—¿Morgan estás bien? —Preguntó Sara preocupada.
Estoy segura que me tuve que ver como si estuviera en algún tipo de shock.
—¿Morgan? ¿Te asusté? Lo siento en serio, lo siento —Sara hablaba, pero para mí ella no estaba ahí.
Damien es como yo.
Pero... ¿Era un sangre pura? O ¿Un convertido?
Debía averiguarlo.
Recibí un mensaje de mi madre que decía que había una reunión importante a la cual debía asistir en la academia. Se veía urgente así que dejé a Sara hablando sola, la escuchaba a la lejanía gritando mi nombre, pero la ignoré.
Subí a mi auto y manejé lo más rápido que pude para llegar a la Academia Belmont Moore.
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Después de una hora atrapada en el tráfico, logré llegar a la academia.
Les avisé a mis padres que ya me encontraba allí.
La academia está bien escondida, oculta en un bosque donde se tiene prohibida la entrada, aunque la academia no es visible para los humanos gracias a las barreras protectoras de los Alfáticos, criaturas encargadas de cuidar el mundo sobrenatural son conocidos como los "guardianes", no hablan mucho, pero son agradables.
Este lugar es verdaderamente enorme, creo que tiene veintidós pisos con diferentes secciones y cuestiones me siento como en Hogwarts.
Tiene una enorme entrada, el suelo está hecho de mármol, hay varias secretarias, como era de esperarse son hadas, las hadas son falsamente amigables, son soportables de lejitos.
Las hadas en realidad no son pequeñas, tiene un tamaño promedio y un carácter horrible, cuando ellas odian, odian de verdad.
Recuerdo que mi madre una vez peleó con una y eso no termino nada bien para ella, el hedor que le quedó en el cabello por una semana, fue divertido para mí, aunque a ella no le pareció igual.
Camine a paso rápido hasta acercarme a recepción. Apoyé los codos sobre la mesa de mármol y me incliné un poco para ver mejor a la recepcionista.
—Buenas tardes señorita ¿En qué le puedo colaborar? —Saludó el hada detrás de la mesa.
—Buenas tardes, mi nombre es Morgan Black, vengo por... —No pude terminar de hablar porque ella ya sabía quién era y qué necesitaba.
—Los dirigentes la están esperando en el piso veintidós, sala 7/B —Interrumpió mientras tecleaba en el computador.
—Oh, muchas gracias... —Agradecí, alargo el "gracias" para saber su nombre.
—Trina, señorita —Me respondió con una gran sonrisa.
Le sonreí de regreso.
—Gracias, Trina.
Sentí mi celular vibrar en la parte trasera de mi pantalón, lo saqué y vi que decía "número desconocido".
Dudé en contestar, pero al final lo hice.
—¿Hola? ¿Quién es? —Indago.
Nadie contesta.
—¿Hola? ¿Se le ofrece algo? —Repetí impaciente— ¿No? Entonces Adiós.
No obtuve respuesta, así que colgué de inmediato.
Tal vez fue una broma.
Volví a meter el celular en el bolsillo y seguí caminando. Necesito llegar rápido, tengo un mal presentimiento desde que supe lo de la reunión.
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El octavo pecado capital
FantasySiete pecados capitales ¿no? pero... ¿Que tal si falta uno? Conocido como "el pecado disfrazado"... capaz de destruir hasta el alma más pura, solo basta dejarlo entrar a tu vida para volverla un caos con fieles palabras, dulces caricias y una hermos...