de Tate inundó el lugar.

Estaba ahí, en medio de la habitación, observándola con una sonrisa. De inmediato corrió a sus brazos, pero cuando lo fue a abrazar descubrió con horror que lo había atravesado: el chico había desaparecido de nuevo.

Locura, había perdido la cabeza sin duda, lo había visto, lo había escuchado, incluso llegó a sentir su perfume, pero nadie estaba ahí con ella. Bajó al patio y miró al cielo, sentir la fría nieve la haría volver en sí, o al menos eso esperaba. Cerró los ojos y comenzó a respirar profundamente, tratando de relajarse, de pronto lo vio de nuevo, estaba frente a ella de nuevo.

-Trata de no destruirme esta vez pequeña – Tate se acercó lento hacia ella, parecía flotar – Estoy mucho más débil que la última vez, por el momento no podremos tener contacto físico, pero créeme que el sólo hecho de volver a verte me hace inmensamente feliz.

Había vuelto, bueno, no del todo, en realidad aún estaba volviendo, la chica le hizo una seña para que se fueran al ático.

-¿Sabías que si alguien desea verte puedes volver antes? – Violet lo miraba con atención –Te escuché llamarme.

-Pues te demoraste bastante tiempo en encontrar el camino de vuelta – una lagrima quería caer por su mejilla pero la disimuló lo mejor que pudo.

- Al principio el camino se veía bastante claro, pero después desapareció, fue como si se desvaneciera, de no ser porque hace poco lo reencontré aún estaría vagando – Tate acercó su mano a la de ella, haciendo que se sobresaltara y se alejara un poco.

-Estuviste lejos tres semanas dos días, no quiero perderte de nuevo.

-No te preocupes por eso ahora, porque si pasa, encontraré de nuevo la senda que me traiga de vuelta a ti – Le lanzó un beso lleno de coquetería – admite que no puedes vivir sin mí.

- Como reconocer eso si ya estamos muertos, idiota – sonrió

-Entonces no puedes vivir tu muerte sin tu querido Tate...debes haber gritado bastante fuerte como para escucharte.

-No mucho, pero de seguro mis palabras hicieron eco en esa cabeza hueca que tienes.

Esta vez ambos rieron, las carcajadas llenaron la habitación haciendo que Beau se acercara a ellos con su camión, el cual lanzó hacia su hermano.

-Estoy cansado, pero los miraré jugar – Tate trató de pasarle el juguete a su novia pero sólo consiguió atravesarlo.

-Ven aquí guapo, yo jugaré contigo.

Esa noche el sonido de las ruedas del vehículo acompañaron la larga conversación que ambos chicos mantuvieron hasta altas horas de la madrugada, incluso después de acostar al muchacho siguieron conversando.

¿Qué pasará ahora que Tate regresó? ¿Violet podrá perdonar algún día a su padre?

Venganzas en HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora