tiempo I

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febrero, 2020

Mimi terminó de ponerse los pendientes y tras mirarse una última vez en el espejo, salió de su habitación con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Dónde vas? —preguntó Miriam mirándola con curiosidad. —Estás muy guapa. —añadió sonriente.

La granadina sonrió y se acercó a ella con expresión lasciva, apoyando los antebrazos en sus hombros cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella y jugando con sus rizos. La rubia menor no tardó en enganchar las manos en su cintura y juntó sus cuerpos, besándola con deleite.

—He quedao' con los bailarines, es el cumpleaños de una amiga y han alquilao' un local que está muy bien. —explicó Mimi en cuanto se separaron.

La gallega frunció el ceño al escucharla.

—¿No íbamos a ir a cenar con Ana y los demás? —preguntó, confundida.

Y la rubia mayor, al escucharla, se llevó una mano a la frente mientras abría los ojos.

—Mierda. —musitó. —Joder, se me había olvidao'. —dijo, mordiéndose el labio con culpabilidad.

La gallega la miró con reproche y Ricky salió también de su habitación, ya arreglado.

—Qué caras tenéis. —comentó. —¿Quién se ha muerto?

—No digas burradas. —lo reprendió Mimi.

—¿Entonces qué pasa? —preguntó el mallorquín mientras se colocaba bien la chaqueta.

—Que te lo explique Mimi. —dijo Miriam con retintín.

Illo, que tampoco es para tanto. —protestó la granadina. —Que se me había olvidado que hoy habíamos quedado para cenar y he hecho otros planes, pero ya está, tampoco es un drama.

—¿Y no puedes cancelarlos? —preguntó Ricky.

—No, es el cumpleaños de Valeria. —se lamentó la mayor de las rubias, mientras la otra se quedaba rezagada sin decir nada.

—Bueno, pues la semana que viene quedamos otra vez y listo, no pasa na'. —solucionó Mimi sonriendo.

La gallega no pudo evitar soltar una risita irónica y suspiró, recogiendo sus cosas.

—¿Te vas ya? —preguntó Ricky mientras la granadina la miraba sorprendida.

—Sí, que si no no me da tiempo a arreglarme. —dijo intentando aparentar normalidad, pero Mimi la conocía demasiado bien.

—Vale, después paso a buscarte con Roi. —sonrió el chico mientras la abrazaba para despedirse de ella.

—Te acerco a tu casa. —dijo Mimi sin dudar, caminando hacia la puerta.

—No hace falta.

—Bueno, pero quiero llevarte. —objetó la mayor.

Miriam la miró durante unos segundos y suspiró, asintiendo cansada.

—Vamos. —indicó, comenzando a caminar.

Llegaron hasta el parking del edificio en silencio, la tensión palpable en ambas. La granadina miraba a su novia de reojo y Miriam se limitaba a poner un pie delante del otro sin tropezarse, caminando con avidez.

—¿Te has enfadao'? —preguntó Mimi una vez estuvieron dentro de su coche.

—No. —contestó la gallega sin apenas mirarla, y no mentía. Sentía más decepción que otra cosa en esos momentos.

¿qué hacemos?  //  miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora