CAPÍTULO 3/ SILENCIOS

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En ese tiempo, Diana decidió ir a una cafetería que había en la esquina de su calle. En ella, podía leer algún capítulo de su libro favorito mientras bebe un café tranquilamente. De repente, la puerta de la cafetería se abre. Eran Bruno y Enzo, que iban allí para tomarse un té y charlar un rato. Los planes cambiaron, ya que el portugués se acercó a ella y se sentó en la silla de al lado. Ellos dos mantuvieron una conversación bastante entretenida sobre los libros que se habían leído. Por un momento, ambos se dieron cuenta de que Enzo ya no estaba presente en la cafetería. Al terminar esa conversación con sorpresa incluida fueron a casa de Diana. Decidieron ver una película de terror, a ella no le gustaban mucho pero la vivió de tal forma que estuvo tensa durante el transcurso de la película. Estaban tapados por una manta, debido a que era invierno y hacía bastante frío. Tras los sustos, ambos se rozaron varias veces, y Diana, que llevaba mucho tiempo esperando este momento, se acerca cada vez algo más a la boca del joven. Sus miradas se cruzaban en un ambiente de amor y pasión cuando de repente ella da un paso atrás. Él sonrió y le cuestionó si había algún problema. Ella, ante esta pregunta respondió rotundamente que no, simplemente no estaba preparada. Pero en verdad lo que le sucedía es que cuando sólo quedaba un centímetro entre la boca de los dos, se le rondó por la mente la imagen de Uxia. No se lo podía creer. Tras ese hecho, los dos se alejaron produciéndose un silencio muy incómodo entre ambos. Bruno decidió abandonar el domicilio. Mientras, ella necesitaba consultarlo con su confidente. La llamó y a los 2 segundos ya se encontraba saludándole. Leila preocupada por la llamada de su amiga, ya que no suele llamarle, le pregunta que ocurre. Ante la respuesta, se queda absolutamente anonadada.

Ella está preocupada por lo que pueda pasar después de lo ocurrido en su sofá, así que procede entonces a pedirle consejo a Enzo, el cuál tiene menos confianza con ella pero cree que la podrá ayudar. Al principio se queda pasmado, porque no sabía absolutamente nada de lo sucedido. A continuación, comenzó a decirle que lo mejor que podía hacer era reunirse con Uxia. Ella se queda algunos minutos en silencio mientras recopila la información adquirida. A partir de ahí, le surge un plan. Este consistía en quedar con ella en una cafetería cercana y contarle sus sentimientos, a continuación ya consultaría con Leila qué es lo que puede hacer.
Y así fue, esa misma tarde se reunieron en el bar de la esquina, precisamente el mismo que se encontró a Bruno. Diana le contó que desde aquel día que la besó en ese juego está algo confusa. Ya no sabe claramente lo que quiere, aunque sabe rotundamente que ama a Bruno pero no sabe si a alguien más.

En esa conversación, la joven tuvo una actitud brillante. Mantuvo una templanza ejemplar, al oír la última palabra de Diana le dio un abrazo muy cariñoso. Dejando así con más dudas los pensamientos de ésta.
A raíz de la conversación que mantuvo con Enzo, estos dos entablaron una gran amistad. Se llevaban fenomenal, Enzo le contaba algunas curiosidades acerca de Bruno, por ejemplo que de mayor quiere ser un gran empresario y dominar el mundo. Esto a Diana le hizo mucha gracia, pero se juró a sí misma hacer este sueño realidad.

Una tarde, Diana y Enzo quedaron en un parque para hablar mejor de sus amores. Enzo le contó que había hablado con Bruno. Él dijo que su amigo le confesó que cada vez que veía la mirada risueña de ella se ponía muy nervioso. Por aquel entonces a Diana le gustaba leer muchas novelas, por ello, a Bruno le empezaron a interesar estas novelas también llegando incluso a hacer debates y a compartir ambas opiniones entre ellos. Nunca se ponían de acuerdo, pero era una cosa que a él le encantaba.
Los nueves días restantes, se los pasaron así. Quedaban todas las tardes a compartir opiniones sobres libros, se lo pasaban en grande. Pero por desgracia, lo bueno se acaba y llegaron las tenebrosas clases. Ella tenía que dar lo mejor de sí para aprobar el curso. Y así fue, hizo todo lo que pudo para lograrlo. Hasta que una tarde de junio todo cambió. Habían quedado la mayor parte de sus amigos en un área recreativa a las afueras, fue espectacular. Cuando iban de camino hacia casa, escuchaban su madre y Diana su canción favorita a todo volumen. Este hecho, hizo que su madre no escuchara los pitidos de los coches próximos a ella. ¡Estaban entrando en una carretera en obras! Intentó reaccionar a tiempo, pero fue demasiado tarde. Cuando menos lo esperaban, el coche se encontraba casi totalmente aplastado. Diana sintió el fuerte golpe y los gritos de su madre intentando protegerla, notó como poco a poco sus ojos se cerraban y como lentamente dejaba de escuchar lo que pasaba a su alrededor. Un largo pitido fue lo último que escucho antes de quedar completamente desmayada.
Una luz fría, un movimiento acelerado, y gente hablando alto es lo primero que nota. Mira hacia los lados como puede y ve a su madre. Agradece al mundo que no le haya pasado nada. Con la mirada entrecerrada mira a su alrededor, ve médicos, enfermeras, y mucha gente nerviosa a su lado. Ella no entiende nada, no sabe dónde está, ni lo que está pasando y tiene miedo. De un momento a otro nota la oscuridad llegando a sus ojos, y vuelve a caer desmayada. Lo último que escuchó fue el llanto despavorido de la madre. A la que únicamente se le había roto un brazo. Escuchaba risas, llantos, era todo como un sueño hasta que de repente, oye la voz de su madre. Esta decía algo así como "¿Pero cuánto tiempo va a estar así? "a la que le respondía otra más masculina que decía "durante dos meses mínimo, dese cuenta que su hija ha entrado en un coma y ha estado apunto de morirse, por lo visto su operación no fue suficiente para ella. Puede ser que no despierte, prepárese para cualquier circunstancia". Sus pensamientos ondeaban entre el desconcierto y la rabia de no poder contestar a esos médicos que decían que no se iba a despertar. Su madre por dentro sabía que su amada y única hija iba a despertar. Diana escuchó también la voz de su querida amiga Leila, y de su amado Bruno. Eso le alegró muchísimo. De repente su madre grita de emoción, está llamando a un médico. Al parecer, está abriendo los ojos. Al principio ve una figura borrosa y un dolor inexplicable para una chica de tan solo 16 años.

Cuando recupera la capacidad del habla y de la vista, es consciente de que se encuentra en una fría y oscura sala de hospital. Inmediatamente se fundió en un entrañable abrazo con su madre y le pregunta cuánto tiempo ha estado allí. Al enterarse de la noticia, no se lo podía creer, ya no se acordaba de nada de lo que escuchaba ni soñaba. Era como si de repente se hubiese olvidado de toda su vida. Está desorientada y asustada, no recuerda absolutamente nada de su vida, es algo parecido a nacer por segunda vez.

Una Rosa en Nuestro CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora