(14) Cαfé ч confesıón.

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— Venga, Iruka, sólo un poco más — reforcé el agarre, tirando de él hacia mi, cosa que pudiera apoyarse mejor —. Ya casi estamos.

Apreté su cintura, intentando que así le resultara más sencillo caminar en línea recta, aunque por los tropezones que le siguieron, quedó bastante claro que no resultó de mucha ayuda. A pesar de ello, logró tambalearse correctamente hasta la cama. 

Punto positivo. 

— Ah... de verdad — le miré incrédulo, algo cansado de sus interminables deseos por tirarse al suelo, no había parado de intentarlo desde que salimos del local  —. Iré a hacerte un café.  

Di media vuelta, cruzando la mínima distancia entre la habitación y la cocina, y es que la casa de Iruka era realmente pequeña, todo estaba conectado en un mismo cuadrado. No habían paredes entre secciones, con decir que desde el recibidor podía verse perfectamente el cuarto, la cocina, el comedor y la sala de estar. En ese sentido, el baño y el balcón eran lo único que había que indagar entre puertas. 

Cómodo y acogedor. En cierta forma, reflejaba perfectamente la personalidad de Iruka. 

Puse a hervir agua, preparando una taza lo suficientemente grande, y es que con toda la cantidad de alcohol en sangre, le haría falta un poco más que la porción normal. 

— Oye, Kakashi... — oí su voz llamándome, por lo que giré un poco la cabeza para que supiera que le escuchaba —. Tu... ¿alguna vez te has enamorado?

Me detuve, examinando con cuidado la extraña selección de palabras. No entendía su repentino interés, jamás habíamos hablado de ello. 

Repuso en aire. 

— Porque yo sí, hace mucho tiempo — continuó, logrando que me relajara, y es que de todas formas no habría sabido cómo contestarle. No era un experto en el tema, y desde luego que no se trataba de una pregunta sencilla de responder —. Cuando era niño. 

Me giré hacia él, recargándome lentamente contra la encimera. No esperaba que se pusiera a hablar –y menos de ello– es más, ya era suficientemente impresionante que lo hiciera con tanta claridad, ¿acaso Iruka era del tipo borracho sentimental

Sonreí interesado. 

— ¿De verdad? — seguí la conversación.

Él asintió, mirándome desde la cama totalmente perdido, con su cabello normalmente recogido ahora cayendo por sus hombros. Con expresión suave, como si recordara aquello con especial cariño, ocultando la aflicción tras el mismo sonrojo de antes. 

— Es ridículo, pero incluso soñaba con confesarme algún día — jugueteó con sus dedos, evitando verme directamente —. Aunque nunca le dije que me gustaba, creía que no valía la pena. Estaba seguro de que al pasar los años, cuando fuera lo suficientemente mayor, me convertiría en alguien valiente, capaz de decir la verdad sin problemas. 

Negó con la cabeza, mordiendo su labio inferior con fuerza, mirando al techo en un acto desesperado. 

— No pasó.

Fruncí el ceño, sirviendo el café para acercarme.

— Ahora me arrepiento tanto de no haberlo hecho, a lo mejor habría sido lo mismo, pero no estaría sintiendo esto — su voz tembló  —. O tal vez sí, no lo sé, reconozco que en ese entonces era demasiado ingenuo, un romántico horrible.

Rió amargamente. 

 — Hasta llegué a imaginar la situación, recuerdo que planeaba dar mi primer beso después de eso, estaba convencido de que sería algo mágico... hmp, ¿cómo podía ser tan cursi? 

¡Unα eѕρσѕα ραrα Kαкαѕнι!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora